Oncle Jules

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lunes, 5 de diciembre de 2011

UN PARAGÜAS CON UN SEÑOR DEBAJO

(Surrealismo y humor negro por obra y grácia de Xavier Sans Ezquerra & Bruno Alcoser Villette).



Una madrugada llegué borracho a mi casa y mi mujer me esperaba armada con un paragüas, de ésos terminados en punta. Nada más entrar en casa perdí el conocimiento.
A la mañana siguiente, al despertarme tenía un paragüas clavado enmedio de la cabeza; ¡Imagínense lo féo que estaba!

Como no pude entrar en mi coche para ír a trabajar tuve que coger el autobús. El conductor fué el que me soltó la primera guasita del día: -"¿Adónde vá así?; ¡Si dijo el hombre del tiempo que hoy iba a hacer bueno!"
Pero las ganas de pitorreo se les quitaron a todo los usuarios de aquel autobús cuando, al no encontrar asiento en el fondo, tuve que sentarme enmedio de ellos; Y al primer frenazo le dí un fuerte golpe con el mango del paragüas al señor que tenía detrás de mí, e inmediatamente, la señora que tenía enfrente también recibió un fuerte 'paragüazo'.
Tras los airados reproches, las no menos airadas protestas y los humillantes insultos que recibí por parte de los viajeros y del conductor tuve que apearme.

Llegué tarde a la oficina y m senté en mi mesa dispuesto a hundirme, un día más, en un mar de legajos. Cuando llevaba un rato allí, me cabreé con mis compañeros:
-"¡Ya está bién!",-les dije-;"¡Mi cabeza no es una percha; Meteros los abrigos por dónde os quepan!";-Les grité-.


A mediodía, cuando fuí a la cafetería a comer; El paragüas se había abierto, ¡claro, con tanto golpe y trajín!. Incluso se habían salido de su sitio algunas varillas, y estaban dobladas. Nada más verme el dueño del Self Service me gritó: -"¿Es que no sabe ud. que trae mala suerte entrar en un recinto cerrado con un paragüas abierto?; ¡Vaya, justo hoy que hacemos la porra del partido de fútbol viene este y nos la quiere gafar!. ¡Fuera, aquí no quiero a nadie que sea del equipo contrario!"
Total, que me echaron del bar con las cajas destempladas y tuve que comerme un sandwich de la máquina de 'Vending', -regado con el horrendo café que despachaba otra máquina expendedora en el área de descanso de la empresa dónde yo trabajaba-.

¡Trabajaba allí!, -lo digo bién, así en pasado-, porque cuando el Big Boss me citó media hora más tarde en su despacho fué para finiquitarme como si yo fuera un apestado, y además me sermoneó: -"¡Mire usted, bla-bla-bla...! ,-me decía en un tono implacable y paternalista-; ¡Esta es una empresa muy conservadora, bla-bla-bla...; La heredé de mi padre y pretendo que siga siendo conservadora, bla-bla-bla...; Un excéntrico como usted no tiene lugar aquí, bla-bla-bla...!"
Mucha diplomacia pero al cabo de media hora ya me encontraba de patitas en la calle y con el sobre con la idemnización en el bolsillo de la americana.


Inmediatamente me fuí a ver a un médico, al verme este mostró gran sorpresa:
-¿Llueve?;-Me espetó aquella lumbrera de galeno-.
-¡En el coño de alguna, tal véz!;-Respondí yo, visiblemente airado-.
-¡Salga de aquí inmediatamente si no quiere que avise a la policía, fantoche maleducado!; -Dijo, furioso, el eterno aspirante a Premio Nobel de Medicina-.
-¡Pero oiga!, -le repliqué yo-; ¡El cartel que hay en su puerta no dice que: 'Se hacen EXTRACCIONES'!"
-¡Yo soy 'Odontólogo', so listillo!; -Aclaró al fín la lumbrera de la ciéncia médica aquella; Por el tono que empleó parecía dispuesto a hacerme inhalar una bombona entera de éter-.
Y tuve que disculparme mientras aquel émulo de Torquemada me echaba a la calle a patadas,
-nuevamente-; Sólo que éste lo hacía cagándose en mi madre y en mi padre.

A continuación fuí a "Urgéncias" dónde me dieron cita para ¡dentro de ocho meses!
-"Hay una lista de espera muy larga", -me dicen allí-.
-"Ni que esto fuera el restaurante "El Bulli" del Ferran Adriâ"; -Repliqué nuevamente-.
Pero me tengo que ir para casa, cabizbajo, sin empleo y humillado por todos.


¡Cabreado como una mona como estaba, ¿pues no llego a casa y me dice mi mujer que bañe al niño?!
Nuestro hijito de cinco años empieza a saltar de contento mientras grita esta algarabía:
-"¡Si llenamos 'éso que tiene papá en la cabeza' de agua tendré una piscinita!"
Y entonces yo le lanzo, con muy mala leche, al monstruíto la siguiente advertencia:
-"Y si te hago beber agua de una manguera hasta que te hínches como un puto globo aerostático, para a continuación colocarte completamente desnudo enmedio del jardincito comunitario, en cuanto te pongas a mear tendremos una mala réplica del jodido 'Manekenpis' de Amsterdamm!"

Como es muy lógico mi mujer me castigó con dormir en el sofá hasta que no me hubieran sacado el paragüas de la cabeza.

Pero al cabo de una semana la madre de mi hijo le encontró una nueva utilidad al objeto que ella misma me había incrustado: Sobre la tela y las dobladas varillas de aquel paragüas abierto bocabajo, echó tierra, abono, semillas, y agua sulfatada con el fín de plantar flores de jardín sobre mi cabeza.
A continuación, quiso que me instalara en la terraza para que, -aparte de no molestarles ni a ella ni al niño-, las incipientes florecillas recibieran mucho sol. 





2 comentarios:

  1. ¡Qué buena faceta! Muy divertido, irónico y bien escrito, como de costumbre. Buenísimo leer esta clase de ficciones breves también en este blog. ¡Felicitaciones!

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  2. Muchas grácias, Claudio, en realidad es un monólogo.
    Siempre resulta muy gratificante recibir tantos halagos como recibo de alguien a quién considero un excelente 'blogero'.
    ¡Un fuerte saludo!

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