Oncle Jules

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sábado, 17 de marzo de 2012

Reír y reflexionar


"Guardias y ladrones"
('Guardie e Ladri', 1951) 109 min.


Dirigida por: Steno y Mario Monicelli

Guión: Vitaliano Brancati, Ennio Flaiano, Aldo Fabrizi, Ruggero Maccari, Piero Tellini, Steno y Mario Monicelli

Productores: Carlo Ponti - Dino De Laurentiis y Bruno Todini; para: •De Laurentiis •Ponti •Golden Film •Lux Film 

Director de fotografía: Mario Bava (B/N)

Música de: Alessandro Cicognini



Reparto: Totò (Ferdinando Esposito), Aldo Fabrizi (brigada Bottoni), Pina Piovani (la mujer de Esposito); Ave Ninchi (Señora Bottoni), Rossana Podestà (hija de Bottoni), Carlo Delle Piane (Libero, el hijo de Esposito); Mario Castellani (el taxista), Gino Leurini (Alfredo), Ernesto Almirante (padre de Esposito), William C. Tubbs (Mr. Locuzzo, el americano engañado), Pedro Carloni (el Comisionado); Gino Leurini (Cuñado de Esposito); Mario Castellani (Amilcare); Aldo Giuffrè (socio de Esposito); Luciano Bonanni (un barbero).



Premios: Premio de Plata de la cinta en Cannes para Totó, y para el guión de V. Brancati, A. Fabrizi, E. Flaiano, R. Maccari, M. Monicelli, Steno y Piero Tellini en 1951



Sinopsis y examen: Ferdinando Esposito malvive de pequeños robos y de timos a pequeña escala. Durante uno de estas estafas es descubierto y perseguido por el orondo sargento Bottoni. Tras una larga persecución Ferdinando logra escapar;  el sargento deberá encontrarle dentro del plazo de tres meses si no se quiere perder su trabajo. Así que, Bottoni descubre dónde vive Ferdinando y las condiciones tan duras en la que se encuentra la familia del ladronzuelo de poco monta. Bottoni, para atraparlo, llegará a introducirse en su círculo familiar.



El sargento y su familia se apiadan de la familia de Ferdinando y se hacen amigos. Hasta que, durante un almuerzo con las dos familias juntas, el sargento Bottoni se dispone a detener al ladrón, engañando a las dos familias: Todos créen que Ferdinando debe emprender un largo viaje por motivos laborales, y que el sargento se hará cargo de su familia en su ausencia. Pero el remordimiento hace que el poli deje en libertad al ladrón. Ferndinando, sabe que su amigo puede perder su puesto de trabajo -también comprende que su familia está mejor sin él- y termina arrastrando al sargento hasta la comisaría.



El ladrón Ferdinando ha sido reconocido por un empresario estadounidense al que el primero le endosó una falsificación; el pedante americano impone el Plan Marshall a toda costa, rompiendo el sabio equilibrio del trapisondismo europeo de postguerra y alterando la holgazanería de la policía. A este asunto, seguramente, no se le hubiera dado más importancia si no fuera porqué un empresario yanqui exige daños y perjuícios. Un sestercio falso de la época de Augusto puede ser la perdición para un ladrón y para un policía bonachón con sobrepeso; la casa acogedora del policía -donde la hija toca el piano- podría convertirse en el pequeño y frío apartamento de mala muerte del ladrón (donde su família cena café con leche y trozos de pan duro todas las noches).


La conclusión de la historia, aunque esperada, es divertida y triste a la vez, dejando en el espectador un regusto agridulce. La película es una comedia de primer nivel.




El extraordinario Totò nos arranca unas sonrisas ahogadas, confiriendo una gran dignidad a un personaje digno de lástima. Monicelli nos llama la atención: ante el desempleo, la pobreza y un montón de bocas que alimentar, ¿realmente podemos culpar al ladrón de lo que hace? La última toma es reveladora a este respecto. Queda para la historia del cine el plano final, en el que Bottoni se muestra remiso a llevar a Esposito a la comisaría, de modo policía y ladrón se intercambian los papeles, es el ladrón el que debe arrastrar al policía, esto és, parafraseando el fim "Casablanca", 'el comienzo de una hermosa amistad'.


Una de las pocas películas en la que que Totò fue casi unánimemente elogiado por la crítica del momento, porque en el film sacó a la luz su escondida vena neorrealista. "Escogí a Totò a sabiendas de que la interpretación naturalista que le pedía limitaba el habitual humor surrealista que caracterizaba a este cómico (una cara larga, como de personaje de cómic, - y un cómico comparable con Charles Chaplin y Buster Keaton -). Mas adelante, Pasolini le orientaría hacia un universo más misterioso y mágico. Y, tal véz, se entendió mejor con Totò de lo que lo hice yo." (M. Monicelli).



La cinta tuvo problemas con la censura por causa de la igualdad entre policías y ladrones que en ella se planteaba. Es una de las pocas películas, de hecho, en las que Totò fué elogiado y premiado (Le dieron la Palma de Oro y la cinta de plata en Cannes); en realidad, Totó era uno de los grandes, -y los implicados en la dirección (M. Monicelli), el guión (Ennio Flaiano y Vitaliano Brancati) y el director de fotografía (Mario Bava) también lo eran-. Todos ellos aportan su gran talento en una película que es muy valiente para la época. Dónde las fronteras entre lo bueno y lo malo, lo lícito y lo ilícito se difuminan, se reúnen, se enfrentan. Y todo está en la poesía de las miradas, y en el enfrentamiento verbal de Fabrizi y Totó en la escalera del portal de una vivienda sin unos servicios de saneamiento adecuados. (Prodigiosa escena que precede a la de la magistral escena de la comida familiar entre las dos famílias, y presagia ése final que deja mudo a quién lo vé).





Destaco también la secuéncia, triste y divertida a la véz, en la que el hijo de Ferdinando lée a su padre una redacción escolar sobre su família -primer indicio para este personaje de que su família estaría muy bien sin él-.



Este es el tejido que viste el cuerpo de una historia muy humana: dos pobres almas, guardia uno y ladrón el otro, que comparten los mismos problemas; basicamente nunca tienen suficiente dinero para dar a los niños unas condiciones de vida más dignas que las suyas. En una recitación de la más alta calidad, medida y precisa, nunca exagerada y nunca preocupada por el hecho de despertar la simpatía del espectador, Aldo Fabrizi y Antonio de Curtis encarnaron a dos personajes inmortales.




En pocas palabras, el milagro consiste en lograr que una obra hecha en un tono de comedia y de sátira, con cotas de alta comedia, consiga abrir una herida en la realidad implacable de su tiempo; en una historia en la que la comedia y el drama se unen en perfecta armonía y que aumenta en intensidad a medida que avanza la trama.


Por último, hay otra pareja que merece ser mencionada, el dúo Steno y Monicelli logran su mejor obra en común.  La trama es muy simple, bien contada, amarga, dulce, muy perspicaz; está dirigida con muy buen pulso y está magistralmente interpretada.



La película constituye el punto más alto de toda la carrera de Totò, una madura síntesis de su gran arte, en el que confluyen, combinando -con una perfección casi milagrosa- todos los matices de su actuación, (perfectamente equilibrada y de primer nivel), con la própia película; magníficamente dirigida por el dúo Steno-Monicelli.




En ella se reflejan algunos de los problemas ya presentes en "Totò búsca casa", en la que se desarrollaba, aunque en clave de farsa, un gran problema social: la crisis de la vivienda. Aquí, sin embargo, el drama es la existencia misma y la supervivencia, y el tema es tratado con una gran delicadeza y en tono de comedia, asumiendo un nivel de adhesión total a la realidad totalmente sincera de los personajes; que es lo que cuenta con la simpatía del público.



La estructura de la película es ejemplar, -recuerda la perfección de "Ladrón de bicicletas"-, entramos en el entorno vital de los personajes y compartimos (y sufrimos) sus miserias, sus expectativas, las de sus famílias. La fuerza excepcional del tema, más la participación de guionistas del nivel de Flaiano, Vitaliano Brancati y Ruggero Maccari, logran el prodigio.



El segundo gran mérito de la película consiste en saber disolver el excesivo dramatismo, y el excesivo sentimentalismo, en los muchos momentos en que existía el peligro de que afloraran estas emociones. Todos los críticos ha considerado por unanimidad a la película como una obra maestra, un ejemplo sobresaliente de la "neo-realismo en la comedia italiana", que ya había surgido en la mencionada "Totò búsca casa".




Escena para el recuerdo:

Magistral enfrentamiento verbal entre Fabrizi y Totò en la escalera del portal de una vivienda ruïnosa

Guardia Bottoni: "En el juego de la vida hay unos que ganan y otros que pierden. Lamento decirte que yo he ganado y que tú has perdido".






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