Todo esto ocurrió en áquel tiempo vacío en que el cielo vomitaba extrañas cosas; éra el día de la cólera de Diós. El apocalipsis comenzó con la confusión de los sexos.
Un hombre inmundo y despiadado abusaba sexualmente de una bella y voluptuosa campesina en un bosque. De repente unos militares dispararon al violador en la cabeza y se llevaron a la campesina arrestada; a través de una gran puerta condujeron a la joven hasta un gran palacio y a punta de fusil la obligaron a entrar en él.
-"¡Para el "señorito" será un placer,
retozar con tan hermosa mujer; -dijo uno de los militares, con sorna, a la joven-.
Y al fin dejar de bostezar,
y sus picores calmar!"
El señor marqués al ver entrar a la campesina exclamó:
-"¡Que belleza tan completa, maravillado me siento!;
¡enmedio de la tristeza de un mundo mugriento,
a mis guárdias fidelísimos una incesante búsqueda les he encomendado,
no esperé jamás tal resultado!
¡Pues bién, mujer fascinante: antídoto de la amargura,
¡contigo voy a solazar
en este repulsivo lugar!;
¡en este montón de basura!"
¡en este montón de basura!"
El señor marqués se dirigió con desprecio a la señora marquesa y le habló en estos términos:
-"Y a tí por tu infecundidad te he de repudiar,
el exilio será a partir de ahora tu lugar;
largaros de aquí sin vacilar,
pues solo con veros me entran ganas de vomitar!"
La marquesa tomó una daga envenenada y habló a su marido con gran serenidad:
-"¡Estéril si soy, más no debéis despreciar
a quién de veras os supo amar;
y menos cambiarme por una puta vúlgar!,
¡áquello que ya se tiene seguro
que poco cuesta rechazar!;
¡más sé que és la amargura la que os hace hablar!
¡Pues oíd, "señorito":
para dáros placer
no he vacilado en tratar de poner remedio a vuestro apuro,
meneando con mi mano vuestro miembro cuando estaba duro!;
¡más por vos yo no puedo hacer!
¡La que tanto os quiso ayer,
esta hoja con veneno
introducido ha en su seno,
y se dispone a perecer!
Pero muriéndome os grito:
¡"adiós "señorito",
ingrato y maldito!"
Tras clavarse la daga la marquesa hizo "mutis por el foro"; al ver a su esposa muerta en el suelo el marqués ni si inmutó, lo que hizo fué dirigirse complacido hacia su concubina a la que comenzó a desvestir con premura mientras le hablaba extasiado:
-"¡De sus palabras abobino!,
¡sirvientes, traed vino!;
¡nunca maldiciones de nécio alcanzaron el cielo!";
¡más, bella, no tengais desconsuelo,
pués follarte és lo que yo anhelo!"
El marqués le quitó la braguita a la campesina y contempló con estupor cómo en lúgar de una jugosa vúlva, bajo un vello púbico cálido y rizado, se enarbolaba una erguída y candente verga en estado triunfante.
-"¡Buen chasco me he llevado!, -bramó el marqués, maldiciendo-;
¡qué tomadura de pelo!;
¡la ví y quedé de ella prendado!,
¡quise que ella fuera mi consuelo!,
¡quise que ella fuera mi consuelo!,
¡ infinita atracción sentí ante un espejismo!,
¡gozar con ella esperé!;
¡y la decepcción hasta el abismo,
al ver a "uno" que nunca mujer fué!"
¡Sin una mujer con la que solazar,
y sin descendencia que egendrar
con ella pudiere, y así hijos poder tener,
la vida será como vegetar.
¡Mejor morir!,
pero antes, ¡guardias, habeis de defenestrar
a este demonio de "ser",
para que al infierno pueda ír!"
Los guardias cumplieron el mandato y arrojaron al extraño ser hermafrodita por un ventanal; el transexual se precipitó al vacío ántes de espachurrarse definitivamente contra la dura tierra.
El marqués desde una almena lo contempló todo; mientras saboreaba una copa con licor envenenado hizo la última de sus melancólicas reflexiones:
-"¡Vida perra!,
¡la soledad me aterra!;
¡os repudio, Señor, mientras me tomo este pacharán!,
¡mata, veneno cruel a este Adán!,
¡el único que folla normal en la tierra!"
¡el único que folla normal en la tierra!"
...El fin del comienzo.