Max Oppenheimer (Sarrebruck, Alemania, 6 de mayo de 1902 - Hamburgo, Alemania, 25 de marzo de 1957).
"El placer" (1952) Título original: 'Le plaisir' Episodio 2: "La maison Tellier" (40 minutos)
País: Francia.
Director: Max Ophüls
Guión: Jacques Natanson y Max Ophüls, sobre el retato "La maison Tellier" de Guy de Maupassant
Fotografía: Christian Matras (B/N)
Música original: Joe Hajos y Maurice Yvain
Dirección artística: Robert Christidès
Montaje: Léonide Azar
Montaje: Léonide Azar
Actores: Danielle Darrieux: Madame Rosa, una trabajadora del amor; Jean Gabin: Joseph Rivet, el hermano de Julia Tellier; Madeleine Renaud: Julia Tellier; Ginette Leclerc: Madame Flora, una de las chicas de Julia; Mila Parély: Madame Raphaële, otra de las empleadas de Julia; Pierre Brasseur: Julien Ledentu, un viajante de comercio; Amédée: Frédéric, otra empleada en el prostíbulo; Antoine Balpêtré: Monsieur Poulain, director del banco; René Blancard: el alcalde; Mathilde Casadesus: Madame Louise, otra trabajadora del amor; Henri Crémieux: Monsieur Pimpesse; Arthur Devère: el conductor del tren; Paulette Dubost: Madame Fernande, otra trabajadora del amor; Jocelyne Jany: Constance Rivet, la sobrina de Julia; Robert Lombard: Monsieur Philippe, el hijo del director del banco; Hélèna Manson: Marie Rivet, la mujer de Joseph.
Producción y distribución: M. Kieffer y Max Ophüls para Compagnie Commerciale Française Cinématographique (CCFC) y Stera Films
Episodios: Le Masque - La Maison Tellier - Le Modèle.
Ophuls y el fin del siglo XIX. - El placer de un hombre es el veneno de otro. - Uno de los mejores trabajos de Max Ophuls y una de las mejores adaptaciones de Maupassant en la pantalla. - Un placer efímero, aunque intenso. - Una obra maestra profunda, inteligente, increíblemente hermosa, ambiciosa, absorbente, compleja y artísticamente impecable del cine francés de de la década de los cincuenta. - También está toda la amargura, el sarcasmo ácido y la misantropía típicos del estilo de Maupassant, reflexionando sobre la infelicidad humana (aunque suavizado por el inmenso cariño que sentía Ophuls hacia sus 'criaturas' de celuloide). - Una idea muy parcial recibe un tratamiento extraordinario por parte del director de la película. - El trabajo de un génio. - Un deleite visual. - La felicidad no es una broma. Todo aquí
Guy de Maupassant me parece, de lejos, el mejor escritor de Francia; y también el más asequible. Conocido, en gran medida por sus historias cortas -escribió cerca de 200 de ellas-; e incluso influyó en gran manera a Dudley Nichols a la hora de escribir "La Diligencia" de John Ford (en realidad, la prostituta que encarna Claire Trevor era la del relato "Bola de Sebo"). Si léen la biografía de Maupassant se encontrarán con un alma atormentada, un hombre con un pensamiento profundamente nihilista que le llevó a la locura; así como una imitación de 'bon vivant' que llevó una vida muy disipada.
Este film versa sobre algo ilusorio: "El placer", y ofrece diversas variaciones sobre el mismo tema. Personalmente, este mundo tan decadente que pinta de la Francia de finales del siglo XIX -representado de manera nostálgica y juguetona por parte de Max Ophuls- no tiene ningún atractivo para el que suscribe. Sin embargo, la película es la obra de un artista supremo; el sentido cinematográfico de Ophuls sigue siendo insuperable. Ofrece un tríptico irrepetible sobre relatos de Guy de Maupassant.
¿Es posible tomar uno de los mejores cuentos de la literatura francesa y hacer una película aún mejor que el material de base? Sí, lo es. El cuento de Maupassant es: "La maison Tellier". El episodio central de "Le plaisir", la narración de la suntuosa "La maison Tellier" deja mudo al espectador. La historia es la misma en el libro y en la película, no obstante, -teniendo en cuenta que entre 1945 y 1955, Max Ophuls era uno de los directores más grandes del mundo-, este génio consigue que una película -injustamente considerada menor- como 'Le Plaisir' séa una obra de arte mucho más asombrosa que muchas películas muy sobrevaloradas de otros directores.
El más conmovedor es, para mí, el segundo episodio: "La maison Tellier" es el cuerpo principal de la obra "LE PLAISIR": el tema de este mediometraje es politicamente incorrecto, aún en nuestros días: la 'Madame' de un burdel echa el cierre por una noche y se marcha al campo con sus putas. Deben asistir a la comunión de la sobrina de la dueña del prostíbulo. (Aquí hago un inciso para aclarar que Max Ophuls no siempre guarda gran fidelidad hacia Maupassant: si usted lee el cuento, se dará cuenta de que estas mujeres han sido descritas como "feas, vulgares y muy sobradas de quilos"; mientras que aquí nos encontramos con unas preciosas -y magníficas- Danielle Darrieux, además de Ginette Leclerc y Madeleine Renaud). Ophuls era un esteta y no podía suscribirse a las descripciones amargas y misóginas de Maupassant acerca de las mujeres en particular y del género humano en general. Existe, pues, una diferencia de estado de ánimo. El hecho es que Maupassant despreciaba y detestaba a la gente sobre la que escribía, mientras que Ophuls, manifiestamente, ama a sus actores y el cine, y está siempre dispuesto a perdonar los defectos y mezquindades de sus criaturas irreales y estereotipadas de celuloide. Por lo tanto la sátira agresiva del escritor se sustituye por el suave sentido del humor del director.
Sinopsis: Tras el descubrimiento de que el burdel está cerrado el equilibrio de la ciudad, y todo el orden social se altera. Algunos marineros inician una pelea, e incluso unos respetables y pacíficos ciudadanos de clase media, amigos desde hace mucho tiempo, comienzan a discutir amargamente. ¡"La maison Tellier" es la clave de la estabilidad social de una pequeña ciudad de províncias!
Quiero destacar la primera escena, una prodigiosa escena muda, (aunque narrada con off por un Jean Servais que habla por boca de Maupassant), tomada desde el exterior de un burdel como por un objetivo indiscreto que vá saltando de una ventana a otra como un pajarito travieso y curioso. Esa es una de las idéas cinematográficas más brillantes que puedo recordar. Una película perfecta obliga a un trabajo perfecto por parte del elenco. Y de hecho, las actuaciones son magníficas.
Una situación decididamente inusual desencadena esta melancólica historia: una noche, el burdel está cerrado, las luces están apagadas y la sociedad bienpensante se desmorona. En cuestión de minutos, los hombres de negocios de la ciudad, una véz se les ha estropeado la noche, discuten, se pelean. Cuando finalmente se disuelven, un hombre rezagado encuentra la solución en un papel que se ha caído de la puerta del burdel: "CERRADO POR PRIMERA COMUNIÓN".
Después de un interludio encantador en el tren, -las zorras comparten el compartimento con una pareja de campesinos mayores y un vendedor de lencería, interpretado por Pierre Brasseur-, finalmente las alegres mujeres de la vida llegan a su destino. El alegre patán (el maravilloso Jean Gabin) llevando las riendas de una carreta llena hasta los topes con las llamativas y alegres prostitutas -llenas de vida y felices ante la perspectiva de una noche de descanso-, recorre la soleada campiña francesa. La coreografía de este episodio es tan delicada y perfecta que resulta una alegría para la vista.
Las reacciones de los habitantes de la aldea son de fervor religioso: las prostitutas pasan por grandes damas, bien educadas y muy elegantes; cuando estas entran en la iglesia parece como si aumentara el fervor religioso. Entonces, en la iglesia tiene lugar un bello momento que es una mezcla perfecta de dulce arrepentimiento y de sentimiento humano profundo. Abrumada por la emoción intensa de la misa de primera comunión de una niña, una de las prostitutas se echa a llorar; En un primer momento trata de contenerse. ¡Ella no es cristiana, se supone que no debe conmoverse! Pero, por supuesto, pronto se pone a llorar con gran emoción ... Esto lleva a todos los habitantes del pueblo a llorar con ella. En este momento, -por si nos quedaba alguna dúda al respecto a estas alturas-, sabemos que este film es una gran obra de arte. El judío Ophuls introduce un matiz agradable con la preséncia de la "hermosa niña judía", con ella no hay prostíbulo que se eche a perder. Maupassant era violentamente anticlerical, no había compasión en él. Sin embargo, esta recuperación del alma de una puta en este día de comunión está observada con el cinismo y la ironía fluyendo suavemente, puesto que Jean Gabin (el padre de la niña comulgante) está mucho más interesado en las "residentes" de su hermana (la 'madame') que en elevarse espiritualmente... La epifanía en la iglesia es impresionante, en un nivel más alto que el truco de la cámara inicial, aquí se transmiten sensaciones, un mero producto de la imaginación de una mujer y de un hombre; sin necesidad de la voz en off que nos viene acompañando y que en este instante calla. El placer se torna inocencia. Esta escena en la iglesia donde Rosa, rememorando su inocencia perdida, comienza a llorar y entonces todo el mundo en la iglesia poco a poco rompe a llorar, es una de las más conmovedoras que he visto en el cine. Se trata de una representación de la gravedad de la inocencia perdida a nivel general, y de los pecados de Rose en particular; una inundación espontánea de arrepentimiento y demostrada gratitud de toda la gente respetable de la aldea por haberles liberado de sus pecados ocultos. -¡A ver si viendo esta escena no lloran también!-.
Hay una escena fantástica dónde lo que la hace más notable es la transmisión del sentido mágico de la naturaleza hacia las álmas de unos seres a los que la vida ha tratado con dureza: Tras el banquete, el peculiar séquito de fulanas, sentadas en la parte posterior de la carreta de Gabin, se dirige a la estación. De pronto álguien dice: "¡Hace un día tan magnífico, vamos a coger unas flores!" Y las mujeres se fusionan con la hierba alta, recogiendo flores ... ya es tarde, se arriesgan a perder su tren de vapor ... pero no será así. Huelga decir que, tan pronto como las mujeres están de vuelta a su próspero negocio, la paz, el orden y la amistad se restauran en la ciudad de províncias. Antes de que se cierre el obturador de la cámara, a nosotros los espectadores, sólo se nos permitirá echar un último vistazo desde el exterior del burdel hacia el interior. El lugar se llena de celebración, de baile y de alegría.
Pronto se olvidará la enorme experiencia emocional humana que tuvo lugar en el campo, (ya que éso sólo és uno de los tantos sueños escapistas de las putas); mientras que los otros dos episodios, ambos mucho más cortos y más oscuros, nos recuerdan de véz en cuando el precio de tales sueños.
El trabajo de cámara, la composición de cada plano, la decoración, la música y las actuaciones son impresionantes; y la nostalgia resulta ambigua.
Comentario: Es importante señalar que sólo la belleza visual y el trabajo de cámara de ése genio que era Ophuls serían factores suficientes como para situar "Le plaisir" entre las mejores obras de la historia del cine; Pero es que el extraordinario realizador alemán consigue que "Le plaisir" séa, además, un estudio profundo de los seres humanos, de sus alegrías y tristezas. Un ejemplo superlativo de buen gusto a la hora de tratar un tema arriesgado, un triunfo de la técnica cinematográfica inteligente. Una cumbre del arte del cine. La historia de una tropa de trabajadoras del amor asistiendo a una comunión en el campo es la simplicidad misma, pero también es increíblemente rica -llena de memorables seres humanos interactuando sin remedio ni sentido-. Todo el mundo persigue la felicidad en el lugar más inadecuado, pero este episodio celebra la vida dondequiera que esta se halle; transmitiéndonos su alegría y su tristeza.
Maupassant, autor, creador, narrador, nos habla desde la oscuridad, sin cuerpo, omnipresente ("Yo podría estar sentado a tu lado"), él es responsable de todo lo que vemos, és ésa cámara subjetiva, al parecer, etérea e incorpórea -que en la última historia: 'Le Modèle', es capaz de navegar por el espacio con una libertad que no está disponible para los seres humanos, hasta que se estrella contra la tierra, siendo responsable de un intento de suicidio-; incluso está excluida de la casa Tellier, obligando al espectador a echar un vistazo desde el exterior. Sin embargo, puede revelar la triste realidad detrás de la alegría de las prostitutas, pero no tiene acceso, al igual que los hombres que las explotan, a sus almas.
"La felicidad, -como dice el narrador al final-, no es una broma". Stanley Kubrick, al parecer, adoraba la película; (los movimientos de cámara del film que nos ocupa, son tan increíblemente complejos como los de las películas de S.K.) -Aunque, personalmente creo que con respecto a esta película en concreto, el estilo de Ophuls se podría equiparar más con el de Ernst Lubitsch o el de Jean Renoir-.
Pero, ¿por qué "Le plaisir"? El placer es de unos pocos y para seres distantanciados entre sí en este mundo. El placer vá de la mano con el sufrimiento. Guy de Maupassant lo sabía.
(Las reproducciones son de: Edgar Degas, Gaston Barret, Pablo Picasso, Theophile Alexandre Steinlen y Emilio Grau Sala).
La Maison Tellier 1881, vista por Max Ophüls
(Supuestamente) Guy de Maupassant
http://vimeo.com/23898882
http://vimeo.com/23900299
http://vimeo.com/23929170
http://vimeo.com/23932260
http://vimeo.com/23938068
http://vimeo.com/23939077
Muy bueno el artículo sobre la obra de Ophuls. Pero debo decir que el retrato que aparece al final no pertenece a Guy de Maupassant. Es un error que se ha perpetuado en varios sitios, pero ese no es Guy ni de coña.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por la aclaración; inicialmente, -al leer su comentario- pensé en quitar el retrato del final pero su aclaración me sirve de 'Fé de erratas' perfectamente.
ResponderEliminarEso sí, lo pondré más pequeño.
Le invito a seguir visitándome en el futuro, no de manera anónima, sinó con un seudónimo -si quiere-; o un álias que nos permita intecambiar opiniones, sugerir, reprobar incluso.
Cordialmente Xavi.