Oncle Jules

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jueves, 11 de noviembre de 2010

NATURALEZA CAPRICHOSA (FOLLAJE)



"Corazones sensibles, corazones fieles,
Que reprobáis el amor ligero,
Cesad en vuestras quejas crueles:
¿Es un crimen que haya que reparar?
Si el amor tiene alas,
¿No es para revolotear?
¿No es para revolotear?
¿No es para revolotear?"

(BEAUMARCHAIS. Las bodas de Figaro. Acto IV. Escena X.) 



La flor del castaño  [Cuento. Texto completo]
Marqués de Sade


Se supone, yo no lo afirmaría, pero algunos eruditos nos lo aseguran, que la flor del castaño posee efectivamente el mismo olor que ese prolífico semen que la naturaleza tuvo a bien colocar en los riñones del hombre para la reproducción de sus semejantes.

Una tierna damisela, de unos quince años de edad, que jamás había salido de la casa paterna, se paseaba un día con su madre y con un presumido clérigo por la alameda de castaños que con la fragancia de las flores embalsamaban el aire con el sospechoso aroma que acabamos de tomarnos la libertad de mencionar.

-¡Oh! Dios mío, mamá, ese extraño olor -dice la jovencita a su madre sin darse cuenta de dónde procedía-. ¿Lo oléis, mamá...? Es un olor que conozco.

-Callaos, señorita, no digáis esas cosas, os lo ruego.

-¿Y por qué no, mamá? No veo que haya nada de malo en deciros que ese olor no me resulta desconocido y de eso ya no me cabe la menor duda.

-Pero, señorita...

-Pero, mamá, os repito que lo conozco: padre, os ruego que me digáis qué mal hago al asegurarle a mamá que conozco ese olor.

-Señorita -responde el eclesiástico, acariciándose la papada y aflautando la voz-, no es que haya hecho ningún mal exactamente; pero es que aquí nos hallamos bajo unos castaños y nosotros los naturalistas admitimos, en botánica, que la flor del castaño...

-¿Que la flor del castaño...?

-Pues bien, señorita, que huele como cuando se eyacula.










Coplas del pájaro. De: "El jardín de Venus".
Por:  Félix María de Samaniego


"El pajarito, madre,
después que me picó,
me ha dejado burlada.
¡Ay de mí, qué dolor!,
el pájaro ya voló.

El pájaro era blanco,
travieso y juguetón,
de pluma crespa y negra,
con pico de arrebol.

Estando yo solita
en mi cuarto se entró,
y mil dulces tonadas
al punto me cantó.

En ellas me decía
con grandísimo ardor,
que si le acariciaba
me mostraría amor.

Acogile en mi falda,
mil besos le di yo,
pero el pícaro luego
a mi frente saltó.

De allí se fue a los ojos,
a la nariz pasó,
besando las mejillas
en mi pecho posó.

¡Cuántas blancas caricias
en él me prodigó,
volando y revolando
por todo alrededor!

Cada vez más travieso,
los labios me besó,
y la punta del pico
en ellos me metió.

¡Ay, cuánto forcejeaba
el pícaro bribón
por encajarle todo,
mas le dije eso no!

Él era porfiado,
blando mi corazón,
y tantos sus halagos
que por fin le metió.

Pero no sólo el pico,
también el cuerpo entró
menos las alas, y eso
porque muy gordas son."




 El castell d'en Figaró
de Serafí Pitarra i Pau Bunyegas


Regirant uns llibres vells
va cridar-me l’atenció
un de tot petit que deia:
“El castell d’en Figaró”.

Poso petroli al quinqué
i em col•loco les ulleres,
escolteu noies solteres
la història que us contaré.

Era l’amo del castell
un vell que ja no trempava,
ni la llet li rajava
tal com hagués volgut ell.

Sa esposa, jove encara,
de cardar se n’hagués fet un tip,
però li mancava a sa xona
un mànec de pam i mig.
Tot això considerant,
li va dir el seu marit:
“D’avui en endavant
carda amb qui tinguis desig.

“Mil gràcies, noble baró,
menys de vos no n’esperava,
i si fins ara no cardava
era per no fer-vos cabró”.

Gran dia pels figarons
s’escampà la grata nova,
que es donava la gran prova
pagada amb molts petracons.

Consistia dita prova
a endinyar setze vaines
a la gentil bella dona
del baró de Dues Aigües.

Sabudes les condicions
hi acudiren molts calents,
però es feren impotents
i acabaren els collons.

Un dia es presentà a la dona
un frare sec, mig corcat (el Gurriato).
“Què voleu, desgraciat?”
“Satisfer la vostra xona”.
I sense afegir res mes
es tragué el samaler
i li endinyà setze vaines
i quatre més pel rulé.

L’home satisfet anava,
escorregut de sigala,
i mentre baixava l’escala
un per allà mateix pujava.

Estava la baronesa
fent-se fregues a la figa
i quan veu aquell merda
exclama tot emprenyada:
“Foteu-vos al cul la sigala,
doncs ja la tinc avorrida,
que ha vingut un cony de frare
que m’ha fet sang a la figa”.

“Un frare, dieu?
Mira si en será de calent
aquest maricón de frare,
que quan jo pujava l’escala
ell tocava a somatent.
I, no satisfet amb la vostra xona,
si no m’hi afanyo a pujar l’escala,
fins a mi me l’enlletona.”



Al 'Maestro' Luís García Berlanga 'In Memoriam';
A quién estas cosas le gustaban mucho. 
Con gran admiración: Oncle Jules