En esta novela, que no es ni muchísimo menos de las mejores de Tom Sharpe, nos reunimos de nuevo con Henry Wilt, con su superficial y obesa mujer Eva y con sus cuatro traviesas hijas, pre-adolescentes y precoces.
A su regreso de un día particularmente aburrido en el trabajo de Henry recibe la noticia de que los familiares estadounidenses de Eva, su tío Wally y su tía Joan, han invitado a toda la familia a su mansión de Tennessee con todos los gastos pagados.
Walter (o Wally) J. Immelmann es un hombre extremadamente rico, propietario de las prestigiosas Empresas Immelman. Conoció es la esposa, Joan, cuando era piloto en la guerra, con sede en Inglaterra.
Immelmann, és un fantoche americano en la línea de George Bush,Jr., o Charlton Heston, muy respetable, muy rico, muy blanco, muy conservador, muy religioso... ha visto la oportunidad de engatusar a Eva y a sus hijas. (Esta es la parte que reproduzco aquí). Huelga decir que esta noticia no llena de alegría a Henry; sus pensamientos inmediatos son la forma de escaquearse de aquel viaje a los E.U.A.
En cuanto Wilt vé a su esposa y las cuatro niñas partir hacia América inicia un viaje a pie por la Inglaterra rural, donde no será capaz de encontrar el romántico y nostálgico encanto pastoral que él anhelaba.
Lo que nos propone Sharpe son dos historias paralelas tratadas con gran hilaridad, en América, Eva está siendo investigado por tráfico de drogas, los quads están dejando un rastro de caos y devastación, mientras que el pobre Wilt soporta toda clase de problemas y accidentes; como acabar inconsciente en el garaje de un terrateniente local, parte de un complicado escándalo que incluye asesinatos, incendios, y mucho peor - ¡su viejo enemigo y adversario, el inspector Flint, investiga el caso!-.
Me ocupo aquí de la parte dónde Eva y las cuatrillizas han viajado a EE.UU. y caen en una especie de museo militar que su excéntrico tío norteamericano ha edificado en una casa de la montaña, con una seguridad a ‘prueba de osos’. Para espantar a estos plantígrados el tío coloca altavoces potentísimos en los cuales pasa música que se puede escuchar a cientos de kilómetros. Las revoltosas hijas de Wilt grabarán una charla sexual entre su tía y su tío y esa grabación se escuchará en el altavoz...
Tom Sharpe es un autor divertidísimo, no entiendo cómo no ha sido adaptado con más asiduidad para el cine.
Capítulos 8 y 15.
(Eva, las cuatrillizas, tía Joan y Tío Wally vuelan hacia Wilma, al oeste de Luissiana, a bordo del avión privado de Wally, pilotado por él mismo).
Wally: Este avión no es tan rápido como los que pilotaba en Lakenheath, cuando estaba en las fuerzas aéreas. Pero es bueno y maniobrable, y va lo bastante rápido para un viejo como yo.
Tía Joan: No digas eso, cariño, tú no eres viejo. No me gusta que utilices esa palabra. Uno no es viejo si no se siente viejo, Wally, y a mí me parece que te sientes muy joven. ¿Como le va a Henry, Eva?
Eva: Muy bien.
Wally: Henry es un tipo estupendo. Es un hombre con un gran potencial, ¿lo sabías, Evie? Seguro que vosostras, niñas, estáis muy orgullosas de vuestro padre, ¿verdad? No todo el mundo tiene un padre que es profesor universitario.
Penelope: (Desilusionada): Papá no tiene ambición. Y bebe demasiado.
(Pausa incómoda).
Wally: Un hombre tiene derecho a tomarse una copita tras una dura jornada de trabajo. Yo siempre lo he dicho, ¿verdad, Joan, cariño?
(Pausa, ríctus de desaprobación de tía Joan).
Wally: Pues yo dejé de fumar. Vaya, eso sí que te mata. Desde que lo dejé me encuentro mucho mejor.
Samantha: Papá ha vuelto a fumar. Ahora fuma en pipa porque dice que todo el mundo está contra el tabaco y que a él nadie va a decirle lo que tiene que hacer y lo que no.
Wally: ¿Eso dice vuestro padre?,¿de verdad?, ¿que nadie le va a decir lo que tiene que hacer?, ¿os lo podeis creer?, ¿eso no denota una gran virilidad?
Tía Joan: ¡Wally!
Eva: (A Samantha): Y tú para de hablar así de tu padre.
Wally: ¡Ostras, no me interpretes mal. "virilidad" solo es una expresión.
Tía Joan: Sí, y la tuya tampoco es nada del otro mundo. Estos comentarios socarrones están fuera de lugar.
(Pausa).
Josephine: Los chicos no son los únicos que tienen virilidad. Yo también tengo una especie de virilidad. Aunque no es tan grande. Se llama...
Eva: ¡Cállate!. Ni una sola palabra más. ¿Me has oído, Josephine?, a nadie le interesa.
Josephine: Pues la señorita Sprockett dijo que es muy normal y que hay mujeres que prefieren...
(Eva le dá un coscorrón a Josephine).
Wally: (Muy interesado): ¡Ostras!, ¿señorita Sprockett?, que nombre tan curioso.
Samantha: Es nuestra profesora de biología, y no es como la mayoría de mujeres. Es partidaria de la masturbación. Dice que es más seguro que tener relaciones sexuales con hombres.
(El avión dá una sacudida, pues Eva le dá un golpe en la sién a Wally, porque Samantha, a quién íba dirigido se agacha).
Wally: ¡Mierda!. ¡Por el amor de Dios, estaros quietas!. ¿Quereis que nos estrellemos?
Tía Joan: (Alarmada): ¡Siéntate, Eva!
Tía Joan: (Alarmada): ¡Siéntate, Eva!
(...)
En su cabaña con vistas al lago Sassaquasse, el tío Wally, orgulloso y emocionado, muestra sus "tesoros" a las cuatrillizas de Eva.
Wally: Eso de ahí es un tanque Sherman. Hizo toda la segunda guerra mundial. Estuvo en la playa de Omaha el día D con el general Patton,-dicen que el íba dentro de ese tanque-. Y tambien estuvo en Berlín, -bueno, no llegó exactamente hasta Berlín porque ése general, Montgomery, no se atrevió a tomar la ciudad -, pero llegó muy cerca. Éra el mejor tanque de combate que había. Y esto de aquí es un helicóptero Huey con un "Puff, el dragón mágico" en la puerta. Se cargó a un montón de cabr... de imbéciles en Vietnam sin que ellos se dieran ni cuenta de quién los estaba atacando. Ese cañón podía disparar miles de balas en un abrir y cerrar de ojos. Y esto de aquí es un obús que estuvo en Corea con el general McArthur, y cuando esta maravilla disparaba, esos cobardes se enteraban de que el tío Sam íba en serio. Lo mismo que esta otra preciosidad. Este lanzallamas estuvo en Okinawa asando japos...
Emmeline: ¿Asando qué?
Wally: Japoneses. Lanza fuego por esa boquilla, y no veas como corrían aquellos nipones. ¡Quedaban como pavos asados!. A aquellos cabrones los achicharrábamos a centenares. Y esto de aquí es una bomba de napalm. Ya sabeis lo que es el napalm, ¿no? es fabuloso. Es como poner al fuego aceite y gelatina de frutas.
Si quieres freir un pueblo entero, lo único que tienes que hacer es soltar una de ésas y los dejas abrasados en menos que canta un gallo. Esto es un misil que conseguí en Alemania cuando ganamos la guerra fría. Si pones una cabeza nuclear en este cacharro te cargas una ciudad cinco veces mayor que Wilma. No la encuentran en el mapa. Los rusos lo sabían, y es así como salvamos al mundo del comunismo. No podíamos permitirnos el riesgo de una aniquilación nuclear.
Y aquí está el orgullo de mi colección: un B52, un bombardero con cincuenta y ocho misiones sobre Vietnam e Irak, representadas mediante símbolos en uno de los lados, capaz de recorrer veinte mil kilometros y soltar una bomba de hidrógeno que podría eliminar la ciudad más grande del mundo.
Primero viene la onda expansiva, después la bola de fuego, y por último la radiación, y mueren quince o dieciseis millones de personas.
Los teníamos volando día y noche, con las fuerzas aéreas estratégicas y todos los demás preparados por si el presidente apretaba el botón.
Ahora tenemos mejores armas, desde luego, pero en aquellos tiempos los B52 eran los reyes del cielo. ¡Y del mundo!. Ahora no necesitamos aparatos tan grandes. Tenemos los ICBM y bombarderos Shealth, y misiles Cruise, y bombas de neutrones, y cosas que nadie conoce pero que pueden atravesar el Atlántico en menos de una hora. Lo mejor de todo son los lásers que tenemos en el espacio, capaces de calcinar cualquier punto del planeta a la velocidad de la luz.
(...)
Cuando entraron en la casa, el tío Wally estaba de un humor espléndido y se sentía muy generoso.
Wally: Eva, tus hijas son unas niñas muy inteligentes. Les he dado una lección de historia y les he explicado porqué ganamos todas las guerras y que nadie puede compararse con nosotros en lo que a tecnología respecta, ¿verdad niñas?
(...)
Las cuatrillizas ponen una grabadora portatil debajo de la cama del matrimonio Immelmann. Wally está completamente borracho y sube junto a su mujer al dormitorio, tambaleandose. Wally quiere echar un polvo.
Wally: Vamos, cariñito, nos hacemos mayores y...
Tía Joan: Habla por tí.
Wally: Ya hablo por mí. Es por la única persona por la que puedo hablar. Tú no tienes una maldita próstata,-o al menos mi médico de Atlanta, el doctor Hellster, nunca me ha hablado de ella-. Dice que tengo que mantenerme activo, porque si no...
Tía Joan: ¿Mantenerte activo?, pero si ya no se te levanta. Al menos no lo he notado últimamente. ¿Seguro que no te la has dejado en el cuarto de baño con el peluquín?; es como intentar hacerlo con una babosa marina.
(Pausa).
Wally: Sí. Y no se me va a levantar si no me haces un poco de estimulación previa.
Tía Joan: ¿Estimulación previa?, ¿crees que le corresponde a una mujer hacer la estimulación previa?, pues te has equivocado de mujer. El que tiene que hace la estimulación previa eres tú. Todo éso de la lengua.
Wally: ¡La madre que me parió!, ¿a tu edad quieres que me ponga a tocar la armónica?, ¿o pretendes que haga de surtidor de ballena a la inversa?, mierda. No es momento para bromas como ésa.
Tía Joan: Pues tampoco es el momento para pedirme que te haga una mamada.
Wally: Yo no he dicho nada de mamadas. La última véz que me hiciste una debió ser por la época de las vistas del Watergate.
Tía Joan: Pues ya entonces sabía a rancio. (Pausa). Lo único que me hace durar un poco más es simular que eres Schwarzenegger con alzheimer.
Wally: Lo único que me hace durar un poco es encontrar el agujero. (Pausa). Es como bajar por el cañón del Colorado una noche lluviosa y sin linterna. ¿Estás segura de que todavía tienes coño?, ¿seguro que el cirujano ése no te lo quitó todo cuando te hizo la histerectomía?
(Pausa). Anda, vuélvete.
Tía Joan: ¡Gilipollas!, ¿te has vuelto loco o qué?, si crees que vas a sodomizarme estás muy equivocado, Wally Immelmann. Si quieres hacer éso búscate algún gay, a ellos les encanta hacerlo así. Pero a mí no, te lo aseguro.
Wally: ¿Sodomizarte?, no pretendía sodomizarte. En todo el tiempo que llevamos casados, treinta años, treinta putos años, ¿alguna vez he tratado de sodomizarte?
Tía Joan: Sí, sí, lo has intentado, si lo sabré yo. Y el doctor Cohen dice que...
Wally: ¿El doctor Cohen?, ¿le has dicho al doctor Cohen que te he sodomizado?, no puedo creer lo que estoy oyendo. No puede ser. Mira que decirle al doctor Cohen... ¡madre mía!
Tía Joan: No hizo falta que se lo dijera. Tiene ojos en la cara. Lo vió él mismo y no le gustó nada. Dice que va en contra de la ley. Y tiene razón.
(Pausa).
Wally: ¿Contra la ley?, menuda gilipollez. Si va en contra de la ley, ¿como es que los gays lo hacen todo el día y tenemos una epidemia de SIDA?
Tía Joan: No me refiero a esa ley, sino a la ley de Diós. El doctor Cohen dice que está en la biblia: "no forni..."
Wally: ¿En la biblia?, ¿y qué sabe el doctor Cohen de la biblia?, ¿que se ha creído ese judío neoyorquino, que la biblia la escribieron los hebreos o qué?, está loco.
(Pausa).
Tía Joan: Wally, querido, ¿quién si no?. ¿Quién crees que escribió la biblia?
Wally: ¿Como quieres que sepa quién escribió la biblia?, pues Génesis, y Josué, y Jonás. Fueron ellos quienes escribieron la biblia.
Tïa Joan: (Petulante): Te olvidas de Moisés. Como el doctor Moisés Cohen. Judíos, querido Wally. Todos judíos. La biblia la escribieron los judíos. ¿No te habías fijado en ese detalle?
Wally: ¡Jesús!
Tía Joan: Sí, él también. Y Mateo, y Lucas, y Juan. Eran todos judíos. Son los evangelios. Ignorante.
(Pausa).
Wally: Sí, claro, ya lo sé. Y tú vas y le cuentas al doctor Cohen que tengo por costumbre sodomizarte. Estás loca, pero loca de remate. Estás para que te encierren.
Tía Joan: Ya te he dicho que yo no le conté nada. Lo vió con sus propios ojos cuando fuí a hacerme la citología, y se puso furioso. Deberías haber oído lo que dijo sobre los hombres que hacen esas cosas. Hasta me hizo un análisis de sangre.
Wally: ¡No me lo cuentes!, ¡me divorciaré de tí!; además conozco a unos tipos que te harán una cara nueva.
Tía Joan: Haz lo que quieras. ¿Que te has creído, que no he tomado precauciones?, el doctor Cohen me dió el nombre de un abogado, un abogado muy bueno, y yo he ído a verlo. Atrévete a hacer álgo contra mí, Wally Immelmann, y vas a ver lo que he jurado sobre tí. No te lo puedes ni imaginar.
Wally: (Para sí): "No puedo creer que una esposa pueda hacer una cosa así, traicionar a su marido compinchándose con un médico y un abogado. (Con agotamiento): Y ahora, ¿que voy a hacer?, cambiaré de medico e iré al doctor Lesky. No, el doctor Lesky no. Es partidario del aborto. No estaría bién visto que el diácono de la Iglesia de Cristo Vivo fuera a la consulta de un medico como el doctor Lesky. Los miembros de la Iglesia de Cristo Vivo no van a las consultas de medicos abortistas, no voy a ír a una clínica para negros y vagabundos. Allí en lugar de curarte, coges enfermedades. Hasta los medicos las contraen. ¡El dueño de Empresas Immelmann en la consulta de la Seguridad Social!. ¿Que puedo hacer para convencer al doctor Cohen?. Ser diácono y que haya gente que piense que soy un sodomita no me va a beneficiar mucho en Wilma."
Adaptación a cargo de oncle Jules.
P.S.: Perdóname amigo lector por haber ensuciado un texto tan divertido ilustrandolo con unas fotos tan siniestras, en las cuales aparece gente tan abyecta.
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