Título original: The 49th Parallel.
Año: 1.941. Duración: 123 min.
País: Gran Bretaña.
Director: Michael Powell.
Guión: Emeric Pressburger y Rodney Ackland.
Música: Ralph Vaughan Williams.
Fotografía: Freddie Young (B/N).
Montaje: Sir David Lean.
Reparto: Leslie Howard (Philip Armstrong Scott), Laurence Olivier (Johnnie), Raymond Massey (Andy Brock), Anton Walbrook (Peter), Eric Portman (Teniente Hirth), Glynis Johns (Anna), Niall MacGinnis (Vogel), Finlay Currie (Ingeniero), Raymond Lovell (Teniente Kuhnecke), John Chandos (Lohrmann), Basil Appleby (Jahn), Eric Clavering (Art), Charles Victor (Andreas), Frederick Piper (David), Richard George (Comandante Bernsdorff), Peter Moore (Kranz).
Productora: Ortus Films Production para D&P Studios. Distribución: J. Arthur Rank.
Premios 1942: Oscar: Mejor historia. 3 nominaciones.
Sinopsis: En los primeros años de la Segunda Guerra Mundial, un submarino alemán (U-37) hunde un barco aliado en la bahía de San Lorenzo y luego trata de evadir las fuerzas militares canadienses que se disponen a bombardearles, navegando hasta la bahía de Hudson. El capitán del U-37 envía a algunos miembros de su equipo en busca de comida y otros suministros en un puesto de la Hudson Bay Company. Tras la toma de tierra por parte de un destacamento especial al que se le asigna dicha misión (dirigido por el teniente Hirth), el submarino es descubierto y hundido por las Fuerzas Armadas Canadienses dejando los seis miembros del partido nazi varados en el Canadá.
El teniente nazi entonces comienza a planear el regreso de su tripulación a la patria. Tienen que llegar a la neutral Estados Unidos. En el camino se encuentran con una gran variedad de personajes cada uno con sus propios puntos de vista sobre la guerra y el nacionalsocialismo.
Inspirandose libremente en un caso real, en esta película Michael Powell y Emeric Pressburger exponen coherentemente sus ideas de por qué los Estados Unidos deben unirse a la lucha aliada contra los nazis.
Cuando afronto la revisión de películas como esta, idealizadas desde mi infancia o mi adolescencia, soy extremadamente cauto; Pues corren el riesgo de ser repudiadas de mi lista mental de obras maestras incuestionables que siempre permanecieron en mi recuerdo. Este es uno de los filmes que han sobrevivido a esta idealización del recuerdo, más allá de unas imágenes muy poderosas, o de unos diálogos que alcanzan la perfección.
Ruego al avispado cinéfilo de hoy en día que pase por alto los ridículos acentos que impostan Eric Portman (alemán con acento de Yorkshire) y Laurence Olivier (afrancesado y con chascarrillos del tipo "Mon Dieu!") y alguna imposibilidad topográfica como la del plano final; Así como la utilización de algunas maquetas que son el resultado de su falta de presupuesto. Y principalmente que se trate de un film más de propaganda aliada; Aunque sea uno de los mejores.
Seis oficiales alemanes se encuentran varados en suelo canadiense después de su submarino fuera hundido en la bahía de Hudson. A medida que viajan a través de Canadá, tratando de alcanzar los EE.UU. a través de territorio neutral, interactuando con una amplia variedad de personas, -muchas de las cuales huyeron de Europa durante la Primera Guerra Mundial-, y que pagarán un alto precio por su libertad durante el desarrollo del relato. Las lagunas en el sueño de supremacía de Hitler son sutilmente sacadas a la luz cada vez que los alemanes se cruzan con los habitantes del Canadá, que en algunas ocasiones les ofrecen libremente su hospitalidad. El odio ciego de los nazis hacia todo pueblo libre que se precie se pone de manifiesto al chocar contra la libertad y la inocencia del pueblo canadiense. Creo que esta película resulta excelente para ayudar a los niños a entender por qué los nazis amenazaban al mundo entero.
CONTIENE SPOILERS:
Hay dos episodios que a mi parecer alcanzan la perfección: La historia de amor, frustrada por las ideologías y las creencias religiosas, entre Glynis Johns, como Anna la niña huterita, y mi personaje favorito: Niall MacGinnis como el suboficial Vogel, un buen hombre, un sencillo panadero, atrapado en un régimen totalitario. Así como el gran Anton Walbrook, como Peter el líder de una comunidad pacifista y tranquila. La escena en la que Peter se enfada con los nazis por hacer proselitismo de la raza ária y sobre la noción de "patria" és uno de los discursos más poderosos de la historia del cine. Vogel tiene una crisis de consciéncia, que incrementa a medida que la comunidad huterita le influye (es un hombre compasivo, anteriormente le hemos visto entregando un rosario a un trampero moribundo). Finalmente todo este amor y compasión dan como resultado su muerte causada por un pelotón de ejecución; No sin antes haber dejado pan recién hecho para toda la comunidad huterita y un pastel para el cumpleaños de Anna.
La escena final es la más poderosa a mi modesto entender. No sólo está interpretada magníficamente por Portman y por Raymond Massey, sinó que constituye un mensaje evidente para los EE.UU. Encerrado en un vagón de mercancías de un ferrocarril, Portman cree que ahora que está en suelo estadounidense está libre y por lo tanto revela su verdadera identidad a los oficiales de aduanas, exigiendoles que le lleven a la Embajada Alemana; Mientras el desertor canadiense (Massey) trata desesperadamente de convencer a los funcionarios de aduanas estadounidenses para que envien el tren de regreso a la frontera para que este hombre puede ser detenido y castigado como criminal de guerra. Por suerte, estos dos aduaneros yanquis están de acuerdo con este último y se valen de de la burocracia de logística para que el tren vuelva a Canadá. Como esta escena está coronada con una gran banda sonora de Ralph Vaughan Williams alcanza una magistralidad sobrecogedora.
El mensaje era sencillo. "El nazismo llegará a través de Canadá en poco tiempo si no ayudan a luchar contra él". Esta es una película de propaganda bélica que se encuentra en un plano superior a todas las demás de la época.
Este prodigio en gran parte es posible gracias a la magnífica labor realizada sobre el material rodado por uno de los mejores cineastas del mundo: Sir David Lean; -Que entonces era un gran montador-.
Este prodigio en gran parte es posible gracias a la magnífica labor realizada sobre el material rodado por uno de los mejores cineastas del mundo: Sir David Lean; -Que entonces era un gran montador-.
Michael Powell era un humanista, un pacifista, y él sabía que el cine podía ser una herramienta de gran utilidad a causa de su popularidad. Este film, realista a veces, se convierte en una espécie de fábula de carretera con estructura episódica. La película está sembrada de escenas extraordinárias: Como la reunión multitudinaria de hombres blancos y pieles rojas, dónde un honbre principal pide a todo el mundo que examinen la cara de su vecino, con el fin de encontrar enemigos, -una secuéncia para rivalizar con otras muy parecidas de los mejores filmes de Hitchcock-; Dos nazis están tomando una ducha en un campamento de montaña: Uno de ellos es un esbirro oportunista que se aprovecha de la ventaja de contar con agua caliente, mientras que el otro insiste en ducharse con agua fría para no manchar su orgullo nazi; O Leslie Howard, el hombre culto, millonario pacifista y excéntrico que vive alejado de la guerra en las montañas rocosas, que ama a Matisse, Picasso y Thomas Mann, -algunas obras de los cuales adornan su tipi índio-, siendo mostradas a sus siniestros invitados por este hombre con un orgullo que enfurece a estos representantes del partido nazi.
"El paralelo 49" es una de las mejores películas de todos los tiempos. El filme tiene un montón de deficiencias, pero sigue siendo una gran película. La principal virtud del filme consiste en que todos sus exteriores fueron rodados en Canadá; Pero esta ventaja resulta ser al final un arma de doble filo que afecta a la credibilidad de la historia narrada; Ya que el principal problema reside en que los nazis se limitan a recorrer solo unos pocos kilómetros cuadrados del Canadá (100.000 exactamente) en su periplo.
Escena de la magistral confrontación verbal entre el Teniente Hirth y Peter.