CINEMANIACS oncle Jules: Mousse de saumon

Imagínense una negra noche sobre un espeso manto de nieve.

Al llegar a los montes Cárpatos, -tétricas montañas azotadas sin piedad por fuertes ráfagas de viento helado-, inmediatamente busqué refugio en una mísera posada; tras degustar las pútridas viandas que me sirvieron en la cena, y libar los adulterados caldos que tuve que ingerir para regarlas, osé preguntar:

-"¡Garañones, gañanes y demás bebedores de vino infecto de este tabernucho, cesad un instante en vuestras burlas crueles, y atended!; ¿queda lejos el castillo del Conde Orlok?"

Al decir estas palabras noté como la sangre se helaba en los consumidos cuerpos de los moradores habituales de aquel tugurio. Tras una pausa, los presentes comenzaron a emitir unos desagradables rumores, en un tono muy parecido al ruído que hacen los rumiantes al masticar pesada y lentamente; entonces un viejo decrépito se alzó para hablar:

-"¡Ah, desdichado!, -bramó el anciano-; ¿no sabes que esta es la noche de Walpurgis?; ¡hay malos augürios para esta noche, muy malos augürios!; anoche en la plaza del mercado un águila calva dió a luz a una leona con siete cabezas cornudas; y se cuenta que en ése castillo se celebran los ritos más sacrílegos, con atroces orgías satánicas incluídas en el precio de la entrada. ¿Aún te atreves a cruzar el puente y a recorrer sus laberínticos pasillos para acceder a sus aposentos y a sus almenas?; ¡¡voto al Diablo, que sóis osado!!"

EL GRAND GUIGNOL DEL CONDE ORLOK, segunda parte.

El castillo del conde Orlok resultó ser un teatro, un grand guignol. Después de que me timaran al pagar mi entrada subí por una escalera de caracol hasta el anfiteatro. Me notaba muy tenso, agarraba el pasamanos con fuerza, como si fuese el cuello del conde; y con la palma de mi mano abofeteaba el pasamanos de bronce forjado cada véz que subía un escalón, produciendo un sonido hueco con cada manotazo.

Desde la semioscuridad de mi palco de pronto le dí al interruptor de la luz, que resultó ser un foco de "luz de escena" filtrada en amarillo; a continuación, se vieron violentamente sorprendidos unos rostros grotescos con los maquillajes corridos, éran los pálidos rostros de unos seres que parecían enfermos.

Bajo el cañón de luz que les apuntaba y les deslumbraba, aquellos extraños seres que acababan de ser sorprendidos en plena cópula, trataron inútilmente de huír del círculo de luz enorme que había bajo sus piés; en el cuál se habían dibujado unas terroríficas sombras chinescas, más grandes aún que ésos vampiros. Sombras que comenzaron a mengüar paulatinamente hasta desaparecer por completo.

Éros y Tánatos se amalgamanaron cuando, de pronto, de aquellos extraños solo quedó un montón de polvo y un hedor terrible; ...una diminuta columna vertebral por aquí, un hueso de hombro por allá...; sus restos cupieron en un pequeño ataúd.

¡Ya está bién con ésa costumbre de timar a los extranjeros con el precio!

EL GRAND GUIGNOL DEL CONDE ORLOK. TERCERA PARTE.

El gran guignol del conde Orlok hasta entonces se había convertido en una atracción turística cuyo filón todo el mundo quería explotar, y todos los chiflados de las sectas se dejaron caer por allí. De este modo las peligrosas patrañas de estos farsantes, mezcladas con el exótico folklore y las supercherías locales acerca del "vampirismo" causaron un galimatías tal que resultaba muy, pero que muy difícil aclarar cualquier misterio,- en el hipotético caso de que alguna véz hubiera existido misterio alguno-.

Para que se hagan una idéa: Hace unos cincuenta años una rica y excéntrica família norteamericana que anduvo de vacaciones por Transilvania, se encapricharon del castillo rumano más famoso y lo adquirieron como su segunda residéncia. Lo decoraron a su discutible gusto, es decir al gusto de los americanos ricos y excéntricos de aquel entonces, con tallas hindúes, art-decó, Picassos y ostentosas fuentes interiores con surtidores dónde el agua salía de divesos colores, en fin, que el castillo se convirtió en una monstruosidad recargada que hacía daño a la vista.

Pues bien, el espíritu de un siniestro morador anterior, no debió de sentirse muy cómodo con los cámbios efectuados por aquellos advenedizos en sus dominios y se indignó mucho.

Así en un horrendo "saloncito griego" se oyeron gemidos lastimeros, apareció ceniza en la alfombra y ardió de manera espontánea un horroroso sofá de color magenta;

yo soy muy escéptico con estos temas, me limito a contar lo que otros me contaron tal y como lo hicieron.

La familia yanqui se acojonó y la esposa llamó por telefono a su médium de Beberly Hills, esta fué invitada a pasar una temporada con su família a Transilvania, con todos los gastos pagados y sin límite de tiempo de permanéncia, hasta que el incómodo ectoplasma se hubiese marchado de allí para siempre.

La persona que se hacía llamar médium, y que se presentó en el castillo rumano pocos días más tarde, éra una exuberante actriz de medio pelo y escasas neuronas, finlandesa de orígen y manufacturada por Hollywood, su verdadero nombre éra Maila Syrtaniemi, pero respondía al nombre artístico de Maly Nurmi. La tetuda rubia se presentó en aquella lúgubre residencia con su marido y con su "falso" ayudante, un cínico y temible satanista que se estaba tirando a la falsa médium desde que la pechugona finlandesa tuvo su primera crísis matrimonial y en su frustración entró a formar parte de la Iglesia de Satán Bendito. Por lo visto los hechizos del satánico y lúbrico gurú surtieron efecto y el marido de ella, -un pedazo de carne con ojos, cortado fino según el antojo de su mujer-, se agregó al temible grupo, adoptando un nuevo rol, y afirmando muy seriamente que en otra vida fué chamán.

Parece ser, según las investigaciones posteriores a los hechos que tuvieron lugar en aquel castillo tan hortera, que Maly Nurmy estaba completamente loca, su historial médico estaba trufado de fuertes crisis nerviosas, consumo de drogas y alcohol; y que tras su adhesión a la Iglesia de Satán Bendito solía pasear por las calles como una zombie, visitando el cementerio Memorial Park, la playa de Oxnard, el hotel Santamaría Inn y los apartamentos Dakota,-lugares dónde habían tenido lúgar los más terribles crímenes, al parecer, relacionados con la brujería-; mientras la tetuda rubia finlandesa mascullaba: "Volveremos a vernos algún día".

A causa de esto su show televisivo: "Bitch on the beach" fué cancelado.

Pongo en conocimiento del lector interesado en mis pesquisas estos datos, para que se haga una idéa de lo peligrosas que éran las amistades de estos millonarios americanos que se adueñaron del castillo rumano.

El caso es que los integrantes del inusual trío de locos peligrosos organizaron una más que extraña velada de espiritismo en el infeliz hogar de la família del magnate americano, y lo más extraño de todo es que, al parecer, la petición de desahucio notificada a un ser del "más allá" surtió efecto.

Durante el negro acto que tuvo lugar en un decorado inóspito, el cínico satanista se colocó una capucha roja de demonio, con cuernos y todo, que le hubiera hecho más justicia al marido de Maly Nurmy; y a continuación hizo ingerir a la rubia tetuda un extraño elexir,-un potente alucinógeno más bién-; él satánico gurú decía que la copa que le ofrecía a la médium, adornada con un ojo de cristal que hacía de cubito de hielo, contenía una tercera parte de formal de hidro y dos partes de sangre de buítre.

Tras haber ingerido de un solo trago el explosivo cóctel, la rubia tetuda contactó en el "más allá" con el "espiritu guía" con asombrosa facilidad.

Las conclusiones a las que llegaron fueron las siguientes: El conde Orlok había sido un actor de la época eduardiana que tras interpretar con acierto y con éxito el papel principal de la obra "Drácula" de Bram Stoker se transmutó en el personaje, hasta el punto de considerarse un fiel consejero aúlico y de dormir en un ataúd. Su signo astrológico éra: Escorpión, -detalle que para mí carece por completo de importancia, pero que al parecer éra importantísimo para los tres farsantes perturbados que llevaban a cabo aquella sesión de espiritismo-.
El conde Orlok éra un maricón declarado, un hombre que nunca se casó y que vivió con su madre hasta que la mujer murió. Tras intentar,-en vano-, contactar en diversas ocasiones con el fantasma de su madre, el conde sufrió una profunda crisis depresiva, lo vendió todo y se fué a vivir al castillo de Vlad el empalador en Transilvania. Pronto, en aquella región, todo tipo de leyendas comenzaron a circular sobre tan siniestro personaje y veraneante permanente.

Algunos años más tarde, en su ataúd mortuorio, el conde Orlok, a punto de fallecer, dijo a su médium particular, y su mejor amigo, -interpretenlo como quieran-, una siniestra y profética frase: "No voy a dejar esta casa ni vivo ni muerto. Entiéndelo literalmente".

No se sabe bién que extrañísimos sortilegios llevaron a cabo aquellos tres farsantes perturbados, con su líder espiritual especializado, según decía, en esoterismo, en parapsicología, en ufología, en superstición con mala vibración y negatividad del color púrpura,-esto lo decía por el incidente del sofá incinerado-, y en la técnica de la palma vibratoria practicada por los monjes shaolín, capaz de alterar el funcionamiento del organismo y provocar la muerte; y no se sabe cuántas barbaridades más se inventó que hacía ése ignorante que no estaba avalado por ninguna universidad.

El caso fué que, como hé dicho, el conjuro surtió efecto y el fantasma se fué de vacaciones; aunque creo que se marchó de allí para no tener que aguantar por más tiempo a toda aquella estrafalaria tribu.

EL GRAND GUIGNOL DEL CONDE ORLOK.CUARTA PARTE

En los años que se sucedieron tras la estrafalaria sesión de espiritismo, créanlo o no, una série de acontecimientos sobrenaturales se precipitaron sobre aquellos que habían intervenido en ella. A su regreso a su mansión de Rexford Drive, la rubia tetuda prosiguió con la durísima batalla legal que sostenía contra su marido; la causa de este encarnizado litigio éra la custodia completa obtenida por su ex de su hijo Krönin. Cuando una noche, el niño, de unos nueve años, se abalanzó sobre su padre tratando de amputarle el miembro de un mordisco, alegando, con voz de poseso, que él éra el nuevo mesías y que tenía planeado engendrar una nueva raza con la ayuda de su madre, que para el niño éra una espécie de diosa romana, una "lactatio"; el marido presentó una nueva denúncia contra la que había sido su mujer. Aducía una excesiva y peligrosa inclinación hacia el ocultismo y la mágia negra por parte de Maly, quién con ayuda de las malas artes de cierto conocido satanista, estaba utilizando a la inocente criatura para acabar con la vida de su padre. Naturalmente, ante esta nueva e inusual demanda los abogados de ámbas partes se quedaron hablando latín.

A su véz el cínico satanista éra un juerguista sin escrúpulos con una inclinación prohibida, que éra su debilidad, hacia las jovencitas menores de edad; fingía que se casaría con Maly, de la que ya estaba más que harto, en cuanto todo aquel peliagudo asunto con la ley de por médio, hubiera sido olvidado por la opinión pública. Con el dineral que había estafado a todos los ilusos de su congregación con sede principal en Hollywood, se había hecho construír un palacete que era una infumable mezcolanza de estilos, por una parte parecía un templo griego y por el otro una pagoda oriental; tamaña monstruosidad estaba situada en las colinas de Beberly y sobre el portal de la entrada, en un cartel con letras doradas, se atisbaba la leyenda: "ORDO TEMPLI ORIENTALIS"; allí una buena porción de adolescentes practicaban el nudismo día y noche, estas muchachas habían sido previamente captadas, luego abducidas y finalmente aisladas para el disfrute del santón en babilónicas bacanales. A demasiadas gimnasias privadas había tenido que entregarse aquel falso profeta del averno con mujeres viejas, gordas y podridas de millones para conseguir su infame sueño, como para comprometer ahora su futuro con una vaca superficial.

-"Serás la criatura más inútil en los túmulos de tus antepasados"; así solía descalificar el gurú a a Maly continuamente. La rubia tetuda y el pelele tarado de su exmarido le estorbaban ahora que había obtenido todo lo que esperaba obtener de ellos, además, con sus indiscrecciones la expareja estaban señalandole con el dedo ante la ley y ante la prensa, y esto a él no le convenía; así que el cínico satanista agarró el teléfono y le contó anónimamente al exmarido de Maly que ella y el fundador de la Iglesia de Satán Bendito estaban líados, y que tenían planeado asesinarle. La reacción del inestable cornudo no se hizo esperar: en su desesperación se subió a la cima de la Montaña de La estrella, templo neolítico de más de doscientos peldaños, dónde el enajenado presunto chamán trató de cercenarse el miembro con una daga vírgen; un oportuno desmayo abortó la autocastración que tenía planeada el perturbado. Al parecer tenía el corazón delicado y subir tantos peldaños no había sido la mejor idéa que se le podía haber ocurrido en ése estado. Cuando se hubo restablecido un poco en la cama del hospital donde fué trasladado de urgéncia, el cornudo chamán tuvo otra de sus alucinadas idéas; por mediación de su abogado pidió ver a su exmujer a solas en cuanto le hubieran dado el alta. Quedaron en verse en la habitación de un hotel, dónde tras una violenta discursión el pelele disparó contra la rubia tetuda y, a continuación le sacó los ojos y la lengua a su ex con la misma daga inmaculada con la que había tratado de amputarse el miembro unas semanas ántes; aquel tarado estaba haciendo un ritual negrísimo con las partes amputadas a su excompañera cuando la policía echó la puerta de la habitación abajo arma en mano; los agentes contemplaron un dantesco escenario en el que la sángre de Maly dominaba casi por completo el reducido espacio y cubría totalmente al desequilibrado cornudo que había asesinado y mutilado a su exmujer. El perturbado cornudo tomó de nuevo su revolver y, tranquilamente, se voló los sesos, acabando así de cubrir los pocos reductos de aquella habitación que no estaban todavía cubiertos de sangre.

Unas semanas antes, todos los periódicos habían publicado la noticia de un sorprendente accidente de tráfico ocurrido en las inmediaciones del antiguo castillo de Vlad el empalador, en Transilvania, siniestro dónde el lujoso automóvil dónde viajaban un conocido magnate norteamericano y su família se había quedado sin luces y sin frenos en una carretera con curvas serpenteantes en mitad de la noche; el potentado fué incapaz de controlar el vehículo, y éste, a su libre albedrío, acabó despeñándose por un barranco, cayéndo por un abrupto precipicio. Ni que decir tiene que la noticia debió de dejar estupefactos a los tres chiflados por el ocultismo que habían llevado a cabo aquella sesión de espiritismo en aquel castillo, contratados por las víctimas de aquel fatal accidente. Estupefactos es poco, los tres locatas del ocultismo: el gurú satánico, la starlett rúbia y tetuda y el pelele de su exmarido, se acojonaron. Entonces comprendieron porqué les había resultado tan sencillo expulsar al conde Orlok de Transilvania; recordaron también que el conde había sido actor en los años treinta y cuarenta, relegado siempre a papeles de mayordomo inglés, casi a figurante; solterón, atildado, impertinente, cultísimo, con un altísimo coeficiente intelectual y experto en mil y una materias, desde yoga hasta ocultismo, odiaba Hollywood con todas las fuerzas de su alma. Supieron entonces, con gran estupor, que en el éxodo de Orlok de Transilvania había trampa: el espíritu de Orlok, auténtico demónio, había viajado hasta Hollywood y se íba a ocupar de darles escarmiento a los falsos médiums y al supuesto y satánico gurú. La túrbia mente del cínico satanista, mucho más fría que la de ésa pareja que tan bién se integraba entre sus bobinos seguidores, vió la posibilidad de llevar a cabo sus maquiavélicos planes hasta sus últimas consecuéncias. El exmarido cornudo y pelele había intentado unos días antes ofrecer su miembro como sacrificio a Orlok en la Montaña de La estrella, y más adelante el tarado había intentado ofrecer como sacrificio a su exmujer; pero no que no tuvo en cuenta ése idiota es que los sacrificios se hacen con criaturas inocentes o con jovenes vírgenes.

Con ésa interesada intención, el cínico satanista escribió una carta a Orlok, utilizando para su redacción la sangre de una hippie muy jovencita, recién llegada a su comuna-mansión, la delirante epístola estaba pergeñada sobre un pergamino elaborado a partir de la piel de la misma joven vírgen, en el macabro manuscrito escribió lo siguiente: "Yo Ivánov "Siddartha" Lavyé", en el año del señor de 1.966, me comprometo por la presente a ofrecerle mi álma al conde Orlok a cámbio de la inmortalidad, el poder absoluto, la magnificiéncia y todas las riquezas terrenales de este mundo. El sacrificio humano que he llevado a cabo actúa como aval de mis inescrupulosas intenciones y asevera hasta dónde soy capaz de llegar para alcanzar mis propósitos. Si me aceptas a tu lado, no voy a defraudarte ni a traicionarte, ¡oh, amo!. Firmado y rubricado, tuyo para siempre: Ivánov "Siddartha" Lavyé. Tu seguro servidor y profeta global". Acto seguido, el temible criminal que se hacía llamar "profeta global", quemó aquel "necromicónico" documento bocarriba en un círculo satánico que se había hecho pintar en el suelo de su mansión, rodeaban el círculo una gran cantidad de candeladros con velas encendidas cuya cera se derretía sobre las amputadas visceras de la desgraciada hippie, y parte de la sangre sobrante de la joven víctima del infame asesinato ritual, durante el cuál su sangre manó a borbotones, siendo guardada y utilizada a continuación para tres espeluznantes fines: para la escritura de la macabra carta, para esparcir por todo el círculo demoníaco, junto con sus visceras, y para que el siniestro gurú pudiera bebersela flambeada, -cuál quéimada-, desde un dorado cáliz, al finalizar la oscura ceremonia. Ahora sólo cabía esperar el resultado de tan negro acto.

EL GRAND GUIGNOL DEL CONDE ORLOK. QUINTA PARTE

Eros y tanatos conjuraron contra Ivánov "Siddartha" Lavyé. El sumo sacerdote del horroroso templo oriental hollywodense llamó a una bonita cocinera, -empleada en la cocina de la nefasta órden-, a su casa a medianoche para preguntarle:
-¿Estás en camisón?
La empleada le colgó el teléfono a su jefe.

El gurú, -usted se habrá dado cuenta a estas alturas-, era un individuo rijoso y moralmente más que reprobable, que en otra ocasión trató de besar a la bonita cocinera mientras la magreaba, al tiempo que le decía al oído guarradas, que para él eran piropos:
-”¡Vamos, sé que lo estás deseando, pequeña zorra!,-le dijo aquel auténtico hijo de Satanás-; ¡todas lo desean!, ¡si tu marido no te satisface yo si que lo haré!

Ella lo rechazó, teniendo que dejar un muy bien remunerado trabajo en aquella cocina dónde elaboraba un catering de cinco tenedores. Natualmente, la chica deshecha en llantos se lo contó todo a su marido; el marido montó en cólera y , estando muy tenso, fué en busca del exjefe de ella.

Como el santón trató de comprar el silencio del matrimonio extendiendo un más que generoso cheque, el marido de la empleada en la cocina en pleno ataque de fúria homicida tomó una de aquellas dagas, que ya se habían cobrado varias víctimas con anterioridad, se volvió raudo hacia el empresario del Diablo y le asestó una súbita puñalada directa al estómago que causó la muerte instantánea al émulo de Lucifer. Mientras la sangre empapaba el kimono de la víctima al tiempo que manaba profusamente a través de la hendidura practicada en el abdomen de áquel adorador del Diablo que ahora yacía inerte como un estatua de cera, aquel iracundo marido llamó a su mujer desde el teléfono del despacho de su víctima. La muerte del gurú debió saberle a poco pues aún deseaba humillar al Papa negro.

Mientras el marido de la cocinera despedazaba el cuerpo del falso profeta con un hacha, su mujer examinaba su libro de recetas para darle una utilidad lucrativa al troceado cadáver. Una RECETA DE STEAK TARTAR CON PARMESANO llamó su atención:

"(2 minutos de preparación, rico en hierro).
Para la salsa:
-Aceite, sal, pimienta negra.
-Una clara de huevo.
-Un pellizco de nuez moscada.
-Una cucharada de mostaza al estragón.
-Una cucharada de salsa “Perrin´s”.
-Una cucharada de tabasco.

Para el condimento:
-Dos pepinillos en vinagre.
-Un huevo duro.
-Cebolla.
-Perejil.
Todo bien picadito y batido con la yema del huevo utilizado para la salsa.
Añadir una copa de Armagnac y echar 25 gramos de queso parmesano sobre una hamburguesa cruda de ternera de 160 gramos, previamente bañada en la salsa".

Aquel banquete para caníbales fué vendido a diversos conocidos y lujosos hoteles, -cuyo nombre no hace falta mencionar-, dónde la cocinera había acudido para solicitar trabajo; dijo que traía una muestra de sus especialidades. Tras saborear el picadillo de gurú muchos establecimientos lo compraron y lo sirvieron a sus clientes; el plan hubiera salido a pedir de boca si un cliente no se hubiera encontrado una afilada uña en el tartar.

Algunos días más tarde, un comisario acompañado por dos agentes de policía se dirigió hacia la casa dónde vivía la joven exempleada en la cocina de la sede de la secta de Lavyé, con la intención de detenerla; la joven cocinera estaba sola, su marido había huído al descubrirse lo que el matrimonio había hecho. Tras una detención absolutamente arbitraria, con un registro muy exhaustivo de la casa por parte de los agentes, donde tuvo lugar un gran alboroto con golpes en el mobiliario y destrozos de jarrones; la chica también fué registrada a conciéncia, el comisario en persona le metió mano por todo su cuerpo; no se le mostró en ningún momento una orden de registro, ni se aclararon los motivos de la detención de la joven, ni se mencionaron los cargos que se le imputaban; los agentes se disponían ya a arrestarla cuando se dieron cuenta de que habían olvidado coger las esposas. Entonces, el comisario obligó a la chica a quitarse la blusa y el sujetador, para que los agentes pudieran maniatar a la muchacha con la pieza de lencería que cubría sus turgentes senos, y se llevaron a la joven detenida en topless.

El marido de la exempleada detenida, convertido ahora en prófugo, se ocultaba en la azotea de un rascacielos. Estaba solo, tenía mucho frío y mucha hambre; el vacío total le rodeaba mientras se comía una mísera lata de atún con la misma gula que un "sin techo". Se encontraba literalmente al borde del abismo, Una vista de pájaro de la nada le recordaba que lo había perdido todo. Incandescencias de neones lejanos como iridiscencias de luciérnagas, y un tenue sonido de tráfico le recordaban continuamente que había vida más allá de esa azotea, lugar desde el que acabó arrojándose al vacío, hacia la nada...

CINEMANIACS oncle Jules

Oncle Jules

sábado, 3 de abril de 2010

Mousse de saumon

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