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PRESTON STURGES, sus comedias en la sombra.

Preston Sturges era guionista en Hollywood pero harto de ver cómo los directores estropeaban sus guiones le ofreció a la Paramount algo increíble. Un antiguo guión suyo, sólo por un dólar, a cambio de poder dirigirlo. Después de este logro Sturges dijo: Me ha llevado ocho años llegar a lo que yo quería. Pero ahora, si no me quedo sin ideas - y espero que no - nos divertiremos. Hay películas maravillosas por hacer, y si Dios quiere, yo voy a hacer algunas de ellas".
                                                          
Título original THE GREAT McGINTY
AÑO 1940
DURACIÓN 78 min.
PAÍS USA
DIRECTOR Y GUIÓN Preston Sturges
MÚSICA Frederick Hollander
FOTOGRAFÍA William C. Mellor (B/N)
REPARTO Brian Donlevy, Muriel Angelus, Akim Tamiroff, Allyn Joslyn, William Demarest, Louis Jean Heydt, Harry Rosenthal, Arthur Hoyt
PRODUCTORA Paramount Pictures
PREMIOS 1940: Oscar: Mejor guión original
GÉNERO Comedia dramatica sobre la Gran Depresión económica de los años 30.


Sinopsis En un salón de una república bananera, Tom (Louis Jean Heydt) se emborracha y trata de pegarse un tiro, siendo rescatado por McGinty, el camarero del sórdido tugurio, (interpretado por el fornido Brian Donlevy). Donlevy ofrece un hombro sobre el que llorar al blando Heydt, que comienza a narrar su triste historia: tras haber sido un empleado de banco de reconocido prestigio, en un momento de locura traicionó al público, cometió un desfalco y ahora no encuentra ninguna razón para vivir. Donlevy le cuenta que una véz  fue el gobernador de un estado.


Un flashback nos lleva hasta Donlevy hace algunos años. Durante la Depresión, Dan McGinty un vagabundo es reclutado por el aparato político de su ciudad para ayudar a realizar un fraude electoral. Tras demostrar su dureza a un jefe de la mafia es empleado como matón. Dan gana la posición de regidor, y más adelante la de alcalde, en una administración de una ciudad dominada por la corrupción. La mafia le dispone un matrimonio de conveniencia con Catherine, una secretaria del partido que representa. El buen talante de Catherine le proporciona la apariencia de un hombre de familia respetable que giará los pasos de Dan hacia la Gobernación de un estado. Cuando Catherine lo convence para hacer algo positivo con su autoridad, el jefe de la mafia no está nada de acuerdo.


Este fue el primer film dirigido por Preston Sturges, tras una brillante trayectoria como guionista firmará a los largo de los 40’s una decena de excelentes comedias donde impera la ironía y el cinismo y la implicación social en su vertiente más realista, muy bien aderezadas, eso sí, con el elegante romanticismo de un Wilder o un Leisen. Propone una sátira política, un poco en la línea de Frank Capra en "Caballero sin espada", pero con una carga ácida considerablemente mayor. Pese a las comprensibles lagunas narrativas de toda opera prima, es un film muy bien construido.


El estilo narrativo de Sturges en su primera película es muy conciso y directo, ahorrativo, concentrando toda la historia en un metraje de 78’, quizá un tanto impersonal, si bien la experiencia de “El Gran McGinty” le sirvió para acometer sus obras mayores, mucho más personales y ricas en contenido, como “Los Viajes de Sullivan” (también una historia de un infiltrado en una clase social que no le corresponde), y “Las tres noches de Eva”. Por poner una pega a este excelente film: Sturges no desarrolla más que con algunas pinceladas la relación entre McGinty y Catherine, su esposa, prevaleciendo la trama principal de aspecto social, algo que acerca más “El Gran McGinty” a los filmes de Capra que a los de Lubitsch o Wilder, que sin duda hubieran extraído más jugo (lujuria, of course) a esta inusitada relación.


Un irónico prólogo nos explica con perspicacia: "Esta es la historia de dos hombres que se reunieron en una república bananera. Uno de ellos nunca hizo nada deshonesto en su vida, excepto durante un momento de debilidad. El otro nunca hizo nada honesto en su vida, excepto durante un momento de debilidad. Ambos tuvieron que abandonar su país."


Efectivamente, “El Gran McGinty” narra en tono desenfadado pero muy punzante una historia de auge y caída, el ascenso político de un hombre “corriente”, Dan McGinty, que acepta la oferta del mafioso local para convertirse en su pelele, llegando incluso a ser elegido gobernador. Su decisión de actuar honestamente al llegar a este cargo provocará su detención y la del “Jefe” (Akim Tamiroff) y la huída y exilio de ambos a una república bananera (sic). La historia es narrada mediante flashback por el propio McGinty desde su nuevo trabajo de camarero, a Tommy Thompson (Louis Jean Heydt) un empleado de banca que también ha tenido que huir, pero en este caso por haber tenido un momento de debilidad después de una vida virtuosa e intachable, justo el revés de McGinty, siempre deshonesto hasta la decisión final.


La situación social del país, las consecuencias de la gran depresión y la pérdida de valores a la que se ve sometida la población americana, son en definitiva el epicentro de la historia, la deshonestidad de McGinty y de la propia Catherine que aceptan las reglas del juego en un matrimonio de conveniencia, no son más que el fruto de la necesidad de sobrevivir; ambos aceptan la situación, si bien en todo momento son conscientes de la inmoralidad y la traición que supone; anteponen el individualismo y la subsistencia pura y dura, pero Sturges es indulgente y hace que la conciencia social del sueño americano haga un último acto de presencia en McGinty.


Entretenidísima comedia. Tras este dinámico y divertido anecdotario narrado en primera persona, se esconde una crítica ácida y directa a la corrupción política, a la prevaricación y al arribismo. Preston Sturges en estado puro. Muy recomendable. Una película muy subestimada y desconocida.


La escritura del guión es de primer nivel. Y ya ves lo que significa cuando el sonriente 'jefe' mafioso (Akim Tamiroff), -que construye puentes y presas donde no hay necesidad de puentes y presas-, como él mismo dice; tras saludar al nuevo gobernador:




The Boss: "¡Qué maravillosa oportunidad. Este estado necesita de todo!... Tendremos una nueva presa... ¿Crees que una presa es algo dónde poner un montón de agua dentro?, pero toda presa necesita un dique, que es algo dónde se echan un montón de pulgadas de hormigón, y no importa lo mucho que pongas, pues siempre hay espacio para mucho más..."

El elenco incluye al actor de reparto William Demarest, que hace la siguiente y cínica afirmación: "¡Si no nos sirviéramos de los tontos útiles, tendríamos una clase inferior de personas en la política!"

Sturges muestra cómo el proceso político es una farsa y una causa para concluir razonablemente que la única manera de lograr algo es a través de medios extra-legales.


Básicamente el problema se reduce a esto: Seguimos votando, pero ¿realmente comprenden nuestros funcionarios electos (y el electorado mismo), la naturaleza de la confianza del público? Lo dudo.
La razón es que todo el mundo está más preocupado en ganarse la vida y miran únicamente por ellos y por sus familias.


En una escena le dice Muriel Angelus a William Demarest que acaba de leer un libro en el que el escritor señala que: "El dinero repartido por la corrupción política en realidad ayuda a todos a estimular la actividad empresarial y la prosperidad". Demarest expresa entonces un deseo: "Ese libro debería ser leído en todos los hogares del país".


Por supuesto, los propios intereses de Demarest le empujarían a creer ciegamente en esta teoría. Pero, ¿están totalmente equivocadas? Cuando se presenta Donleavy para Gobernador, siendo ya el Alcalde de la ciudad más grande del estado, hay una serie de escenas entrecortadas de Demarest dando un 'miting' apoyando a Donleavy, mientras Robert Warwick lanza un furibundo discurso sobre la "reforma" de candidatos. Warwick sigue insistiendo en la inutilidad de las obras para la mejora de la vía pública y de otras dudosas obras públicas que Donleavy y sus compinches han impuesto a los ciudadanos, únicamente para llenarse los bolsillos. Pero Demarest recuerda al público que, como resultado de estos actos de construcción de cientos de obras públicas, muchas familias comieron mientras duró la depresión, y el resultado dió al pueblo "la ciudad más bella del mundo". Frente al tono muy agresivo empleado por Warwick, los resultados efectivos de la corrupción parecen más sensatos.


El 'jefe' (Akim Tamiroff) hace una campaña política propia y barre para su casa, pero si escuchamos con atención sus comentarios veremos que establece la diferencia entre "arreglo honesto" (es decir, inflar los precios de los proyectos de obras públicas de los que se beneficia la ciudad), y "arreglo deshonesto" (robar el techo de hierro de una casa de caridad para venderlo a un comerciante de chatarra).


Pero hay otros ejemplos de corrupción deshonesta en el mundo del 'jefe'. Antes de que Donleavy comenzara su camino escalando el árbol del poder político era un matón que ofrecía protección y cobraba deudas de los propietarios de los burdeles, dinero que entregaba al aparato político que le contrataba para éso, ¿y quién movia los hilos de Donleavy?: este 'jefe' mafioso. Este no es un tema tan grave como el de la corrupcción en las obras públicas, pero ¿Se puede defender una organización de tan baja estofa?

P. Sturges, al final, destruye la corrupta máquinaria política. Más tarde, en su película "El milagro de Morgan's Creek", encontramos tanto a Donleavy como a Tamiroff en un cameo, -nuevamente en un puesto de poder, gobernando conjuntamente un estado-; al final de esa película resuelven los problemas del héroe y la heroína.

"El Gran McGinty "no es una comedia disparatada como "El milagro de Morgan's Creek "o" The Palm Beach Story ". El humor proviene del hecho de que un vago llega a ser alcalde, llegando a creer que emplea como contratistas de obras a un gran jefe mafioso y a sus secuaces; cuando es en realidad 'El jefe' quien utiliza a este alcalde para sus súcios fines.



Las mejores escenas son entre Tamiroff y Donlevy, -que trabajan juntos explendidamente-, sobre todo cuando estan tratando de matarse el uno al otro. Aunque la última escena es triste, Sturges hace un giro cómico en los últimos planos de la película.



Oscar el mejor guión original (premiando la academia esta faceta frente a la de director) para Preston Sturges. Brian Donlevy, -generalmente un actor de reparto-,(el Dr. Quatermass), hace un trabajo excelente como McGinty, un hombre duro y beligerante, pero con un lado amable que ni siquiera él sabía que tenía. Muriel Angelus, -una dama británica que se retiró definitivamente del mundo del cine en 1946 para criar una familia-, es la bella señora McGinty, una mujer con dos hijos que ya fue abandonada por su primer marido y que está enamorada de su esposo de pega. Y el actor de carácter de muchos filmes de Orson Welles, Akim Tamiroff, -tan magnífico como siempre-, compone un poderoso "Boss" que tiene una relación voluble con su marioneta política, -que a veces se sale de sus cuerdas-. Una excelente película que se burla de la maquinaria política y de lo que puede suceder cuando el amor entra en nuestras vidas.




 Dan McGinty conoce a The Boss

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Título original  CHRISTMAS IN JULY
AÑO 1940
DURACIÓN 70 min.
PAÍS USA
DIRECTOR Y GUIÓN Preston Sturges
MÚSICA Werner R. Heymann, John Leipold y Leo Shuken
FOTOGRAFÍA Victor Milner (B&W)
REPARTO Dick Powell, Ellen Drew, Raymond Walburn, Alexander Carr, William Demarest, Ernest Truex, Franklin Pangborn, Harry Hayden, Rod Cameron
PRODUCTORA Paramount Pictures
GÉNERO Comedia romántica

Sinopsis: Jimmy McDonald, empleado de la Compañía Cafetera Baxter, se niega a casarse con su novia, Betty Casey, hasta que no haya prosperado. Para ver cumplido su sueño, Jimmy, al que le encanta participar en concursos radiofónicos, envía un lema al concurso de la Compañía Cafetera Maxford. Tres de sus amigos deciden gastarle una broma y le mandan un telegrama falso diciéndole que ha ganado los 25.000 dólares del primer premio. Jimmy, deslumbrado por su suerte, se apresura a gastar en regalos para sus vecinos y amigos. Entonces el señor Baxter piensa que las ideas de Jimmy son buenas y le asciende al departamento de publicidad. Pero aparece el señor Maxford y denuncia a Jimmy...



Segundo largometraje de Preston Sturges, en el que interviene como guionista y director. Adapta la comedia "A Cup Of Coffe" (1931), del propio realizador, todavía no estrenada. Se rueda en los Paramount Studios con un presupuesto ínfimo, cuando en Europa ya había estallado la IIª Guerra Mundial. "Navidades en julio" es una inteligente fábula sobre el éxito social que, pese al impuesto final feliz, se revela como una de las reflexiones más amargas y lúcidas que jamás se hayan hecho sobre la miseria de la clase media norteamericana en general y de sus sueños de ascensión social en particular. Una brillante y eficaz puesta en escena consigue que sus resultados sean prácticamente redondos.
Simpática comedia sobre una pareja de novios de pocos recursos, que esperan hacer realidad sus sueños ganando los 25.000 dólares de un concurso radiofónico sobre el eslogan de una marca de café. Película con todas las características marca de la casa del cine de Preston Sturges, un guión ágil, ritmo acelerado, combina situaciones caóticas e inverosímiles con imprevisibles resultados y grandes dosis de buenos sentimientos. Todo ello impregnado en una sutil crítica al sueño americano capitalista, mostrando las dos caras del dólar a través de las miserias y anhelos de gentes humildes, en contraste con la opulencia de los más ricos. Una buena forma de acercarse al cine de Preston Sturges y pasar un agradable rato. Esta maravillosa comedia logra enganchar hasta el final y está llena de momentos memorables. Yo destacaría la interpretación de Ellen Drew que está soberbia. La historia se enreda a causa de una broma que acaba convirtiendose en realidad. A partir de aquí el talento de Sturges conduce la historia en poco más de una hora mágica llevando a los personajes de arriba a abajo. El reparto es espléndido, tanto Powell como Drew tal vez no eran actores de primera fila pero tenían una cierta reputación ambos sobre todo en musicales, Powell con la Warner y Drew trabajando con Bing Crosby. Ambos volverían a coincidir siete años después en el film de Robert Rossen "Johnny O'Clock".


Pero lo que más destaca de "Christmas in July" es esa aparente sencillez con que sucede todo, ese realismo mágico que tan bien plasma Sturges, aunque luego tenga su revés, su bofetada traicionera. Así como esa relajación con la que se suceden los diálogos como en la primera secuencia en la azotea en la que la pareja escucha la radio esperando el veredicto del concurso. En 67 minutos pasan muchas cosas y con aparente tranquilidad. Son dotes de un maestro que no concede ni un segundo a planos vacios y a escenas de relleno.


Siempre del cine clásico menciono a los secundarios porque en aquel cine tenían verdadera relevancia y en consecuencia, paradójicamente eran actores de primer nivel, como en este caso Raymond Walburn, actor habitual de Sturges, que interpreta al Dr. Maxford, presidente de la compañía cafetera y organizador del concurso.


En líneas generales un gran film del que se extraen ideas y se recogen los buenos momentos cinematográficos que medio inauguraban la trayectoria de Sturges, prolífica como guionista en los 30, pero como director casi exclusivamente centrada en los 40. Altamente sugerente y recomendable.
La película es una comedia realista en la que el realizador combina ternura y sátira bajo la apariencia de una obra alegre, divertida y optimista. Toca los sentimientos en la justa medida para emocionar sin caer en sentimentalismos, como prueba la ajustada escena de la niña en silla de ruedas. El humor se basa en malentendidos (Sr. Maxford), bromas de compañeros, imágenes sorprendentes (sala con más de 50 puestos de trabajo alineados y despersonalizados), el pintoresquismo de algunos personajes y su caprichosa valoración del talento (jefe de oficina), el descarado oportunismo de otros (Sr. Shindel), situaciones surrealistas (desacuerdo del Jurado), las confesiones autocríticas (el empresario que reconoce carecer de talento) y la recreación de slapsticks (la revuelta de los vecinos del East Side con lanzamiento de tomates, pescados y pasteles). Añade elementos de sátira sobre el sueño americano, el concepto de éxito y triunfo, el consumismo compulsivo, los caprichos del destino. Menciona los avances técnicos (lavadora eléctrica), elogia los inventos (cama desplegable inventada por el realizador). Propone que en un mundo libre y competitivo todos tengan oportunidad de demostrar su valía y capacidad suficiente para afrontar el fracaso. Elogia la incorporación de la mujer al mercado de trabajo (antes de que la IIª Guerra Mundial la impusiera en el país) y la generosidad.


Lamenta con mordacidad la carestía de la vivienda de entonces. "Navidades en julio" es una tragicomedia, ese género tan socorrido por Frank Capra por ejemplo.


La música, tomada de grabaciones genéricas, es de Werner R. Heymann, John Leipold y Leo Shuken, (no acreditados). Incorpora fragmentos de composiciones orquestales del momento, ligeras, bailables y alegres, con predominio de los instrumentos de viento. La fotografía, en B/N, crea imágenes bien contrastadas, que destacan con negros intensos sobre grises claros los elementos centrales de la acción (protagonistas, muñeca de la niña discapacitada, policía, gato que evoca el destino: la suerte, o la desgracia). Los diálogos son brillantes, la narración es bellamente concisa y la cinta sabe a poco por su brevedad (70').

Nota negativa: Muy mala la calidad del audio en castellano del DVD español que he podido ver.

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Los jefes de las ambas compañías cafeteras son hombres tan grises que llevan a cabo los siguientes soliloquios de un marcado acento derrotista:


El Sr. E. L. Waterbury: "Y luego otro día... uhh... un poco más tarde, -considerablemente después-, me di cuenta de algo más; -algo que deseo compartir usted ahora, señor MacDonald-. Yo no soy un fracasado. He tenido éxito. Vé usted, la ambición está bien si funciona. Pero ningún sistema puede funcionar correctamente si sólo la mitad del 1% tienen éxito y todos los demás son unos fracasados, -esto no sería correcto-. Yo no soy un fracasado. He tenido éxito. Y usted también lo tendrá si gana su propio sustento, paga sus facturas y mira el mundo frente a frente. Espero que gane los 25.000 dólares, Sr. MacDonald. Pero si eso no ocurre, no se preocupe. Ahora, vuelva a su escritorio, ¡demonios!, y trate de mejorar su aritmética."


Dr. Maxford: "Me gustaría morirme aquí mismo. ¿De qué sirven estos concursos de todos modos?: Interrumpen toda la organización, -que ya tiene millones de enemigos-, y lo único que demuestra es que estás ganando demasiado dinero, eso en primer lugar, y que puedes permitirte el lujo de tirarlo, regalándoselo a un cabeza de chorlito, que probablemente nunca ha probado una taza de su café en su vida, y que desayuna con leche de cabra."


Sr. J. B. Baxter: "Yo no soy un genio. Este negocio lo heredé de mi padre. Cometo errores todos los días. A veces, varias veces al día. Tengo un almacén entero lleno de errores. Pero sé distinguir a un triunfador. Creo que sus ideas son buenas porque a mí me lo parecen. Pero sé que sus ideas son buenas ya que ganó este concurso por encima de millones de aspirantes."
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En " Navidades en julio "posiblemente Sturges estaba tratando de enseñar a Frank Capra cómo manejar los sentimientos sin caer en el sentimentalismo. Es increíble cómo es capaz de caminar sobre una cuerda floja entre la sátira y el sentimentalismo. Película corta y dulce, luminosa y fresca, pero con una sólida médula.



Un gran revuelo a partir de un telegrama falso

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Título original: THE LADY EVE

Año: 1940. Estados Unidos. Dirección: Preston Sturges. Argumento: El cuento “The Faithful Heart”, de Monckton Hoffe. Guión: Preston Sturges. Fotografía: Victor Milner. Música: Sigmund Krumgold. Paramount.
Actores: Barbara Stanwyck (Jean Harrington), Henry Fonda (Charles Pike), Charles Coburn (“Coronel” Harry Harrington), Eugene Pallette (Sr. Pike), William Demarest (Muggsy-Ambrose Murgatroyd), Eric Blore (Sir Alfred McGlennan Keith), Melville Cooper (Gerald), Martha O’Driscoll (Martha), Janet Beecher (Sra. Pike), Robert Greig (Burrows).


Sinopsis: Durante un viaje en un trasatlántico, Charles Pike, el hijo de un millonario fabricante de cerveza, se enamora de Jean Harrington, que se dedica con su padre a timar a los pardillos con las cartas. Jean también se enamora de Charlie e informa a su padre de que piensa reformarse, pero Charlie rompe su compromiso con Jean cuando se entera de que es una estafadora. Dolida, Jean proyecta vengarse. Los Harrington se encuentran con un amigo, también estafador, y Jean planea hacerse pasar por su sobrina inglesa Lady Eve Sidwich. Charlie conoce en una fiesta a Lady Eve, quedando anonadado por su gran parecido con Jean.

Sobre una maravilla llamada “Las tres noches de Eva”. La primera parte del film es una divertida comedia romántica con una belleza visual elegante y unos planos fijos de la pareja protagonista en plano medio o en primer plano magníficos, donde hay secuencias que tienen un erotismo sugerido brillante demostrando lo grandes intérpretes que eran Henry Fonda y Barbara Stanwyck y la química que tenían ambos. Y la segunda parte del film es una comedia más alocada con slapsticks incluidos, (la escena de la cena en la mansión Pike tiene momentos que fueron utilizados en "El guateque" de Blake Edwards, 1968), pero rodada también con mucha elegancia con secuencias románticas y divertidas al mismo tiempo. El film en general es maravilloso mezclando momentos divertidos con el personaje de Fonda cayéndose todo el rato o con su guardaespaldas vigilándolo en todo momento, con momentos románticos y bellos de Fonda y Stanwyck estando juntos ya sea en la cubierta de un barco o en un tren. También hay que destacar a los actores secundarios, como Charles Coburn, Eugene Pallette, o William Demarest que están sensacionales demostrando la importancia que tenían en el cine clásico los actores de reparto por lo buenos que eran, no como en el cine actual que casi no tienen repercusión, porque ni son tan buenos actores ni se les desarrolla demasiado bien en las tramas. Es una comedia genial de la edad del oro de cine de Hollywood, donde el cine comercial brilló como nunca por tener a grandiosos e inteligentes cineastas, que supieron plasmar en pantalla todo el conocimiento que tenían del lenguaje cinematográfico y todas sus obsesiones, dotando así a sus obras de una calidad artística maravillosa y de un estilo definido.


Notable screwball comedy rodada por P. Sturges sólo 3 años después de la referencial "La fiera de mi niña", y que guarda con ésta importantes similitudes argumentales: Un tímido e ingenuo científico vé como una mujer bella, impetuosa y con iniciativa irrumpe en su apacible vida afectiva. Pese a estas semblanzas ineludibles, Las 3 noches de Eva es una película con una marcada personalidad propia; en su primer segmento luce mayor carga dramática y opta por un humor más contenido que la obra de Hawks, para decantarse en su segunda mitad por el slapstick moderado y un dinamismo más desmadrado. Sin eludir las referencias eróticas, la química existente entre H. Fonda y B. Stanwyck es de las más reseñables de la historia del cine.


Esta comedia contiene todas los ingredientes de las "screwball comedies". Es alocada, tiene ritmo, se desarrolla en un lujoso entorno (en un crucero y en una mansión), ... pero sobre todo es una de las comedias más divertidas que se han filmado. Las continuas peripecias por las que pasa el joven heredero Charles Pike (Henry Fonda) debido a la aparición en su vida de una preciosa estafadora (maravillosa Barbara Stanwyck), nos llevan de la sonrisa a la carcajada desde el principio hasta el final de la película. A las buenas actuaciones de los dos actores principales (Fonda y Stanwyck) se unen las fenomenales interpretaciones de todos los actores de reparto, destacando el gran Charles Coburn. La película es una comedia de enredos, falsas identidades, engaños y venganzas, que culmina en una guerra de sexos subida de tono. Al amparo de la farsa, el autor crea una obra de fuerte carga erótica, que va más allá de lo habitual en el momento de su producción. Incluye dos escenas de seducción, que enmarcan un relato en el que abundan las referencias a la práctica del sexo. La obra incopora una crítica ácida de la sociedad americana adinerada, individualista y poblada de vividores, impostores, estafadores y arribistas. El autor diseña el film al servicio del lucimiento de Stanwyck, en la cima de la popularidad. Le supuso una ocasión de oro para demostrar su valía como actriz de comedias. La tensión dramática alcanza niveles memorables en la secuencia de la noche de bodas en el tren. Son escenas destacadas la partida de póker en el trasanlántico, la de Jean observando el revuelo que provoca en el comedor del buque la presencia de Charlie (con H. Fonda leyendo un libro de irónico y profético título: "¿Son necesarias las serpientes?"), las dos escenas de seducción, el desayuno imposible del Sr. Pike (Eugene Pallette) entre otras.


Una de mis películas favoritas. Desde los créditos, ¿puede alguien negar la ternura de esos créditos? Nunca he visto una animación utilizada en los créditos de películas interpretadas por actores de carne y hueso, he leído que era porque la serpiente real de la película no cooperaba y Sturges se conformó con un dibujo animado de Leon Schlesinger. Pienso que le aporta un toque bonito y caprichoso a la película, especialmente al final de los créditos cuando el caricaturesco bífido serpentea a través de la letra O del nombre de Preston Sturges y se queda atascado en ella, ¿un reflejo de Charles Pike perdiendo su libertad por culpa de un anillo de compromiso?. Me pregunto por qué la serpiente lleva sombrero de copa y una maraca en la cola, ¿tal vez trata de reflejar al millonario Charles Pike, que viene de estudiar a los reptiles en el Amazonas? No tengo ni idea. Noventa minutos mas tarde, en el The End, vemos como la serpiente animada ha quedado sin sentido al caerle dos enormes manzanas en la cabeza; ¿esto significa que Charles Pike queda de nuevo aturdido por Jean/Eve, teniendo que abandonar definitivamente el jardín del Edén?. No me importa lo más mínimo; me encanta esa simpatica serpiente de dibujos animados.

Sturges, obviamente, es un maestro con las tomas largas, -y lo demuestra de nuevo en su escena de la seducción en el camarote, dónde Stanwyck juguetea con el pelo de Fonda, tratando de llevarle a la cama, como una araña que teje su telaraña-. Su mejor momento es la escena en el restaurante del trasanlántico, donde ella usa su espejo de maquillaje para hacer un comentario sobre todas las mujeres que se comen con los ojos al millonario Fonda, tratando de cazarle. Molesto con la atención femenina que despierta, Fonda intenta escapar; entonces Stanwyck le tiende la zancadilla. Cuando Jean (Barbara Stanwyck) usa el espejo para espiar a Charles, la forma tan sensual e irónica con la que habla, la manera que está filmada toda la escena, y cómo encaja su monólogo con la escena muda, todo resulta perfecto. ¿Cómo puedo olvidar esa mirada en el rostro de Henry Fonda cuando Barbara Stanwyck le acaricia el pelo? La química entre los dos personajes fundidos con los actores es perfecta, ¡es abrumador verlos juntos!. Me sorprende cómo estas escenas fueron aprobadas por el Código Hays. El final también me chocó. La secuencia final suspende el relato mediante una escena fuera de campo, que releva la atención del espectador con un anuncio que no significa lo que dice y que no interrumpe la acción, la tercera noche de Eva. El final es una clara búrla al Código Hays, es lo más cercano al adulterio (Fonda al menos así lo cree) que se podía hacer en 1940.

En mi opinión, la perfecta última frase de William Demarest: "Sigo diciendo que es ella", eclipsa incluso a la de Joe E. Brown en "Some Like It Hot" como la mejor frase para finalizar una película.

Especialmente divertida es la escena en las que Stanwyck explica a Fonda que no es vírgen y que ha tenido innumerables amantes, mientras pasa el tren por el túnel a una velocidad fantasmal, como sin control, a lo largo de las vías. Fonda resulta muy gracioso interpretando a un privilegiado niño despistado. En una actuación muy sutil, es el más interiorizado de los actores de la película, sus expresiones faciales no tienen precio. Como fan de la música clásica tengo que destacar el uso maravilloso de la "Obertura Poeta y Campesino" de Franz von Suppé cuando Jean le está contando sus aventuras a Charles en la escena del tren. Sólo esta gran escena ya justifica la visión de la película. Es impresionante cuando ellos están en plena luna de miel en un vagón privado; el montaje, el sonido, los efectos visuales y la interpretación de los dos actores, están tan bién acoplados que se ajustan perfectamente a los estado de ánimo y a las sensaciones físicas que nos transmiten lo que está sucediendo entre Charlie y Jean. La tormenta interior de Fonda corre paralela con la tormenta con rayos y truenos que tiene lugar en el exterior del vagón. Fonda se pone más y más celoso y su desconcierto aumenta. -Escena imitada en la película "ÉL" (1951) de Luís Buñuel-.

¡Como está Fonda en los momentos de slapstick!, en las escenas en las que las bandejas de comida se derraman sobre él. Las actuaciones son excelentes, aunque parece que Stanwyck se enamora de Fonda por piedad más que por amor.
Las caídas de Fonda son dolorosamente reales y se producen demasiado a menudo. Demarest también tiene su cuota de caídas, -y la seguirá teniendo en otra obra maestra que Sturges, "El milagro de Morgan's Creek"-.
En una escena romántica Fonda tiene problemas con un caballo intrusivo.

Los eruditos hablan acerca de leer entre líneas y de segundas lecturas, pero en "Las tres noches de Eva" su gancho consiste precisamente en la llanura empleada a la hora de hablar, -con buen humor, eso sí-, mientras se reflexiona sobre el arte del engaño, el autoengaño y la locura de amor.


 Muggsy, puede ser tomado por una sabio en ocasiones: "Conozco a un tipo que se casó con la misma mujer tres veces, y al final acabó casándose con su tía"; -afirma con amargura-.
Muggsy puede ser sabio, a veces, pero es también es un misógino terrible, descreído con el amor. La única vez que lo vemos en un contexto romántico es al comienzo de la película, cuando una desconsolada mujer nativa de una tribu del Amazonas le entrega un collar con flores antes de que parta desde un muelle, él está muy lejos de despedirse con cariño, pues le espeta muy sério: "Hasta la vista, Ula, te mandaré una tarjeta postal."


La música del film se basa en una partitura original de solos de violín, música ambiental del momento y apasionados fragmentos orquestales. Añade 8 temas de autores diversos, entre los que destacan "Thunderstorm Music" (variaciones sobre "El Barbero de Sevilla", Rossini), "Pilgrim Chorus" ("Tanhäuser", Wagner), "Landlord" (en boca de E. Pallette), "Blaydon Races" (silbado por Fonda). La fotografía, en B/N, es impecable, hace uso de tomas largas, travellings generosos, reflejos en espejos que duplican las imagenes, superposiciones de planos, aceleraciones de imágenes y planos verticales imponentes. El vestuario, a cargo de Edith Head, es imaginativo y espléndido. El guión está elaborado con precisión y maestría, incorpora unos diálogos rápidos y mordaces y frases contundentes ("Las mujeres malas no son tan malas y las buenas no son tan buenas"). La interpretación de Stanwyck es magnífica. La perfecta dirección crea una de las obras más destacadas y características de la filmografía de Sturges.


Su obra más completa, donde su arte como equilibrista de vodevil está más y mejor desarrollado que nunca. Los diálogos son memorables y tocan el tema del sexo de un modo atrevidísimo para la época, con alusiones y sobreentendidos que se mantienen a duras penas en los límites de lo permitido. El tono sedoso de comedia romántica del primer tramo de película lo contrapuntea Sturges con calculadas dosis de situaciones cómicas a mayor gloria de Stanwyck, Fonda y su extraordinario elenco habitual de figurantes. Cuando la película aterriza en la mansión de los Pike, Sturges hace chasquear su látigo y va dando sutiles y mordaces azotitos a una ridícula y pretenciosa alta sociedad tan preocupada por la apariencia externa de las personas que es fácilmente engañada gracias a sus propios prejuicios. Sturges entra aquí de lleno en su terreno favorito, el de la “screwball”, y juega a pisar y soltar el acelerador, distribuyendo sabiamente en la trama gruesos salpicones de “slapstick” de los que, a diferencia de otras peliculas suyas, no llega a abusar.


Barbara Stanwyck es la auténtica protagonista de la historia, tiene una capacidad y una versatilidad increíbles.

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Frases para el recuerdo:

Charles Pike: Lo que estoy tratando de decir es que: Yo no soy poeta, soy un ofidiólogo.
Jean Harrington: Dicen que la cubierta de un trasanlántico de lujo es la oficina dónde una mujer hace negocios.
"Coronel" Harrington: No seas vulgar, Jane. Seamos granujas, pero no vulgares.
Jean Harrington: Yo lo necesito tanto como el hacha necesita al pavo.

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Trailer de "The Lady Eve"



Escena de los celos y la tormenta
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Título oricinal SULLIVAN´S TRAVELS

AÑO 1941
DURACIÓN 90 min.
PAÍS USA
DIRECTOR Y GUIÓN Preston Sturges
MÚSICA Leo Shuken y Charles Bradshaw
FOTOGRAFÍA John F. Seitz (B/N)
REPARTO Joel McCrea, Veronica Lake, Robert Warwick, William Demarest, Franklin Pangborn, Porter Hall, Eric Blore, Robert Greig, Jimmy Conlin
PRODUCTORA Paramount Pictures
GÉNERO Cine dentro del cine. Comedia romántica y sofisticada

                                            

El film más personal de Preston Sturges propone una reflexión sobre el cine y la vida. Considerado como la obra maestra de este director, -opinión sobre la que discrepo-. Su protagonista es un director de cine con mala conciencia que se convertirá en vagabundo para conocer los aspectos que desconoce de la realidad que pretende reflejar en su obra. Este planteamiento, que hace temer un típico discurso paternalista, dio pie a un film inteligente, en el que se reivindica la comedia como un género tan válido como cualquier otro.

Pero la peli no aguanta el paso del tiempo, a pesar de lo interesante de su argumento y la magnífica fotografía. Mi particular reflexión tiende a considerarla con fecha de caducidad.

La ingenuidad, y en ocasiones el ritmo le dañan un tanto. Veronica Lake no tiene el carisma de las grandes y "el poquito de sexo" es tan inocente como el de las aliadas del sagrado corazón.

Esto no quiere decir que Sturges no marcara un hito en la comedia con "Los Viajes de Sullivan" y que otros autores le hicieran su particular homenaje.

Hay momentos maravillosos, de una fuerza tremenda, pero en conjunto ha perdido mucho de la fuerza primitiva.

Sturges al parecer se inspiró en 'Los viajes de Gulliver' de Jonathan Swift. Demasiado repentina transición de screwball a sermón. No ha envejecido bien.


Película audaz y con doble filo, mezclado con la ironía más amarga. También discutible a causa de su audacia, ya que asume el tipo de riesgos que pueden tan fácilmente estallarle en la cara, al dar un giro a la derecha en la -muy discutible- conclusión final, Sturges sucumbió a la ambición y a los niveles múltiples de lectura; uno se pregunta cuánto tiempo puede mantenerse tal farsa en la delgada línea que separa lo ridículo de lo sublime. No llega a alcanzar ninguno de los dos estados, pero la película está tan llena de contradicciones que se tambalea estrépitosamente en el tono.


La fuente primordial de la tensión, por supuesto, es la propia película, el argumento y las emociones que se supone que provoca. Es muy difícil, y muchas veces no permite medir el tono de una escena a otra. A veces esto es sencillo, cuando la información se ha ocultado deliberadamente a la audiencia, entonces se le pide al respetable emitir un juicio y, a continuación se le muestra que es malo, como en las escenas donde los magnates de los estudios reclaman proteger su inversión más segura: Sullivan, (muy razonable).



Pero ¿qué pasa con el 'montaje' posterior con Sullivan y la chica experimentando la "realidad" de la pobreza; ¿estas escenas se supone que son una representación genuina de la pobreza?, ¿O son parte de una sátira sobre las películas más falsamente piadosas como "Las uvas de la ira", dónde la pobreza es dudosamente antiestética?; ¿Porqué hay tantos toques expresionistas en la secuencia de la primera excursión de Sullivan?; ¿Representa una especie de purgatorio abstracto a través del cual Sullivan encuentra la comprensión espiritual que buscaba?



Hay una gran diferencia entre la representación de la pobreza en la secuencia filmada como una película muda, y de aquella en el Sullivan es atacado y enviado a prisión. Pero, ¿cuál de ellas es más "auténtica" que la otra?; el segundo segmento, -valientemente norrealista-, rechaza la opinión de la 'nobleza' de los pobres, muestra cómo esta deshumaniza a las personas, las convierte en seres instintivo y brutales , pero también proporciona una implacable moral, que sugiere que si álguien hace algo equivocado, se verá horriblemente castigado por ello. Este realismo, por lo tanto, es tan artificial como el primer segmento en misiones, comedores sociales y chabolas. Es este el falso socialismo de Sturges, dónde las buenas intenciones de realismo siempre son contaminadas por los supuestos ideológicos, mostrandose siempre condescendiente con la buena voluntad, o los motivos de la elevación del protagonista a héroe.
Este artificio empleado en la película, compuesto por varias auto-reflexiones, en lugar de valerse de un relato verosímil, se ejecuta a través de "Los viajes... ", con personajes hablando de la película mientras estan inmersos en pleno desarrollo de la trama, -estando en una situación terrible, cuando sus amigos difunden su muerte, Sullivan reconoce la necesidad de un giro que debidamente le llega-, con un desprecio por el espectador, apenas disimulado, por parte de Sturges.



El 'tema ostensible' de la celebración de la comedia como el azúcar con el que endulzar la crudeza de la realidad, es una visión muy cínica para una comedia, y sólo un gran manipulador, un conservador, piensa en distraer a una población descontenta de la injusticia de sus vidas. Las mejores comedias, -"Sherlock Jr." de Buster Keaton, "Tiempos modernos" de Charles Chaplin, "Las reglas del juego" de Jean Renoir y "El discreto encanto de la burguesía" de Luís Buñuel-, siempre han sido sobre la vida real, animando a sus espectadores a pensar más sobre la sociedad en que vivimos, tanto desde el naturalismo como desde el surrealismo.



"Los viajes..." no es una excepción . Puede ser que sea una celebración de la comedia, pero de una comedia avanzada. ¿Qué otra película de los 40 se las arregla para mostrar la brutalidad de la pobreza, del sistema penitenciario, de las relaciones raciales, el destino de las mujeres jóvenes en un sexualmente voraz Hollywood (la facilidad con que la chica se pasea en ropa interior y en albornoz en la escena de la piscina lo dice todo), sin embargo, ¿qué elegimos para ver?: Basura. Cuando Sullivan determina al final seguir haciendo comedias populistas está determinación viene avalada por el tañido de la risa mansa de los desheredados y los dolientes; La disyunción es grotesca. Se trata de un hombre rico en un avión, un Diós totalmente alejado de la realidad, rodeado de aduladores tan ricos como él. Esas risas felices podrían ser fácilmente carcajadas de desprecio, porque lo que Sullivan quiere hacer, es esconder las desigualdades del capitalismo, el sistema del que Hollywood se nutre, y los defectos son felizmente cubiertos con inanidad. Sturges cae en la "trampa de Capra" ;- director del que se burla al principio del film-.



Esta contradicción es precisamente lo que hace de "Los viajes" una película con una estructura tan increíblemente avanzada en su época, -se aleja de su ingenio verbal elaborando sofisticados slapstick, o realiza explícitas insinuaciones sexuales,( como la matrona dehaciendo una cama tras ver a un sudoroso Sullivan, cortando leña sin camisa ); otros momentos van de la tragedia a la alucinación, ( el hombre rico y privilegiado que no puede escapar de Hollywood se transmuta en los huéspedes que no pueden salir del albergue ); del mismo modo que unos burgueses no pueden cenar en la películas antes citada de Buñuel; o la película que comienza con su fin, -la secuencia de apertura se parece a la de 'Ciudadano Kane'-. El silencio inexpresivo de Veronica Lake como un vagabundo es aludido por Jeanne Moreau en "Jules et Jim" de François Truffaut. Pero en su alegría, Preston Sturges democratiza la comedia, (véase de nuevo la secuencia de la piscina), dónde varias clases sociales caen al agua; hay gloriosos actores de apoyo: mis favoritos son los inmortales Eric Blore y Robert Greig, que encarnan al servicio de Sullivan.



También resulta demasiado cursi, artificial y episódica. Contiene grandes momentos, como cuando los dos productores fingen haber superado un pasado excesivamente dificil para tratar de disuadir a Sullivan de llevar a cabo un plan tan descabellado como extremadamente demagógico (en un maravilloso plano-secuencia de cinco minutos); la veloz persecución a través del bosque de un yate de tierra a un kart trucado como un tanque, conducido por un niño de 13 años (en un espléndido homenaje a Mack Sennett y al 'cartoon');

 Muy pragmático el 'vallet de chambre' de Sully, cuyos conocimientos a pié de calle superan a los del mayordomo, demasiado intelectual y pomposo; como prueba el siguiente soliloquio intimidatorio sobre la pobreza por parte del mayordomo Burrows (en una escena de alta comédia), del que por desgracia tanto Sullivan como P. Sturges hacen caso omiso:

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Burrows: No me gusta nada,su disfraz, señor, ¿debo tomarlo como una broma?

John L. Sullivan: ¿Qué es lo que pasa con él?

Burrows: Nunca he sido comprensivo con la burla de los pobres y necesitados, señor.

John L. Sullivan: ¿Quién se burla? Voy a salir a la calle para saber lo que es ser pobre y necesitado y luego voy a hacer una película sobre el tema.

Burrows: Si me permite decirlo, señor, el tema no es interesante. Los pobres lo saben todo acerca de la pobreza y sólo los ricos morbosos encuentran el tema glamuroso.

John L. Sullivan: Pero yo lo hago por los pobres. ¿No lo entiendes?

Burrows: Dudo que se lo agradezcan, señor. Más bien se molestarán con la invasión de su intimidad, y creo que con razón, señor. Por otra parte, dichas excursiones puede ser extremadamente peligrosas, señor. Trabajé para un caballero, que una vez, con dos amigos, se atavió del mismo modo que usted, señor, y después salieron a dar un paseo. No se ha sabido nada de ellos desde entonces.


(...)

Burrows: Verá, señor, los ricos y los teóricos -que suelen ser ricos- piensan en la pobreza en sentido negativo, como en la falta de riquezas -como la enfermedad podría entenderse como falta de salud-. Pero no es así, señor. La pobreza es la falta de todo, y es una plaga en sí misma, virulenta y contagiosa como el cólera; y la suciedad, la delincuencia, el vicio y la desesperación son sólo algunos de sus síntomas. Hay que mantenerse al margen de ella, incluso con fines de estudio. Debe alejarse ella.

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O la escena del vagabundo real suplantando al vagabundo falso su identidad y su profesión, que me recuerda al norrealismo italiano por como está rodada.


A fin de cuentas, Lo que parece que uno desea no es necesariamente lo que realmente quiere, ni es probable que sea lo que necesites. Pero encontrar la respuesta depende de la persona, una perspectiva que es explorada en la satírica "Sullivan 's Travels". El director cinematográfico John L. Sullivan ha hecho carrera dirigiendo comedias, produciendo un éxito tras otro, sin embargo, él anhela hacer "películas serias", con un significado, un drama que dejará su marca en la industria y en el mundo. Ha comprado los derechos de un best-seller en la línea de John Steinbeck y Erskine Cadswell, que él piensa que es perfecto para dar rienda suelta a su ambición, un guión titulado 'O Brother, Where Art Thou?' ("Los hermanos Coen usaron este título y la escena de la cuerda de los presos para su película rodada en el año 2000). El estudio para el que trabaja, sin embargo, se resiste a la idea de producir un drama social, las comedias de Sullivan son tontas y graciosas, pero son una fuente de ingresos para el estudio, ¿por qué no seguir engañando al público con éxito?


Sullivan se mantiene tan firme en su decisión de hacer su película soñada que llega a un acuerdo con el estudio obteniendo luz verde por parte de este. Pero una vez que le ha sido dado el visto bueno se da cuenta que para hacer una película verdaderamente significativa sobre la pobreza, debe primero experimentar la dureza de la vida que se examina en 'O Brother'. Así que con sólo una moneda de diez centavos en los bolsillos se va a ver el mundo real, conseguirá todo lo que andaba buscando y mucho más, en una odisea que será inolvidable para Sullivan.


Llena de patetismo, la película de Sturges es un perspicaz estancia en el territorio de la condición humana. Pretende hacer reír y hacer llorar.



Uno de los elementos de que hace tan interesante esta película es una de las verdades básicas que esta película señala -que la gente vive dentro de los parámetros que ellos mismos se han diseñado-, establecidos a través de la experiencia personal y del marco de referencia.



Sully recibe una lección de vida, o una lección sobre la naturaleza humana, un reconocimiento elevado de que las cosas son así, y no necesariamente de la forma que pensamos que deberían ser. Es una película que celebra la comodidad que se encuentra en la búsqueda del propio nicho, y discursea sobre el hecho de darse cuenta de la importancia de lo que uno aporta a su mundo y a los que te rodean. Llegas al sincero entendimiento de que la hierba no es siempre es más verde al otro lado. Y esto hace de tu propia hierba luzca bastante bien. Es la magia de las películas.


Sinopsis: En Hollywood en los años treinta, no querían ni tocar cualquier proyecto que consideraran no comercial. Por eso, cuando John Sullivan, un director de éxito en comedias, decide hacer una película basada en un best-seller serio, el estudio cree que se ha vuelto loco. ¿Por qué este director quiere hacer la película sobre los pobres? Es una idea absurda pues, como en la actualidad, todas las películas americanas, básicamente son todas casi clónicas. Después de todo, la industria hollywoodense quiere que todos pasen un buen rato, entretenidos, y que no piensen en absoluto.




John Sullivan consigue mucho más de lo que esperaba cuando decide salir a las carreteras secundarias del país, vestido como un vagabundo y con sólo diez centavos en el bolsillo. La primera comprobación de la realidad llega cuando conoce a la chica en el restaurante de carretera. Tiene hambre, pero ¿qué se puede obtener diez centavos ? Esta chica, que ha tratado de hacerse un nombre en el cine, le invita a jamón a huevos y a café, sin condiciones. Si hay un alma más caritativa que esta joven que no quiere nada a cambio, no la conozco todavía. ¿Han visto nunca a una starlette más bella que Veronica Lake?




Sully y la chica se embarcan en una odisea donde son testigos de la realidad de los indigentes de América que viajan en vagones de ganado vacíos por todo el país en busca de trabajo, o tal vez de una vida mejor. Sullivan en última instancia, quiere dar dinero de forma anónima a la pobre gente que ha conocido, pero cae en desgracia y termina en la cárcel, víctima de pruebas circunstanciales. Una noche Sully descubre el gran misterio acerca de la fascinación de las imágenes cinematográficas: ¡Es la risa tonta! Sullivan dá cuenta de lo lejos de la realidad que ha estado siempre tratando de llevar el teatro a las masas.



Pero una cosa es jugar a ser pobres, y otra cosa es ser realmente pobres.




En una broma arrogante, Sullivan sale a la calle con 1.000 dólares en billetes pequeños de cinco, con la determinación de distribuirlos entre las personas sin hogar que él encuentra. Uno de estos sin techo, después de recibir su billete de 5 dólares (y al contemplar el fajo que lleva de Sullivan encima), sigue a este y le golpea, robando el resto de los billetes . El brutal vagabundo coloca a Sullivan en un vagón de tren, y es arrollado por un tren mientras trata de recuperar el dinero que se ha esparcido por los raíles. Los amigos de Sullivan, después de una búsqueda exhaustiva, determinan que el vagabundo muerto es realmente Sullivan. Sullivan mientras tanto se despierta en algun lugar del profundo sur, donde un trabajador del ferrocarril le enpuja para que se baje del tren. En un ataque de fúria, Sullivan agrede al hombre. A causa de esto, Sully es arrestado y enviado a prisión.



Hay una media hora a partir de este punto que solidifica el juego de esta película como una obra de interés. Por último, Sullivan ha conseguido lo que deseaba: ser un vagabundo, un convicto, él y sus compañeros presos son atormentados . Nadie cree su historia. La escena culminante de la película es brillante: los presos están autorizados a visitar una iglesia de negros (y, a pesar de estas gentes negras son un poco estereotipadas, como sólo se puede esperar en una película de 1941, no solamente son mostradas con una luz sorprendente humana, sino que son en realidad los personajes más amables y sinceros de toda la película, aunque no se expresa explícitamente, estas personas estan seguramente tan oprimidas como los presos), están proyectando una película . Es un dibujo animado de Micky Mouse, y tanto los presos como el pueblo negro rompen a reir en una estruendosa carcajada. Sullivan primero se resiste. Él es un director de cine serio. Él se toma el cine en serio, como un arte. Pero luego, rápidamente se da cuenta de que esa risa les está ayudando mucho a todos, mucho más de lo que una película sobre su vida podría llegar a hacerlo jamás.



Posteriormente, a través de un gran giro, Sullivan alerta a sus amigos de su paradero, lo que provoca su liberación. Y la idea de una película en serio sobre los oprimidos que quería hacer con gran obstinación, antes de su aventura, es abandonada. Una comedia ayudaría mucho más.


Lamentablemente, en Los viajes de Sullivan, los cambios de tono son demasiado violentos. Las escenas de alta velocidad y las escenas de farsa al principio y al final de la película son demasiado ridículos, mientras que los sufrimientos de Sullivan en las secuencias dramáticas social-realistas de la sala de juicios, en la granja de la cárcel, y su epifanía final del evangelio en la iglesia van de lo sombrío a lo extraño. El momento culminante de la película - que se repite durante los últimos planos de la misma-, es la risa histérica de los condenados y los fieles de la iglesia baptista al observar un dibujo animado de Mickey Mouse y Pluto. Tal vez en 1941 esto fuera posible, pero actualmente la risa demente de todo el episodio resulta inquietante. Cada vez que veo esta escena, siempre pienso en el rebuzno de los capitalistas regodeándose de la propaganda soviética.


Así que, efectivamente , "Los viajes de Sullivan" al mismo tiempo entretiene y sostiene un punto de vista muy interesante. ¿Deben hacerse dramas sobre los oprimidos?. Yo creo que sí. ¿Quién podría negar las emociones despertadas por una película como "El Ladrón de bicicletas"?. Creo que este tipo de dramas no son para ayudar a los oprimidos directamente, sino que tienen por objeto sensibilizarnos sobre los oprimidos, de la situación de los menos afortunados, y por lo tanto llamar nuestra atención y luego, posiblemente, incluso se puede hacer algo por ellos. Espero que así sea. Llegados a este punto, yo realmente no creo que sea tan obvia la moral o la intención de Sturges co esta película. Él nunca fue tan frívolo como aquí. Si se liminaran los últimos cinco minutos lo que tendríamos es una simple lección: hay buenos y malos en cada metro cuadrado de la esfera social. Los seres humanos de todo tipo son imperfectos y, a veces esas
imperfecciones -la ingenuidad, la codicia, la infatuación-, llevan a consecuencias inesperadas, ya sean alegres o dolorosas. Las personas son claramente clasistas y codiciosas, pero el que uno sea pobre no significa necesariamente que sea un héroe.


Hay grandes inconvenientes en el film: La presencia de la envarada Verónica Lake, una actriz limitada que ofrece muchas de sus líneas con un único registro, siendo este realmente muy molesto, (la encuentro patética tratando de emular a la Paulette Godard de "Modern Times" de Chaplin); y la forma harto caprichosa con la que Sturges lleva a cabo los giros temáticos y argumentales de la trama.



La película (en mi perspectiva) falla en él la ambición más elevada -que consiste en expresar conmovedoramente la condición de los menos afortunados mientras realiza una comedia de enredo en torno a esta situación, que sería precisamente el tipo de entretenimiento que esos mismos desheredados de la tierra gozarían-; una película irónica sobre el cine dentro del cine.


Charlie Chaplin era mucho más eficaz expresando tanto la tristeza de los oprimidos mientras mezclaba con eficacia la crítica social con un humor genuinamente divertido. Tal vez porqué Chaplin había sido pobre.



En este caso, he encontrado al protagonista superficial, egoísta e hipócrita en última instancia. Aquí tenemos a un rico de Hollywood fingiendo ser un vagabundo y encontrandose en desconexión con su forma de vida durante casi toda la película. Este personaje no está correctamente interpretado, a pesar de ser muy interesante de inerpretar. Además, el personaje de Veronica Lake está totalmente fuera de lugar en esta película. El interés del amor distrae del mensaje que la película trataba de transmitir, y no podía venir, ni remotamente, por parte de una pobre muchacha aspirante a actriz, ni del traje de vagabundo de guardarropía que se pone McCrea. En ningún momento parecen dos jóvenes desfavorecidos, en absoluto.



En la viñeta final en la que, supuestamente, Sullivan vé la situación real de los "menos afortunados", tras codearse con los criminales más endurecidos, -hombres pisoteados todos los días-, acaba valiéndose de su estatus social. Una medida (nada ética), con el fin de salir de una condición no deseada. Entonces se nos pide dar un giro, como hace la trama, y animar a nuestro héroe liberado y apoyar su supuesto "punto de vista ilustrado".



Esta sátira es un desigual pastiche de diversos géneros, pero consigue algunos momentos cómicos brillantes. Me siento muy neutral sobre esta película. Funciona más como un metafilm más que como una comédia. Hay elementos ante los que no estoy muy cómodo.



El gran punto de inflexión de la película es cuando Sullivan trata de limpiar su conciencia con dinero, es declarado muerto y termina en un cuartel de presidiarios, condenado a seis años de trabajos forzados. Me parece imposible no tener en cuenta el gran problema con el punto de trama que conduce a Sullivan ser declarado muerto... El vagabundo que roba Sullivan de su dinero es atropellado por un tren y es confundido con Sullivan. ¿Por qué? Porque es el mismo vagabundo que robó antes las botas de Sullivan en la película, pues en dichas botas tenía Sullivan su tarjeta de identificación.
¡Demasiada coincidencia! Y en la película ni siquiera queda bastante claro que sea el mismo vagabundo el que roba a Sully en dos ocasiones.



Ni siquiera el guión es sólido, –al margen de su nulo gusto-, tiene muchas lagunas, algunas ya se han apuntado; pero el guión tiene otras pifias garrafales, siguiendo con lo la identificación por los zapatos. Si el personaje de Veronica Lake sabía que le habían robado los zapatos a Sullivan en el albergue mientras dormía, ¡como pudo decir a la policía que no sabía que éste tenía una tarjeta de identificación en la suela!



Pero hay más despropositos, como cuando Sullivan se declara culpable de su propio asesinato, aparece su foto en el periódico -en primera plana-; y en cambio no aparece ninguna fotografía del director cuando se le supone muerto. Lo siento... pero este tipo de problemas con la narración me distraen a la hora de disfrutar de una película.



En definitiva, "Los viajes de Sullivan" era una película que disfruté viendo pero también tuve algunos problemas con ella. La película cambia su estilo y el tono con demasiada frecuencia, perdiendo hacia el final su estilo própio. La película comienza como una comédia y como una película de aventuras, es una gran historia en potencia. Más que una película divertida, tiene múltiples capas. La película puede verse también como un aprendizaje vital, dónde un exitoso director de Hollywood va difrazado como un vagabundo para aprender lo que significa meterse en problemas, vivir sin ayuda de nadie y sin dinero, con el fín de poder dirigir un drama duro que se le ha metido en la cabeza hacer.



Pero la película lo basa todo en el hecho de reír y de ser feliz. La película es un homenaje a los que nos hacen reír, esto lo encuentro con un poco extraño, honestamente. ¿Por qué dedicar una película a una cosa así? Tal vez fue porque había una guerra mundial en ese momento? No lo sé. La película está dedicada a los cómicos del mundo, pero debería estar dedicada a los que crean que la limosna es la mejor forma de arreglar la pobreza del mundo. Y pese a que la conclusión final me encanta como reivindicación a la comedia, no es demasiado sorprendente porque se iba insinuando a lo largo del metraje.


Así que la película presenta dos contrastes, comedia tonta y feliz, y drama serio y duro con el consabido 'mensaje'. Este enfoque funciona bien durante la mayor parte de la película, pero hacia el final la historia empieza a hacer algunos giros un poco extraños y la comedia desaparece casi por completo de la obra.



La película, imaginativa e innovadora, compendia géneros diferentes: slapstick (escena autobús), comedia romántica, drama carcelario, sátira, acción (huida en tanque ligero), documento social (albergue de los sin techo), melodrama, crimen y cine dentro del cine. Con humor y buen sentido de la sátira, ironiza sobre la opulencia desmesurada (la casa del director), las obsesiones de Hollywood con la comercialidad, la violencia carcelaria, la inseguridad ciudadana, las penurias de los indigentes, la segregación racial, los matrimonios fiscales de California, etc. Cita con simpatía a dos directores: Capra y Lubitsch. Suma humor visual, gestual y verbal, de género negro, tragicómico, satírico, burlesco, extravagante y basado en la exageración ("Te pareces a un chico tanto como Mae West"). Defiende el valor educativo del cine, la validez de la comedia y la trascendencia del humor. Juega con los cambios de identidad. Son escenas destacadas las caídas en la piscina, el comedor de indigentes, el robo de las botas, las maquinaciones lúbricas de las dos viudas mayores de la granja; Y ofrece muchas lecturas.



La música se integra en la acción, subraya la ironía (con notas de saxo), el drama, la tragedia y la alegría. Añade dos melodías ajenas: "Spring Song" (Mendelssohn) y "Let My People Go" (tradicional). La fotografía realza la comicidad visual o contrapone la serenidad de Veronika Lake con la odiséa de McCrea en su obstinada búsqueda del Nirvana, explica con imágenes superpuestas y desfocadas la confusión del amnésico, acelera la velocidad de las imágenes con fines cómicos y se beneficia del excelente vestuario de Edith Head. El guión elabora un relato de cuadros diferentes, enlazados por el viaje de Sullivan (homenaje al cuento "Los viajes de Gulliver", 1726). Mantiene un ritmo intenso y sostenido. En cuanto al reparto, los personajes me resultan naif, las interpretaciones de los protagonistas son muy desacertadas y desconcertantes (no me acaba de convencer demasiado Joel McCrea como protagonista, es demasiado rudo como para sentir lastima con él. Joel McCrea hace un gran esfuerzo por tirar adelante la película aunque no era uno de los mejores actores de su época, -y se nota-, su actuación resulta sosa, un pelín pétrea, no era el actor ideal para llevar el peso de una comedia, le veo poco natural, como si no se creyera del todo su papel. El personaje de Veronica Lake no aporta nada a la historia -aparte de su indiscutible belleza-, ni siquiera hace una interpretación destacable. No me convence como actriz en su papel de irrelevante florero femenino. Los secundarios no brillan demasiado, pasan casi de puntillas por la película cuando deben ser un elemento esencial en todo buen film en el que la pareja protagonista no reúna las condiciones artísticas para llevar por sí solos el peso de una película tan ambiciosa como la que nos ocupa). La dirección baña a la obra con referencias falsamente autobiográficas, pero la narración es rica en contenidos, matices y sugerencias. La película es para muchos, -no para mí- la mejor del realizador. La considero como una de las películas más flojas de Preston Sturges que es sin embargo una de las más conocidas. Algo que pasa desdichadamente en demasiadas ocasiones.



Sturges no desaprovecha las cómicas situaciones a que da lugar esta gran idea, empezando por la llegada del Rolls con mayordomo a las cercanías de la estación donde los desarrapados se aprestan a subir clandestinamente al tren.



Mientras la comicidad del protagonista reside en la ridícula solemnidad de su pose (ya en el primer vagón de ganado sufre una reacción alérgica). Sin embargo, el experimento se le va a Sullivan de las manos cuando, tras probar a fondo la bazofia de los comedores gratuitos, los atestados dormitorios públicos, el picor de las chinches, las duchas desinfectantes, (me llama mucho la atención la menuda Veronica Lake bajo la ducha,indefensa como un animalillo asustado); la búsqueda de comida en los cubos de basura, Sullivan y la chica quieren dar ya por concluido el experimento.



La trama gira entonces hacia lo trágico para empujar al personaje a un proceso catártico, en el corazón del cual, con alta tensión iniciática, alcanza la experiencia íntima y directa del supremo valor de lo cómico como bálsamo profundamente liberador, como higiénico activador de la risa, imprescindible función de la vida humana digna y equilibrada, convirtiéndose la cinta en una incongruente reflexión risueña sobre la nobleza de la comedia como género.



Está llena de detallitos cinematográficos y de detalles increiblemente intelectuales, muy críticos y cargados de una dudosa ironía.



Las andanzas de este millonario y su forma de ver la realidad de los miserables es trivial, no pretende ningún cambio social y estructural del sistema en sí, no hay una crítica en ningún momento, sólo una especie de pietismo protestante en el mejor de los casos, resuelta con unos billetes verdes. Esto es una parodia burda y cruel sobre los pobres, y lo que es más grave sin mucha gracia.



Esa forma de entender la pobreza tan americana, mediante lo meramente filantrópico de ciertas fundaciones y corporaciones y no en vez de un estado social y democrático de derecho es a día de hoy abominable. Estamos ante un film con un mensaje terrible que debería indignar a cualquier europeo con dos dedos de frente. Otra cosa indignante, si es condenado a seis años de trabajos forzados, es por la agresión al trabajador ferroviario, debería de cumplir la condena siendo director o siendo pobre, o al menos plantear entonces la injusticia del sistema que propone penas tan sobredimensionadas a gente sin recursos. Por supuesto esto no lo verán aquí. Desde el inicio, el director parece decirnos: "Os regalo este “clásico” para vosotros envuelto en un lazo".



Mientras Preston Sturges rodaba esta película, Europa se estaba desangrando en una de las guerras más atroces que se recuerdan. Justo en el mes en que se estrenó (diciembre de 1941), los japoneses atacaron Pearl Harbour y empujaron a los americanos, convalecientes todavía de la Gran Depresión, a un conflicto armado que dejó 50 millones de víctimas, la inmensa mayoría de ellas civiles. Eran tiempos oscuros y difíciles, la civilización occidental se hallaba en la peor encrucijada de su historia y no se sabía, ni mucho menos, si sería posible salir de ella.


Al mismo tiempo, en su lujosa mansión con piscina y mayordomo, el afamado director de comedietas John L. Sullivan tiene una brillante idea: para dirigir su primer drama, una película con mensaje, de contenido social, que servirá para mostrar al mundo las duras condiciones de vida de los indigentes que pululan a miles por carreteras, trenes de mercancías y comedores sociales de la nación, vivirá durante unos días como un vagabundo.


Pero Sullivan es un hombre engreído y banal, impermeable, en el fondo, al drama de la pobreza, y que contempla la desgracia y la miseria humanas como simples abstracciones para apuntalar su próximo artificio cinematográfico, de modo que sus excursiones al arroyo acaban siempre hastiándole y llenándole, pese a lo supuestamente elevado de sus intenciones, de aprensiva repugnancia. "Repartamos unos dólares entre los pobres, subámonos al Rolls y vayámonos a casa", -dice-: "ya tengo lo que buscaba." Sólo cuando la tragedia entra de lleno en su vida y es arrojado, indefenso, muy lejos del confortable mundo de Hollywood, es capaz de empatizar con aquellos a quienes la vida ha maltratado y comprender que la risa es el mejor bálsamo para la desgracia, una afirmación del deseo de vivir frente al dolor y el sufrimiento.



No es extraño oír voces que tachan a Sturges de cínico o de frívolo; también lo hacen con Lubitsch. Es a él, de hecho, a quien va dedicada la película. Y a Capra. Y a Disney. Y a los héroes del cine mudo (véase la enloquecida persecución campo a través tras el coche del monstruoso niño paramilitar). Y al Chaplin de “El chico”. A todos aquellos, en definitiva, que hicieron lo posible por mitigar infelicidades mediante la risa. “Los viajes de Sullivan” pretende ser una cura de humildad que se mofa de la solemnidad y la prepotencia de quienes, desde las alturas, asumen el papel de diosecillos que pretenden vanamente socavar el orden social con unos simples rollos de celuloide. No se trata tan sólo de una de las más imperfectas muestras de la comedia clásica norteamericana, aunque sea ácida, trepidante y mordaz, sino que ofrece, junto a sus evidentes valores fílmicos, una declaración de principios acerca del poder catárquico de la risa, el arte poética de uno de sus más consumados ejecutantes: el mundo puede derrumbarse a nuestro alrededor, pero mientras nos queden fuerzas para reírnos, habrá esperanza.



Un film que en su época era de una asombrosa modernidad, -en su día- , pero, al mismo tiempo, podríamos considerarla como una comedia de sonrisa congelada. Y es que en ella, pese a que confluyan con armonía los apuntes cómicos e incluso satíricos, no es menos perceptible el hecho de que sus imágenes se inserten en una desacostumbrada mirada a los desfavorecidos. Siguiendo, en este sentido, el sendero que ya marcara previamente el inolvidable Charles Chaplin –una figura que en muchos momentos despliega su sombra en esta película-, lo cierto es que la combinación de elementos que Preston Sturges logró combinar en esta su obra más lograda y personal, confirmaron no solo sus facultades para la comedia más o menos satírica, sino que en su figura se incardinaba a un auténtico falso humanista, así como un estilista de primera magnitud dentro del contexto cinematográfico de inicios de los años cuarenta.



SULLIVAN’S TRAVELS supone, no obstante una de las obras más valientes y renovadoras, con que se encontró el cine norteamericano de su tiempo. Reflexión sobre la importancia de la diversión, revolucionaria manera de hacernos asistir a un recorrido que tuviera diferentes paradas por otros contextos genéricos transitados en el cine de su tiempo, lúcida en el manejo de su mensaje social –que no excluye e incluso adelantándose a Buñuel, la inutilidad de la caridad practicada por Sullivan para intentar corresponder a esas gentes sin recuersos con las que ha convivido-, lo cierto es que también en su metraje hay momentos en los que el espectador llega a sentirse conmovido. Lo manifestará en los planos finales, pero también lo hará en ese casi descenso a los infiernos que vivirán Sullivan y la joven muchacha, recorriendo estupefactos todos los lugares donde la sociedad reúne mediante guettos a los más desfavorecidos, o incluso en la dureza que el propio director recibe en un maltrato como ser humano, que le llevará a un injusto juicio y una condena por completo desproporcionada.



Pese a que los gags fueron perdiendo fuerza (a medida que decaen los gags aumenta el número de personas que caen en la piscina del protagonista) y la parte más seria, despachada con excesiva rapidez, ni siquiera consiguió conmoverme excesivamente.



Eso no quita que el film siga siendo un gran entretenimiento, que la historia sea tremendamente original, y que contenga muy buenas ideas. Pero me queda esa sensación de que es una película que aporta menos de lo que prometía su maravillosa premisa inicial. Por otra parte, la historia pega demasiados bandazos, al principio pensaba que Sullivan se iba a zafar de sus perseguidores e iba a conseguir pasar toda la película viviendo como un vagabundo más, pero en cuanto pasa un apurillo y conoce a Veronica Lake decide que se está mejor en casa con un buen desayuno y en su piscinita.



La aparente crítica social que esta película pretendía hacer sobre la pobreza (me imagino que ese era el mensaje pero a mí no me quedó del todo claro) no cala en el espectador de la forma en que debiera y se tratan temas muy serios con una alarmante banalidad.



A pesar de todo esto, la película entretiene y no se hace nada larga, sólo quiero dejar patente con esta crítica que creo que está demasiado sobrevalorada, no que sea mala, contiene una fotografía, especialmente en las escenas nocturnas, magnífica, una partitura capaz de ser disparatada, romántica o incluso mística. Le pesan demasiado los años: la trama es inverosímil, el humor resulta hasta ñoño. Lo único que no es perecedero en ella es el sex-appeal (¡mamma mía!) de Veronica Lake: qúe guapa, qué frágil, qué muñequita Barbie... ¡y qué voz tan sensual la suya!; ¿Clásica? Posiblemente. El problema debe ser mío: no me hace gracia. La terrible doble moral de los americanos hace aquí su fatal aparición.

Todavía me pregunto si realmente esta película ha pretendido realizar una critica social en favor de los desamparados o simplemente hace una descarada burla de los desheredados de la sociedad, y sus mensaje Capriano me resulta demasiado ingenuo en el siglo XXI. ¿Que és honroso hacer reír? ¡Pues ríamos todos!. Seguro que en Hollywood en los 40 se trabajaba únicamente para arrancar sonrisas a los deshederados y no para hacerse ricos, ¿verdad?


Realmente es una película interesantísima, es el paradigma de la filosofía de Hollywood, "no se deben hacer películas de denuncia social porque los marginados prefieren reirse", ¡cuanta demagogia!

Aunque Hollywood no lo sepa, hay películas que con sus denuncias intentan cambiar las cosas. Las injusticias necesitan ser cambiadas, no hay que mirar hacia otro lado y hacer comedias porque a los pobres les gustan más.



Los vagabundos de esta película son tratados como tontos, si son tontos será porque no han podido tener educación digo yo, esto al director ni se le ocurre. Y los que no son tontos son ladrones, faltaría más.

Y los trabajos forzados hubiera podido ser de lo poco acertado de la película, denunciando los malos tratos. Pero en la película parece que lo único injusto es que el era director de cine, como si en el caso de ser un ladrón se lo tuviera merecido.

Me parece una película fascista e hipócrita. No tiene nada que ver pero me recuerda a "El Manantial" de King Vidor. También me recuerda a "La Ley del Silencio" de Elia Kazan por el maquiavélico ejercicio de redención, o de autojustificación, como diciendo: "mira yo es que soy una persona muy comprometida y me gustaría hacer películas para denunciar las diferencias entre clases sociales, pero es que los pobres prefieren reir y no pensar. Y además no soy nada prepotente."

Además, no olvidemos que el millonario Sullivan recita la conclusión al film desde el aire, -viaja en su avión privado-, y como si fuera Diós, reflexiona sobre los sufridos humanos:
"La risa, seguramente es poca cosa en este mundo de locos, pero hay gente que sólo tiene eso."; -concluye Sullivan/Sturges con cinismo-.


Si es que todos los vagabundos lo son porque quieren, según Preston Sturges, porque hay que ver la de veces que al señor Sullivan le invitan a comer. Sin ser una obra magistral, es una película interesante, diferente y atrevida. ¡Que me reconozcan culpable del delito de herejía y me asen en la hoguera de los cinéfilos apostatas, o me excomulguen, o que las fuerzas de cristiandades en blanco y negro me amenacen con nuevas cruzadas contra cataros disidentes del arte de Lumière y Méliès!




Gran plano-secuencia con el director de comedias y  los productores



El monólogo del mayordomo Burrows y la escena de la roulotte



Sullivan (Joel McCrea) conoce a "La chica" (Veronica Lake)




El vagabundo que roba el dinero de Sullivan y su identidad

Voy a ser mucho mas amable con las dos películas de P. Sturges que paso a comentar a continuación, pues son mis favoritas.


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Título original THE PALM BEACH STORY

AÑO 1942
DURACIÓN 90 min.
PAÍS USA
DIRECTOR Y GUIÓN Preston Sturges
MÚSICA Victor Young
FOTOGRAFÍA Victor Milner (B/N)
REPARTO Claudette Colbert, Joel McCrea, Mary Astor, Rudy Vallee, Sig Arno, Robert Warwick, Franklin Pangborn, William Demarest, Robert Dudley
PRODUCTORA Paramount Pictures
GÉNERO Comedia romántica





Una de las sátiras más sangrientas surgidas de Hollywood sobre la moral del éxito, que con una chispeante pirueta equipara con la moral sexual. Pese a tener que lidiar con las convenciones impuestas por los estudios, todo en ella es corrosivo y hasta el preceptivo "happy end" sabe sublimar las exigencias de lo establecido.

                            
                            

Esta película es más autobiográfica que "Sullivan 's Travels" si nos ceñimos a la historia de Preston Sturges. Sturges fué un inventor, exitoso en términos de ideas pero no en cuestión de dinero. De hecho, su entrada en cine fué a causa de su fracaso en este sentido. También estaba obsesionado con el sexo, -una espécie de Warren Beatty de su época-. Fué capaz de inventar historias que le permitieron mezclarse entre los ricos, como se ilustra aquí. Además era alcohólico, las bebidas alcohólicas, -y las fatales consecuencias de consumirlas en exceso-, determinan muchas de las tramas de sus películas, e incluso el carácter de muchos de los personajes que aparecen en ellas; (Este es el caso de los miembros del "Club de la Cerveza y la Codorniz" que aparece en el film).

Sinopsis: Thomas y Geraldine Jeffers (Joel McCrea y Claudette Colbert) son un matrimonio que están pasando por un mal momento económico que está empujando el matrimonio a su fin. Sin embargo, hay otra cuestión más profunda en su relación. Una que se fragüó en la primera secuencia de la película, en la escena de apertura de los créditos.
La escena inicial es propia de un "cartoon" de Tex Avery, o de los "splapsticks" del cine mudo: con travellings generosos, planos congelados y cámaras rápidas, al ritmo una bonita partitura de Victor Young que consigue unas divertidas variaciones burlescas y románticas, no exentas de toques dramáticos, mezclando la "Obertura de Guillermo Tell" de Gioachino Rossini con "La marcha nupcial" de Mendelssohn.



Vemos a Claudette Colbert atada y amordazada en un armario, pero luego la vemos un segundo más tarde enfundada en un vestido de novia y siendo atrapada "in fraganti" por la criada que se desmaya. Colbert suplanta a su hermana gemela el día de su boda con Tom, (interpretado por Joel McCrea). La hermana de la novia acaba atando a su hermana en un robo de la boda para su beneficio. Pero a medida que la pantomima es de corte transversal con la acción que muestra McCrea, corriendo hacia el altar se convierte en algo evidente que algo está mal aquí también, cuando McCrea rápidamente se cambia de un traje formal a otro en el coche. Resulta que McCrea también tiene un gemelo, y el hermano está también enamorado de la hermana maniatada de la Colbert. Irónicamente, él también está tratando de robar la boda. El resultado final es que es los dos hermanos gemelos de la novia y del novio originales, acaban casados. Entonces se sobreimpresiona un irónico intertítulo: "Y vivieron felices para siempre; ... o ¿no?".



Tom (el gato), nuestro héroe es un inventor que no inventa nada práctico. Su mujer Gerry (el ratón), existe puramente para ofrecer sexo. Ella es descarada y única respecto a este punto, y desde su perspectiva es la forma en que algunas chicas están destinadas a ser. Él no le permite usar su atractivo sexual con el objetivo de obtener una ventaja financiera, por lo que ella decide dejarlo para encontrar más adinerados pastos. Los millonarios de Palm Beach pueden lograr convertir su sexo en dinero en efectivo, en muchímos millones. Nuestra mujer sexy tiene algunos vestidos agradables, pero se ha inventado todo un vocabulario de sex-appeal cinematográfico que le faltaba.



Los dos siguen casados desde 1937 hasta 1942, la película continúa a partir de este punto. Gerry decide que sería mejor separarse de Tom, sí que hace sus maletas, toma prestado algo de dinero de un admirador El Rey de la Salchicha Tejana (Robert Dudley), un vejestorio sordo, cascarrabias y rijoso, pero asquerosamente rico que está pensando en alquilar el apartamento de los Jeffers. Gerry sube a un tren para Palm Beach, Florida, para establecer su residencia en previsión de un divorcio, y con la esperanza de conocer a un marido rico, está determinada a ayudar a Tom en cuanto su plan haya dado un resultado positivo. En el tren, conoce al tímido John D. Hackensacker III (Rudy Vallee), uno de los hombres más ricos del mundo (cuyo nombre recuerda al de John D. Rockefeller).



Debido a un encuentro con los miembros millonarios, salvajes y borrachos del "Club Cerveza y Codorniz" (Arthur Stuart Hull, Torben Meyer, Victor Potel, Jimmy Conlin, Robert Warwick, William Demarest, Jack Norton, Robert Greig, Roscoe Ates, Dewey Robinson, Chester Conklin y Sheldon Jett) un club de ricos cazadores, Gerry pierde todo su equipaje, después de vestirse con ropa de las demás pasajeras, se ve obligada a aceptar la caridad de Hackensacker, que resulta ser un 'snob' de mucho cuidado.



Ella y John D. dejan el tren para ir de compras masivas, el millonario le compra ropa, perfumería y joyas; -un maniático Hackensacker anota minuciosa y convulsivamente sus cuantiosos gastos en un pequeño cuaderno, pero ni se molesta en sumarlos-; el resto del viaje a Palm Beach se efectúa en el yate de Hackensacker, de nombre "El Rey de los Elfos" (Obviamente un juego de palabras con "El rey del petróleo", -otro homenaje a John D. Rockefeller-).


Tom sigue a Palm Beach desde el aire, viaja en avión a Palm Beach -también con la asistencia financiera improvisada del Rey de las Salchichas-. Cuando Tom se reúne Gerry, con Hackensacker, y con su ninfomaniaca y alocada hermana la princesa Centimilia (Mary Astor), Gerry lo presenta como su hermano, re-bautizándole con el nombre improbable de "Capitán McGlue". Pronto John D. Hackensacker III se enamora de Gerry, mientras que su la princesa Centimillia persigue a Tom, con gran angustia por parte de su último amante, el ridiculo gigoló de orígen belucho Totó (Sig Arno), que es todavía la persigue. Para tratar de hacer méritos con Gerry, Hackensacker acepta invertir en el gran proyecto de Tom, un plan para construir un aeropuerto sobre una ciudad suspendida por cables (Obviamente una búrla sangrienta de las descabelladas idéas de Howard Hugues, -perturbado magnate del cine y de la aviación, en cuyas garras Sturges acabaría cayendo unos años más tarde-).


Tom finalmente convence a Gerry a dar su matrimonio otra oportunidad, y confiesan su mascarada a sus respectivos pretendientes, muy decepcionados. A pesar de que está decepcionado, Hackensacker tiene la intención de seguir adelante con su inversión en el aeropuerto en suspensión de Tom, ya que piensa que es un buen negocio, y nunca deja que nada se interponga en el camino de los negocios. Cuando cuando Tom y Gerry dejan escapar que se conocieron porque ambos son gemelos idénticos, -un hecho que de alguna manera explica la secuencia de apertura de la película-, Hackensacker y su hermana se muestran felices. La escena final muestra a Hackensacker y a la hermana gemela de Gerry, a la princesa y al hermano gemelo de Tom, casándose en una boda múltiple, dónde Tom, Gerry y un decepcionado Totó comparecen como testigos.
La película termina con las palabras sobreimpresionadas: "Y vivieron felices para siempre ... o ¿no?".





Al menos parte de la inspiración inicial para La historia de "The Palm Beach Story" puede haber tenido lugar en la propia casa de Preston Sturges, ya que su ex esposa, Eleanor Hutton, era una heredera que se paseaba entre la aristocracia europea, y fué cortejada mientras estaba casada con el autor y realizador, por el príncipe Jerome Rospigliosi-Gioeni, entre otros hombres jovenes, mientras Sturges viajaba continuamente a Europa. De hecho uno de los incidentes en la película se basa en algo que le ocurríó a Sturges y su madre mientras viajaban en tren hasta París, cuando el coche con su compartimento estaba siendo desenganchado mientras ellos estaban cenando dos coches más adelante.


El título originalmente previsto era:" ¿El matrimonio es necesario?"; este título fué rechazado por la oficina Hays.


La misoginia de Sturges se hace patente en las frases lapidarias que sueltan Gerry a su marido y la Princesa Centimillia a su hermano:

"Mary Astor: ¿Por qué no te casas con ella?, es encantadora.

Rudy Valee: En primer lugar, ella aún no es libre, ...y en segundo lugar, no te casas con alguien a quién acabas de conocer el día anterior.

Mary Astor: Esa es la única forma, querido. ¡Si tienes la oportunidad de conocerlos demasiado, nunca te casarías con ellos!"

(...)

"Claudette Colbert: (mucho más pragmática que Joel McCrea, después de que este trate de confesar la impostura que el matrimonio lleva a cabo con la finalidad de pescar a dos multimillonarios): "¿No sabes que los hombres más grandes del mundo han contado mentiras y han dejado que las cosas se malentendieran si era útil para ellos?; ¿No has oído hablar de una promesa de campaña?"."



El dinero, o más precisamente la falta de él, mueve a esta película de ocurrencia abrupta e irracional, mas no caótica, para dar lugar a una comedia con elementos autorales muy notorios.



La sátira se apodera del tono de la película, todo está visto desde una lente ridiculizadora, no ausente de crítica, que se ensaña tanto con los personajes como con el mismo guión.


Los maridos "paraguas"; los magnates de falsa apariencia benefactora, que parecen bondadosos pero que han obtenido el capital de formas más bien oscuras (el secreto del "Rey de las salchichas" es comprar la carne barata); la mujer y su desfachatez a la hora de conseguir un futuro acomodado por cualquier medio; etc.


El final contiene numerosas ambigüedades y el equilibrio y continuidad de la situación que muestra son inciertos. Tras la figura de novia de la princesa aparece Totó en funciones de "ángel custodio" y complemento de su matrimonio.


El guión es una sucesión de secuencias hilarantes encadenadas que utiliza distintos tipos de humor: juegos de palabras, absurdo, humor físico, y hasta ciertas dosis de surrealismo del mejor estilo hermanos Marx. Sin dudas, la escena de la montería en el tren es la cumbre de esta película, fiel retrato a su vez de una sociedad burguesa diseccionada con bisturí de cirujano. Un claro ejemplo es la escena del negro/sirviente como objeto de tiro al blanco por un par de burgueses borrachos.


A pesar de las extravagancias, la película respeta sus propias leyes: inicia y culmina siguiendo la lógica de la "suave acidez" que la caracteriza. Sturges es de esos directores clásicos que ofrecen miradas modernas desde estructuras tradicionales.

                                        

Homenajes:

La estructura de este film se asemeja mucho a la de "Some Like It Hot", 1958 de Billy Wilder: -Una chiflada fuga; -una chiflada escena en un tren; -y una chiflada búsqueda de un millonario en Palm Beach, Florida, mediante imposturas.

¡No le dén más vueltas!, Billy Wilder rinde homenaje a un director que a finales de los años 50 del siglo pasado había sido injustamente olvidado por Hollywood, tras haber sido el primer guionista que dirigió su propio material, facilitando así que Orson Welles, John Huston, Joseph L. Mankiewicz, o el propio B. Wilder, pudieran hacer lo mismo.

Si hasta Osgood Fielding IIIº (Joe E. Brown), dice en un momento de la citada "Some Like It Hot": ("Tengo un nuevo album de discos de Rudy Valle"); como un recordatorio de la escena de "The Palm Beach Story" dónde Rudy Valle canta mal, aposta, uno de sus éxitos de los años veinte, mientras Claudette Colbert y Joel McCrea van cerrando una série de puertas y ventanales para que disminuya la intensidad del sonido de sus tímidos y desafinados gorgoritos.

Además, en "The Palm Beach Story" Preston Sturges nuevamente hace un guiño a sus idolatrados Frank Capra y Ernst Lubitsch en la escena del tren, dónde Claudette Colbert demuestra una véz más ser toda una experta en pijamas masculinos muy largos y anchos, con gruesas rayas verticales; (en una clara referencia a "Sucedió una noche" (1934) y a "La octava mujer de Barba Azul" (1938); -esta última con guión de Billy Wilder-).

Escena de títulos y aparición del "Rey de la Salchicha Tejana"

Escena de la cacería en el tren por parte de los miembros del "Club de la Cerveza y la Codorniz"
Escena final: Millonarios y vividores, todos felices.
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Título original THE MIRACLE OF MORGAN´S CREEK

AÑO 1944
DURACIÓN 98 min.
PAÍS USA
DIRECTOR Y GUIÓN Preston Sturges
MÚSICA Leo Shuken & Charles Bradshaw
FOTOGRAFÍA John F. Seitz (B/N)
REPARTO Eddie Bracken, Betty Hutton, Diana Lynn, William Demarest, Porter Hall, Al Bridge, Julius Tannen, Victor Potel, Brian Donlevy, Akim Tamiroff
PRODUCTORA Paramount Pictures
GÉNERO Comedia romántica



EL MILAGRO DE MORGAN´S CREEK es simplemente brutal, con una mala leche impresionante nos narra la historia de una guarrilla de militares que al quedarse embarazada se casa con un apocado esquizofrenico para salvar las apariencias. No me extraña que sea tan desconocida, el tema es imposible que colara dentro de a rígida censura de la época. Y además se entiende todo perfectamente. Estoy absolutamente de acuerdo con la tesis que sostiene el visionario guionista y dialoguista de primerísima línea Preston Sturges: En las casas dónde hay más represión y menos franqueza a la hora de hablar de sexo, -y sobretodo si el 'pater familias' es un viudo represor y cascarrabias, ex-militar, en una comunidad cerrada dónde ejerce de agente de tráfico, y tiene dos hijas menores de edad, como en el film-; es muy probable que ocurran embarazos no deseados.

Sinopsis: La tranquilidad de un pequeño pueblo de los Estados Unidos se ve alterada tras un baile con soldados americanos. Una de sus más bellas ciudadanas, Trudy Kockenlocker (Betty Hutton), aparece a las ocho de la mañana del día siguiente, borracha, con un anillo de casada en el dedo y embarazada de un hombre del que sólo conoce el apellido. Había seis soldados, pero no recuerda quién es el afortunado.

Otra joya dentro de la filmografía de uno de los maestros indiscutibles de la comedia estadounidense, en el que desarrolló un enrevesado equívoco a partir de un embarazo con padre incierto. Rizando el delgado dentro de los limitados márgenes del código Hays consiguió una de sus obras más brillantes e irreverentes.


Betty Hutton es un sueño total como Trudy: es divertida, sexy, radiante y extremadamente tonta.

En un salón de baile Trudy sufre una pérdida de memoria tras haberse tomado muchas copas -de champán y de una 'presunta' limonada sin azucar-, y por darse un fuerte golpe en la cabeza con una lámpara. La amnesia que la joven padece a partir de entonces permite adivinar al espectador que los soldados aprovecharon la inconsciéncia de la chica para acometer una violación múltiple.

La hermana menor de Trudy, Emmy, con 14 años, es la única que tiene sentido común de toda la familia Kockenlocker, es serena, responsable, sentenciosa, actúa y habla como una mujercita, pero resulta algo repelente; y aunque es mucho más pragmática que su alocada hermana es igual de precoz.


La solución desesperada parece ser engatusar a un chico apocado, Norval Jones, -que siempre estuvo perdidamente enamorado de Trudy, y que no pudo entrar en el ejercito a causa de una ezquizofrenia que le hace tartamudear y ver chiribitas negras cuando se pone nervioso-; ella nunca le hizo ningún caso, pero ahora le necesita como marido y padre de pega.


No parece, desde luego, muy sensato que nadie pudiera en aquella época atreverse a tratar tan a la ligera temas como los que aborda esta película y salir de ello indemne. Y sin embargo, Sturges lo logra. Su secreto parece radicar en la presencia de dos discursos paralelos, uno devastadoramente cómico y enloquecido, que pisotea las convenciones sociales y cinematográficas de la época, como un elefante desbocado, y otro que se detiene y se remansa en los sentimientos de unos personajes que si bien en el carril cómico de la vía están dibujados más como caricaturas que como seres humanos, se matizan y perfilan en estos momentos de sosiego y adquieren, en consecuencia, mayor hondura emocional.



Tras un arranque demoledor, la película avanza, de este modo, combinando y dosificando con gran habilidad ambos discursos, de modo que la mezcla de situaciones hilarantes, sostenidas tanto sobre el ingenio verbal como en recursos más propios del “slapstick” (caídas, tropezones, gritos y golpes: hay, en mi opinión, un exceso, como si Sturges quisiera asegurarse de hacer reír a la gente recurriendo a valores supuestamente seguros del humor), y situaciones más tiernas y sentimentales, logra que el ritmo apenas decaiga a lo largo de todo el metraje, hasta el brutal acelerón final, en que la acción enloquece como en los primeros minutos y alcanza su cénit en un caótico paritorio de hospital, donde tiene lugar el “milagro” del título.


 No se puede hablar de final feliz: Tras cometer bigamia, Norval será encarcelado dos veces, y también tendrá dos ocasiones para lúcir ridículos uniformes militares, -tal y como ha anhelado toda su vida-; entonces entrará en otra prisión peor, -y esta véz a perpetuïdad-: El matrimonio de conveniéncia. Mientras las entrañas de Trudy resultan ser tan inesperadamente fructíferas que su parto múltiple  indigna a los principales líderes fascistas mundiales.


La película termina con este epílogo: "Pero Norval recuperó y fué cada vez más feliz porque, como dijo Shakespeare: "Algunos hombres nacen grandes, otros logran alcanzar la grandeza, y a otros les cae la grandeza encima."

La técnica de tomas largas con mucho diálogo exige mucho de Betty Hutton y Eddie Bracken -pero ellos se desenvuelven de manera brillante-. Muchas de sus escenas se realizan en un plano-secuéncia, y es increíble la cantidad de diálogo que tenían que memorizar, y la físicidad que tuvieron que emplear para rodar sus tomas.


Pero, además "The Miracle of Morgan's Creek" es nada menos que una blasfema actualización del relato de la Natividad: la Virgen María es una party girl con ganas de juerga de la época de la segunda guerra mundial, San José es un chico con esquizofrenia y gangoso al que le ha tocado quedarse en el frente interno al ser declarado inútil para servir en el ejército, Dios (o el arcángel Gabriel) es otro soldado que no aparece en la película y que puede llamarse Ignatz Ratzkiwatzki, ¡y el niño Jesús son unos sixtillizos! No se sabe como Sturges convenció a los funcionarios de la oficina Hays para que este guión pasara la censura, sobre todo teniendo en cuenta que el título desvela cualquier posible sutileza simbólica que podría haber servido para camuflar las alusiones bíblicas. Trudy, el sucedáneo de Maria, da a luz en la mañana de Navidad, y si bien no alumbra a su camada en un establo, sí sufre sus primeros dolores de parto en una granja, mientras una vaca inquieta muge en la cocina para que la ordeñen.


El crítico James Agee declaró que: "Preston Sturges había violado el Código de Hays mientras este dormía, al permitir que la película fuera exhibida".


¡Pero como se las arregla Preston Sturges para mantener en el film su acidez implacable, su ritmo frenético y su aliento durante 99 minutos!: Este es el verdadero milagro de Morgan's Creek.


¿¡Cómo un director de cine obtiene el permiso para hacer una película con esta premisa con la censura que había en 1944! Por no hablar de hacer una comedia de enredo de aliento negro -que trata temas tabú para la época como la embriaguez, los embarazos no deseados en adolescentes, la manipulación emocional, el intento de suicidio, la bigamia y la hipocresía de un pequeño pueblo-? Ni idea, pero Preston Sturges lo hizo.


Brian Donlevy y Akim Tamiroff repiten sus papeles de la película "El Gran McGinty", 1940, el debut de Preston Sturges en la dirección, ganadora de un Óscar al mejor guión original.



"El milagro de Morgan's Creek", fue rodada entre 1942 y 1943, pero no fué estrenada hasta 1944, y fue nominada en 1945 para el Premio de la Academia para Mejor guión original.



La película  de 1958 "Rock-A -Bye Baby" ('Yo soy el padre y la madre'), protagonizada por Jerry Lewis y dirigida por Frank Tashlin, se basó libremente en "El milagro de Morgan's Creek". Preston Sturges fué acreditado como argumentista en esa película, pero no participó realmente en el proyecto. En mi opinión este "remake" es de una calidad muy inferior a la del film original.



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Algunas frases y monólogos abiertamente misóginos de
"El milagro de Morgan´s Creek":
El Sr. Johnson: "La responsabilidad de que se registre un matrimonio siempre ha sido de la mujer. Si no fuera por ella el matrimonio habría desaparecido hace mucho tiempo. Ningún hombre sacrifica su presente o envenena su futuro por un montón de mocosos gritando por la casa, a menos que sea forzado a hacerlo. Depende de la mujer atarle y amordazarle de piés y manos, así como noquearle y arrastrarle hasta el altar, ante la presencia de dos testigos, para obligarle a dar el SÍ antes de que reaccione. Un momento de vacilación sería demasiado tarde." (...) "Yo no me ocupo de fantasmas. Ella no necesita un abogado, lo que necesita es un médium."
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Trudy Kockenlocker: "Papá, ¿no sabes que hay ocasiones en que una mujer no quiere hablar?"

Oficial Kockenlocker: "La única ocasión en que una mujer no quiere hablar es cuando está muerta".

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John Francis Seitz, A.S.C. (23 junio 1892 - 27 febrero 1979) fue un director de fotografía y un inventor americano. Fue nominado para siete Premios de la Academia.

Su carrera en Hollywood comenzó en 1909, como asistente de laboratorio con la Film Manufacturing Company Essanay en Chicago. Se fue a trabajar como técnico de laboratorio para el American Film Manufacturing Company (conocida como "Flying A "), también en Chicago.

En 1916 durante el época del cine mudo comenzó a trabajar como primer operador, sentando ya sus bases; alcanzó un gran prestigio por su trabajo en la película de Rodolfo Valentino "Los cuatro jinetes del Apocalipsis" (1921).

Muy bien considerado por los director Billy Wilder y Preston Sturges; Seitz trabajó con B. Wilder en películas dramáticas de cine negro de la talla de "Double Indemnity" (1944), "Días sin huella" (1945), y "Sunset Boulevard" (1950), recibiendo nominaciones para el Premio de la Academia por cada una de ellas.

Durante su carrera recibió siete nominaciones para los Premios de la Academia a la mejor fotografía. En 1929 fué nombrado Presidente de la Sociedad Americana de Operadores (A.S.C.), había sido miembro desde 1923. El A.S.C. otorga desde el 2002 el Premio merecido después de Seitz.

Seitz se retiró en 1960 y se dedicó a las invenciones fotográficas, consigiendo 18 patentes. Un ejemplo de una invención Seitz es el plano mate: un gran cuadro escénico es fotografiado por separado y más tarde agregado a la escena para expandirla, añadir efectos, y/o crear una sensación de profundidad en los fondos. Fue conocido también por sus innovaciones con la iluminación de bajo perfil, lo que aumentó el prestigio del estilo del cine negro.



Trailer de "The miracle of Morgan´s Creek"
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Título original: The Great Moment (1944) Varias versiones con diferente duración: 80, 83, 87 y 90 min.

Director Preston Sturges
Producida por Buddy G. DeSylva y Preston Sturges
Guión Preston Sturges y Ernst Laemmle. Basado en el libro "El triunfo sobre el dolor" de René Fülöp-Miller

Musica Victor Young
Fotografía Victor Milner (B/N)
Montaje Stuart Gilmore
Distribuida por Paramount Pictures

RepartoJoel McCrea - William Thomas Green Morton; Betty Field - Elizabeth Morton; Harry Carey - Prof. Warren; William Demarest - Eben Frost; Louis Jean Heydt - Dr. Horace Wells; Julius Tannen - Dr. Charles Jackson; Edwin Maxwell - Vice-Presidente de la Medical Society; Porter Hall - Presidente Franklin Pierce; Franklin Pangborn - Dr. Heywood; Grady Sutton - Homer Quimby; Donivee Lee - Betty Morton; Harry Hayden - Juez Shipman; Torben Meyer - Dr. Dahlmeyer; Victor Potel - Primer paciente de la clínica dental; Thurston Hall - Senador Borland; J. Farrell MacDonald - El sacerdote


"El gran momento" es una película de 1944 biográfica, escrita y dirigida por Preston Sturges. Basada en el libro "El triunfo sobre el dolor" (1940) de René Fülöp-Miller, cuenta la historia del Dr. William Thomas Green Morton, un dentista de Boston del siglo 19 que descubrió el uso del éter como anestésico. La película está protagonizada por Joel McCrea y Betty Fields, y cuenta con Harry Carey, William Demarest, Franklin Pangborn y Porter Hall.

La película fue filmada en 1942 pero la tuvo secuestrada el estudio durante más de dos años y la versión que fué exhibida no era la que había imaginado Preston Sturges. A Paramount Pictures no le gustaba la película que Sturges había hecho, y le retiraron el control a Sturges, re-titulando y re-editando el material, proceso que hace el film más confuso para el público. Esta versión de la película que persiste en la actualidad fué estrenada y comercializados de manera que parecíera una de las comedias que hacía habitualmente Sturges. La película no fue bien recibida ni por la crítica ni por el público, y marcó el final de un ciclo sostenido de éxitos de Sturges, quién había dejado yá la Paramount por el momento en el que se estrenó la película.

Aunque rara vez se vé hoy en día, la película es digna de ver por su estructura mediante flashbacks -comparable en cierto modo a "Ciudadano Kane", film que fue influenciado por la película "El Poder y la Gloria" de William K. Howard, (1933), para la que escribió el guión Sturges- y por su sutil, irreverente y satírico tono, algo inusual para una época en que la mayoría de biopics de Hollywood eran demasiado pomposos y sentimentaloides.



Sinopsis: William Thomas Green Morton (Joel McCrea) es un joven cirujano oral en el Boston de 1800 que está decidido a encontrar una manera de extraer los dientes sin dolor. Cuando descubre la respuesta, casi por accidente, -pues resulta ser el líquido usado como producto de limpieza: éter, ácido sulfúrico, altamente purificado y entregado a través de un inhalador de vidrio inventado y patentado por Morton-. Morton prueba su descubrimiento en sus propias carnes y en un maestro de música, Eben Frost (William Demarest), que siente un insoportable dolor por causa de un diente cariado. Sólo Morton y su devota esposa Elizabeth (Betty Field) conocen el secreto del "letheon" (como ellos lo llaman), que ha permitido la práctica dental "sin dolor" de Morton, que prospera gracias a un equipo de dentistas; Pero Morton creé que dando a conocer el secreto de su descubrimiento podría hacerse rico.



Morton quiere correr la voz sobre el letheon, y demuestra el úso del mismo como un anestésico quirúrgico para el Dr. John C. Warren (Harry Carey) de la Harvard Medical School. Los cirujanos están sorprendidos de que el paciente no sienta dolor bajo la influencia del letheon, pero protestan, ya que el Juramento Hipocrático no les permite utilizar los medicamentos de patente, los ingredientes de los cuales son desconocidos. Conmovido por la situación de una niña a punto de someterse a una cirugía que ella piensa que va a ser sin dolor, Morton revela su secreto.


Morton es aclamado como "El Benefactor de la Humanidad", pero cuando su patente para el inhalador de vidrio es infringida por los militares estadounidenses, él y su familia caen en la pobreza virtual mientras esperan que el presidente Franklin Pierce (Porter Hall) firme un proyecto de ley aprobado por el Congreso que restablezca la patente y dar Morton una recompensa de 100.000 dólares por sus contribuciones a la humanidad. Pero Pierce está siendo presionado por los periódicos inflamados por celosos rivales médicos de Morton, y se niega a firmar el proyecto de ley a menos que Morton presenta una demanda por incumplimiento contra un médico del Ejército o la Armada; lo hace, -aunque sabe que esto públicamente será visto como si estuviera aprovechando el dolor de los soldados heridos-. Por esta misma razón, Morton es condenado por la comunidad médica; Después de perder el juicio es expulsado de la Asociación Médica Americana.

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No es lo que espero cuando me dispongo a ver una película de Preston Sturges.- Una curiosidad cinematográfica sobre la otra cara del descubrimiento científico.- No es una gran película, pero es mejor de lo que se ha dicho sobre ella. -Un genio tiene el perfecto derecho a parir una rareza cuando cuenta en su haber con un puñado de obras maestras. -Cuando los jefes de la Paramount abrieron la espita del gas para Preston Sturges. -Está lejos de encontrarse entre las grandes obras de este director. - La interesante y dolorosa historia del Dr. William Thomas Green Morton y la fallida película que rodó Preston Sturges sobre él. -¿Trayectorias paralelas?, ¿autobiografía no reconocida del director?. -¿Era Joel McCrea el 'alter-ego' de Sturges? Todo aquí.



EL FILM DE PRESTON STURGES SOBRE EL DOCTOR WILLIAM T. G. MORTON

Para aquellos que han disfrutado de las comedias farsescas que narraban hechos terribles, realizadas en los tempranos años 40 por el brillantísimo escritor y director Preston Sturges, esta película puede desconcertar y decepcionar. Es una película biográfica, extrañamente pesimista, sobre un oscuro dentista de Boston, William Morton, quien descubrió el úso de anestesia de éter para la cirugía a mediados del siglo XIX. Morton, se nos dice, fue falsamente acusado de plagio en su investigación, arruinó su salud defendiendo su reputación, y murió joven, en el más injusto olvido. De buenas a primeras sabemos que no estamos en el territorio tradicional de Sturges.
Sturges comienza su particular biopic con este prólogo:
"Una de las características con más encanto del Homo Sapiens es la consistencia con la que ha apedreado, crucificado, ahorcado, desollado, cocido en aceite, e ideado otras maneras de deshacerse de aquellos que consagraron sus vidas para que ellos pudieran seguir con su comodidad y bienestar, de modo que toda su fuerza y astucia podría ser preservada para la erección de monumentos cada vez más grandes, los ejes de memoria, arcos triunfales, pirámides y obeliscos a la gloria eterna de los generales a caballo, los tiranos, usurpadores, dictadores, políticos y otros héroes que le llevaron, desde la parte trasera, al desmembramiento y la muerte. Esta es la historia de un dentista de Boston que dió a conocer el éter, hasta áquel momento todas las cirugías provocaban la agonía del paciente, ya que la ciencia tiene el control del dolor. Dar las gracias a este hombre debería ser casi innecesario, su contribución a la misericordia humana no tiene parangón en la historia del mundo, fué ridiculizado, ultrajado, quemado en efigie y finalmente llevado a la desesperación y la muerte, estos fueron los beneficiarios de su revelación. A continuación, Paramount Pictures, Incorporated, tiene el honor de hacer que, por fin, la verdadera historia de un americano que ideó un logro supremo: Que los aerogeneradores Morton, de Boston, Massachusetts, séan justamente reivindicados en una película llamada "El triunfo sobre el dolor"."
Sturges estructurada la película en la misma forma que tenía el guión de "El poder y la gloria", con la historia que se cuenta en múltiples flashbacks.



En el período anterior a esta película se hicieron inesperadamente populares una série de dramaticos biopics de la Warner Brothers, como la historia de Louis Pasteur y el Dr. Magic Bullet Ehrlich, inspirando a los demás estudios a la hora de hacer dramas similares basados en la vida de Thomas Edison, Madame Curie, Alexander Graham Bell, etc, pero estos cuentos de los avances médicos y científicos fueron también optimistas historias de éxito en el avance de la ciéncia, donde la sabiduría daba provecho, riqueza y fama al sábio. Sturges, por alguna razón, rodó una historia en la que el protagonista fue tratado injustamente y en la que ganaban los malos; Pero también experimentó con la cronología al final de la película. Doy una nota alta a esos 'bocadillos' (fumetti) -como de cómic- que indican el tiempo que transcurre antes del triunfo de Morton, antes de que la gloria se le escape de las manos. El director combatió como un juglar guerrero, con una esperanza desesperada, en cruentas batallas campales con sus jefes de la Paramount para hacer la película a su manera, a pesar de las cínicas preocupaciones de los ocupantes de las oficinas de la directiva del estudio sobre lo que el público en tiempos de guerra prefería o dejaba de preferir (no muy diferente de la batalla entre Orson Welles y la RKO durante el rodaje de "El cuarto mandamiento", combate librado al mismo tiempo y con los mismos resultados de mutilación del material rodado). Sturges se salió con la suya, rodó lo que quiso y a su manera, había ganado en lo primordial; La película fué dejada de lado durante dos años, y luego sólo se estrenó de una forma muy alterada de metraje después de Sturges hubiera dejado el estudio. El montaje del director, el corte final de Sturges de su película ya no existe.

Para empezar el título del film EL GRAN MOMENTO no es el que Preston Sturges tenía previsto, y tampoco tiene demasiado sentido siendo una historia triste. Para empezar, quería el mismo título de su obra fuera el mismo título del libro de la que derivó la historia "La conquista del dolor", como al estudio no le gustaba se le ocurrió el de GRANDEZA SIN GLORIA, pero al final los 'lumbreras' del estudio le dieron el título anodino que ahora lleva. Todas las escenas fueron cortadas, y los acontecimientos que se desarrollaban en la trama fueron reorganizados para adaptarse a un modelo de film más tradicional. Los interesados en aprender lo que el autor realmente pretendía con este film pueden leer el guión original en un tomo, perteneciente a un colección, titulado "Cuatro guiones más de Preston Sturges", allí encontrarán una pieza más trabajada que lo que quedó finalmente en la pantalla; Pero a pesar de que lo que he leído me parece muy interesante, tengo mis dudas sobre si el proyecto podría haber sido alguna vez una película satisfactoria. Sin embargo, cualquier película tiene que tener un mínimo de cara y ojos, al menos una expresión coherente de la visión del creador de la misma, en lugar de fragmentos reordenados al gusto de los funcionarios del estudio. En la actualidad, lo que queda de EL GRAN MOMENTO es un conjunto extraño y errático; Aunque algunos de sus problemas, efectivamente, son inherentes al criterio comercial de los ejecutivos del estudio en conflicto con la franqueza expositiva del escritor y director, lo que no tiene ninguna excusa es la excéntrica elección de casting que hizo Sturges, estoy seguro de que esto no se le impuso nadie, al contrario.


El Dr. Morton, el protagonista, nunca queda establecido como un personaje realmente bien dimensionado, y aunque Joel McCrea resulta simpático parece estar luchando para dar vida a un papel que le viene grande (siempre fué un mal sustituto de Gary Cooper). -La simpatía de la hace gala el actor se vé sometida a una dura prueba ante el espectador en la escena dónde el médico llega a su casa borracho una noche e intenta experimentar con su propio perro, con unos peces y consigo mismo-. En el apartado positivo, hay un encomiable desempeño por parte del actor Julius Tannen, que encarna al ex profesor de Morton, mientras que el veterano Harry Carey resulta memorable como un cirujano que llega a creer en Morton en el climax final del film. Pero hasta ese momento el tono de la historia ha sufrido varios cambios extraños: debido al interés en aclarar las cosas, supongo, Sturges añade interludios cómicos con sus actores de cabecera, en particular, William Demarest, pero estas escenas son más desagradables que divertidas. Demarest ofrece un inadecuado giro interpretativo en contra del espíritu inicial de su personaje: un paciente que Morton utiliza como conejillo de indias humano; Cuando este personaje, El violinista Eben Frost, repite la misma anécdota una y otra vez ("Era la noche del 30 de septiembre. Yo estaba en casa con un dolor insoportable...") La frase-mordaza que recita Bill Demarest se vá volviendo cada véz mas gravosa. La preocupación central del buen Doctor, después de todo, es aliviar el intenso dolor que el pueblo experimenta durante la cirugía dental, antes de los anestésicos se introdujeran en el mercado farmacéutico, y contemplar esta realidad hace que el anillo de humo del humor resulte hueco.

Preston Sturges fué muy audaz haciendo frente a este proyecto, en lugar de jugar a la carta segura, que era hacer otra comedia para todos los gustos, pero la batalla con Paramount dañó su carrera y, finalmente, le excluyó de Hollywood por completo. La película disponible en la actualidad no es el Preston Sturges que uno espera ver, así que EL GRAN MOMENTO no debe ser juzgada con demasiada severidad; Teniendo en cuenta que después de esta película siguió haciendo algunas comedias enloquecidas muy remarcables, aunque su buena racha de éxitos de crítica y taquilla se había extinguido por completo.

"El gran momento", como estoy seguro que ustedes saben a estas alturas, no es una típica película de Preston Sturges. Se trata de un drama histórico, con algunos momentos cómicos, todos muy torpes (aunque un par de ellos son tan extraños que resultan entretenidos). La película en realidad podría haber sido muy grande si la comedia hubiera desaparecido por completo. Sí, lo sé, estamos hablando de Preston Sturges. Pero Sturges fue un gran escritor dramático, también -Ver "El poder y la gloria" (1933)-. La comedia no es menor que en muchas de sus otras películas, y la vertiente dramatica es más pronunciada. Muy a menudo, Sturges fue un maestro especializado en mezclar momentos muy dramáticos y muy cómicos. Todas sus películas -obras maestras y obras menores- eran así. "El gran momento" tiene una excelente historia en su núcleo: Un granjero que estaba en la escuela de medicina se quedó sin dinero y tuvo que ganarse la vida como dentista, quiere encontrar una manera de eliminar el dolor de sus pacientes cuando les saca los dientes. Lo hace con el éter. También tiene aspiraciones de introducir el uso del éter en la profesión médica. Estas intenciones son nobles, pero su patente no llega y él se siente culpable de todas las operaciones dolorosas. Pero cuando todo el mundo conoce la eficacia de su descubrimiento no se le reconoce, sólo se conoce el invento.


La película en realidad tiene una estructura muy buena. Comienza con Morton, al que se le aconseja sobre cómo proceder legalmente para lograr una patente. Al tomar estas medidas, aruïna su carrera y su reputación. El resto de la película es la consecuencia de la pérdida de su secreto. La escena final es muy poderosa.

Una de las razones menores por las que usted debe ver este film: ¡El espeso vello facial de Franklin Pangborn! Grady Sutton también tiene una escena muy divertida.

Desde "El Gran McGinty" hasta abandonar la Paramount en la clausura de la Segunda Guerra Mundial, Preston Sturges creó una corriente de clásicos de la comedia, algunos de los momentos más divertidos jamás puestos en unaa película. Pero fué de fracaso en fracaso a partir de la película "El gran momento".

La Paramount tenía a Sturges bajo contrato y como tal tuvo que hacer una concesión, y en esta ocasión el estudio le desgnó para dirigir esta película biográfica de la vida de William T. G. Morton, el supuesto inventor de éter.

Desde cualquier punto de vista fue una elección extraña la de designar a Preston Sturges como director de una película biográfica. Por otra parte Sturges tenía mucha libertad creativa en Paramount y era un hombre muy cultivado, ¿por qué no se dió cuenta de que los cámbios tonales, que ya estaban en el guión, no eran los más acertados a la hora de dirigir una biografía? Sin embargo, está muy lejos de ser la habitual película biográfica de Hollywood, (aunque el tema es oscuro y poco probable). Es un cuadro leve y poco sincero que vá oscilando con inquietud desde el drama a la comedia sin hacer una incursión adecuada en ambos sentidos.


Resulta un estudio biográfico aburrido y falso. El tal Morton no fue tan trigo límpio como aquí se le pinta, pues había otras reclamaciones de las personas que estaban trabajando en la misma línea que él, -como veremos más adelante-. Todo se reduce a una historia confusa.

Decididamente extraña. Esta película sólo vale la pena de ver si eres un fanático de Preston Sturges (como yo) y están dispuestos a sentarse a ver tanto sus sucesivos fracasos como sus muchos triunfos. Tengo el presentimiento de que la intromisión por parte del estudio tuvo la culpa de gran parte del problema -el ritmo de la película y la estructura son erráticos mejor de los casos- pero también me temo que nuestro hombre, Preston, se desvió demasiado de su camino como cineasta.
La idiosincrasia de Sturges rara vez le permitía ajustarse a las imágenes "convencionales" de un género, e incluso sus comedias chifladas eran más perjudiciales de lo que era la norma en Hollywood de la época. Esto no es un tesoro enterrado. El 'corte' previsto por Sturges pudo haber sido una mejora, pero no veo los ingredientes de una buena película aquí. El diálogo es raro cuando no es claramente horrible, el protagonista es un imbécil testarudo, un Joel McCrea, (mucho más blando de lo habitual), es un dentista que emprende una cruzada, (sic), y Betty Field es la sufrida esposa que está de él hasta las narices. Los momentos de slapstick salvaje están fuera de lugar. No la considero un un fracaso, precisamente, pero si un bache enorme.


El trailer (que ustedes pueden ver tras el de "HAIL THE CONQUERING HERO"), torpemente trata de hacerla pasar como otra comedia de Sturges; De hecho, los elementos de comedia son una distracción para el desarrollo del drama. (El libro en el que se inspira la película también fué la inspiración de uno de los vehículos con los que contó Boris Karloff  "PASILLOS DE SANGRE" [1958], ¡una película de terror!).

Sin duda es uno de los proyectos más ambiciosos de Sturges, yo leí hace unos años el guión original publicado de este film, cuya estructura era muy compleja: lo que queda de la película, sin embargo, tal y como está, es casi un desastre (si es sin lugar a dudas entrecortada y precipitada. "El gran momento" empieza al revés, por el final: "El Dr. Morton trabaja de sol a sol hasta que por una criada le busca la ruína". Resulta fascinante su atractiva y meticulosa recreación de una época (recordando la igualmente comprometida película de Orson Welles "El cuarto mandamiento" [1942]). Tal vez esta película que nos ocupa sea demasiado sermón.


Joel McCrea parece totalmente fuera de lugar aquí. Un actor demasiado inexpresivo para afrontar un personaje cuya psicología cambia constantemente -unas veces es un santo con un deseo altruista de ayudar a todos, y otras veces es un hijo de puta egoísta y desagradecido que no le dará el crédito apropiado a las personas que trabajaron con él en su descubrimiento, y no quiere compartir su "secreto" con la profesión médica-.

El reparto incluye a algunos conocidos miembros de la sociedad anónima de Sturges: Joel McCrea (en su tercera colaboración consecutiva), William Demarest aparece como su compañero cómico; ¡Porter Hall! (como un condescendiente presidente de los Estados Unidos), Franklin Pangborn (en un papel breve como secretario de un médico que quiere probar la fórmula de McCrea), Jimmy Conlin (el químico que vende a McCrea el 'milagroso' éter), Torben Meyer (un médico irascible que es urgentemente llamado para tratar a un paciente administrandole una sobredosis de gas de la risa).



Los actores restantes son: Betty Fields, como la sufrida esposa de Morton (cuyo limitado papel es a menudo relegado a un segundo plano, -al menos en la versión que he visto-), Harry Carey (resulta muy digno como el cirujano que lamenta los métodos bárbaros que se ve obligado a utilizar durante la operación de sus pacientes), Jean Louis Heydt (como joven estudiante arrogante que utiliza el gas de la risa para la desensibilización, pero cuya experiencia va cómicamente mal); Grady Sutton (esto es puro W. C. Fields, aparece en una de las dos escenas abiertamente slapstick como el destinatario del gas de la risa; -La otra consiste en el primer intento de McCrea de extraer un diente de Demarest, lo que hace que este último se vuelva temporalmente loco y se estrelle contra la ventana hasta acabar en la calle-), Edwin Maxwell (en un papel autoritario, como de costumbre, en este caso es un compañero de Carey que indirectamente se inclina por el chantaje para obligar a McCrea a revelar el ingrediente secreto de su fórmula -que está oculta, como un medio de protección-, hasta que el invento del "Letheon" sea patentado oficialmente).


Sturges, obviamente, concede mucha importancia al héroe que tiene que enfrentarse a una oleada general de ignorancia y prejuicios, por no hablar de siglos y siglos de tradición médica salvaje, de hecho, como se muestra en la película, ¡los estudiantes parecen tratar las agotadoras operaciones diarias casi como otra forma de entretenimiento! La película se eleva hasta un buen número de momentos dramáticos (generalmente con McCrea en la confrontación entre unos y otros) -sobre todo de gran alcance, sin embargo, son la primera operación exitosa de Carey con un paciente anestesiado (y su aprobación sorprendida pero entusiasta del procedimiento utilizado) y el final, con iluminación hosca y música religiosa, con Morton compasivo, acercandose a la próxima "víctima" de la ciencia establecida... cuando las puertas de la razón, por decirlo así, de repente se abren de golpe y el método indoloro es aceptado en su seno-.


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El Doctor William Thomas Green Morton

Cada libro o película basada en la historia nos dá sólo una parte de la historia, y EL GRAN MOMENTO no es una excepción. Preston Sturges fue uno de los maestros de la comedia del cine sonoro en la década de 1940, tras rodar las más agudas sátiras que ha dado el cine americano de la época quería probar algo más serio -una biografía del Dr. William Morton, el dentista que popularizó el uso de la anestesia (óxido nitroso) en las operaciones-. La película fue rodada en 1942, cuando Sturges estaba llegando a la cúspide de su ascendente carrera, pero como le ocurre al mejor de los cohetes, al final se le acaba la pólvora. Los gestores de la Paramount no estaban, en absoluto, satisfechos con esta tragicomedia de Sturges, pues la historia terminaba con una nota trágica (Morton nunca se benefició por su gran descubrimiento, y murió pobre y en desgracia). No era un up-beat final satisfactorio, y como Sturges era conocido por sus comedias, tenía que seguir haciéndolas hasta tiempo inmemorial. Así que le amputaron este film, que termina (ilógicamente) en el núcleo central del guión, con el uso triunfal de óxido nitroso en una primera operación realizada por Morton en 1846. Pueden añadir a las tribulaciones de la película que hubo un retraso de dos años en su estreno: las película es de 1942 pero no fue estrenada hasta 1944. La Paramount hizo un negocio moderado, y esto no ayudó a la carrera vacilante que Sturges sostenía en ese punto.

La película no carece de interés, auque algunas secciones cómicas se vén impostadas y resultan irritantes. Sin embargo, se basa en un libro que pinta Morton como el héroe de "La conquista del dolor", relegando a los Dres. Horace Wells y Charles Jackson a los roles de villanos. El caso real es más complejo que lo que la película sugiere. El óxido nitroso se ha conocido como un gas con propiedades extrañas durante algún tiempo. En 1800 Sir Humphrey Davy, el famoso químico británico, propuso (un poco sin querer) que podría ser utilizado por los cirujanos. Pero fue el fármaco de elección fue usado durante décadas en Europa y América, para una rápida y agradable (pero muy peligrosa) solución en casos muy concretos. En "The Cider House Rules", el personaje de Michael Caine utiliza el éter para drogarse cuando está deprimido, y finalmente este termina matándole.


LA HISTORIA REAL DEL DOCTOR WILLIAM T. G. MORTON

El Dr. Horace Wells, un dentista de Connecticut, tuvo por primera vez la idea de utilizar el éter para la cirugía en los EE.UU. Sin embargo, él no era un orador brillante ni eficaz, y su intento de mostrar antes sus efectos a los médicos sólo terminó en despido y en ridículo porque el paciente utilizado como cobaya (aunque totalmente ajeno al dolor) se quejó durante el sueño. El público pensó que estaba sufriendo. Morton había trabajado como dentista con Wells. Continuó el estudio del éter, y finalmente fue perfeccionado un método para demostrar la misma teoría que este. Él era mejor como orador pero tuvo que compartir el secreto con el Dr. Charles Jackson, quien le ayudó a obtener el suministro de óxido nitroso. Llegaron a un acuerdo con Jackson poder compartir el crédito. Sin embargo, Morton (quién era bastante más inescrupuloso que como se muestra en la película) trató de patentar el óxido nitroso bautizandolo con el nombre de "Letheon". Parece que legalmente no se pueden registrar gases naturales en las oficinas de patentes, pero Morton agregó otro gas al óxido nitroso para hacer el olor de este menos desagradable. Pensó que, así obtendría la patente. No fué así, y sus muchos intentos para conseguir dicha patente nunca tuvieron éxito. La película hace que parezca que Morton la consiguió finalmente, cuando el presidente Franklin Pierce (interpretado por Porter Hall aquí -el Pierce original era débil y guapo-) firmó una ley en la que reconocía la demanda de Morton. Eso no resuelve la cuestión en favor de Morton.



Ninguno de los tres hombres trabajaron conjuntamente por amor al arte científico. Wells se convirtió (como Michael Caine en "Cider House Rules"), en un adicto, y se suicidó en una cárcel de Nueva York en 1847. El Morton real tuvo una carrera mejor que Wells (en 1849 prestó testimonio en el juicio del Dr. John Webster por el asesinato del Dr. George Parkman en Harvard -el testimonio de la identificación de la mandíbula fué hecho por el Dr. Parkman, que ayudó a condenar a Webster-). Murió en 1868 (también en Nueva York) aún se sigue tratando de probar el título de patente del gas "Letheon". Jackson tuvo una carrera distinguida en los círculos de la geología, pero siguió reclamando el crédito para las invenciones de otras personas (telégrafo de Samuel Morse, algunos dispositivos del profesor Joseph Henry, del Instituto Smithsonian). Finalmente murió en un manicomio en 1880.

Teniendo en cuenta los resultados salvajes de los destinos de estos tres hombres de ciéncia, sería necesario haber dado un desenlace satisfactorio a la película, cómo interesante de ver cómo Sturges hubiera manejado la historia real. Pero aún así mejoró mucho el carácter del Morton original.


Por cierto, mientras que Wells, Morton y Jackson lucharon para obtener crédito para el "letheon" en Massachusetts, en Atenas (Georgia), el Dr. Crawford Long había hecho una cirugía menor en álgunos pacientes ocasionales con óxido nitroso. Este tranquilo y digno practicante escribió sobre este gas en algunas revistas locales. Nunca sonó la bocina de su "gran momento". En cambio, vivió y murió siendo un médico respetado y dedicado al prójimo. Mark Twain menciona cómo "un impermeable del Norte" (Morton, probablemente) le había robado el crédito del Dr. Long. Por extraño que parezca, el Servicio Postal de los EE.UU. estuvo de acuerdo. En 1942, como parte de su "gran cuestión americana" de los sellos, entre los cinco científicos fué el Dr. Long el designado como el inventor que descubrió la anestesia. Uno se pregunta qué pensaría Sturges con respecto a estas cuestiones.

Inhalador Morton

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Hail the Conquering Hero (1944) Ilustra el caso de que las exigencias políticas obligan a veces a convertir en héroe al tonto del pueblo, y si el engaño se descubre basta con confesar que se obró en bién de la política local; y como, de todas maneras los electores están decididos a votar por un imbécil, incluso si no se disfraza de héroe, todo se arregla facilmente.


Título original HAIL THE CONQUERING HERO

AÑO 1944
DURACIÓN 101 min.
PAÍS USA
DIRECTOR Y GUIÓN Preston Sturges
MÚSICA Werner R. Heymann, Joseph J. Lilley, Victor Young
FOTOGRAFÍA John F. Seitz (B/N)
REPARTO Eddie Bracken, Ella Raines, Raymond Walburn, William Demarest, Franklin Pangborn, Elizabeth Patterson, Georgia Caine, Al Bridge
PRODUCTORA Paramount Pictures
PREMIOS 1944: Nominada al Oscar: Mejor guión original
GÉNERO Comedia



En "Hail the conquering hero" Preston Sturges hace una sátira sobre el heroísmo norteamericano. Hay que reconocer que se necesita echarle un par de (...) para burlarse del patrioterismo americano, en plena época de propaganda bélica (la guerra aún no había terminado), con tanto ingenio e inteligencia, como diversión.



Prácticamente cada línea de diálogo es una sátira de la propaganda norteamericana, pese a lo cual, el director consiguió retratar con sorprendente realismo y captar, como si de una fotografía se tratara, la bulliciosa atmósfera emocional de un pueblo, en época de guerra.


Sin duda, es un fiel reflejo de aquella realidad, aunque Sturges se burle continuamente de lo fácilmente que es manejada la ideología de las masas, y de lo absurdo que resulta el fervor popular y el patriotismo.



Esta película increíble, rodada en 1944, es una hazaña inolvidable, que convierte a Sturges en el auténtico héroe victorioso de esta obra.



El guionista y director Preston Sturges satirizó todo el concepto de adoración al héroe en medio de la Segunda Guerra Mundial, pero pinchó en taquilla.


Sinopsis: Woodrow Lafayette Pershing Truesmith (Eddie Bracken) se unió a la Infantería de Marina, pero debido a una alergia ha sido dado de alta sin entrar en combate. Humillado, él nunca dijo la verdad a su madre, es el hijo de un marine héroe de la Primera Guerra Mundial, -su madre hasta le ha puesto un altar en su casa-. Y un año después Woodrow tiene que regresar a su casa, hasta que un grupo de bravucones infantes de marina (entre ellos William Demarest y Freddie Steele) convencen a Woodrow para ponerse ponerse el uniforme y las condecoraciones de sargento y volver a ciudad natal como si hubiera sido herido y dado de alta por el ejercito.
La pesadilla comienza cuando el pueblo entero se vuelca para honrar a Woodrow. Se proponen erigir una estatua dedicada a Woodrow, pagan la hipoteca de la casa a su madre, le dedican una canción y hasta le proponen como candidato a la alcaldía. Ni siquiera la novia de Woodrow Libby (Ella Raines) entiende por qué está tan horrorizado por toda la atención que recibe. Ella ni siquiera tiene la oportunidad de decirle que está comprometida con otro hombre. Cuando finalmente confiesa la verdad, la gente del pueblo decide que sólo un verdadero héroe confesaría sus mentiras en público.



Como siempre, Preston Sturges dirige con vigor a una variado elenco que le sirve de gran apoyo en todas las escenas, sobre todo a Raymond Walburn como un político corrupto y fanfarrón, y a Franklin Pangborn como un concejal muy exigente que trata de controlar a cuatro bandas de músicos municipales en la sublime escena coral de la estación.


Mención especial debe hacerse de Ella Raines como una heroína refrescante y nada estereotipada, y el ex-boxeador Freddie Steele como infante de marina tarado con un complejo de la Madre. Los tics nerviosos de Eddie Bracken se mantienen bajo control en la maravillosa "Salve, héroe victorioso".


Una de las comedias más ácidas de su director, en la que se dedicó a satirizar el heroísmo militar en unos momentos en que el horno no estaba para demasiados bollos. La impostura de un falso héroe daba pie a un brillante y cínico conjunto desarrollado en un estilo coral que llega a recordar al mejor Luís Gª Berlanga.




Preston Sturges nos ofrece de nuevo una comedia superior en forma y contenido, fué la última película de su director para la Paramount. La época es la 2 ª Guerra Mundial y el tema es la naturaleza del heroísmo.


La película se desarrolla ofreciendo una imagen sensible acerca de la experiencia de la guerra. Aprueba los sentimientos del pueblo en relación con Woodrow, pero es preocupante toda la adoración ciega gastada en un héroe que no se ha demostrado seriamente que lo és. Como es el caso del pomposo alcalde actual, -que para más 'inri' se llama "señor Noble"-, un cacique que engañó anteriormente a sus electores con su populismo, y espera volver a hacerlo. Woodrow no es tonto, y, finalmente, limpia su conciéncia ante su madre, su novia, sus amigos y vecinos.



El éxito o el fracaso de los infantes de marina de esta película depende de una sola palabra hueca: patriotismo. Woodrow decidió alistarse y luchar por su país, y no fué culpa suya que fuera rechazado. Su único delito fué tratar de salvar a su madre de una humillación innecesaria, pues en su ciudad natal considerarían esto un fracaso. La película incluso habla de los negocios especulativos de la ciudad con la guerra, reconociendo que el país sigue funcionando para fines egoístas, incluso en tiempos de guerra. Este tipo de inclinación semi-subversiva es lo que hace interesante el film de Sturges, y puede ser otra razón por la que la Paramount lo consideraba un activo de riesgo. Después de todo, su film anterior: "El milagro de Morgan's Creek" estaba en el límite de la blasfemia.



Los marines son presentados como gente divertida, sobre todo William Demarest, un sargento que hace de padre de todos los jóvenes oficiales que tiene a su cargo. El marine huérfano Bugsy (Freddie Steele), por causa de las heridas de metralla en la cabeza está al límite de la psicopatía con su obsesión por tener una madre. Bugsy es extraoficialmente adoptado por la madre de Woodrow (Georgia Caine). De acuerdo con James Agee, el personaje fue especialmente popular entre el público. Bill Edwards es el hombre con el que Libby se ha prometido en ausencia de Woodrow.



La ciudad de Oak Ridge también podría ser llamada 'Sturgestown', ya que está poblada por la gente amable y simpática de otros filmes del director: Jimmy Conlin, Chester Conklin, Raymond Walburn, Franklin Pangborn, Esther Howard, Al Brigdes, Georgia Caine, Elizabeth Patterson, Arthur Hoyt, Robert Warwick, Torben Meyer, Frank Moran, Dewey Robinson y Jack Norton. Raymond Walburn ofrece varias líneas de diálogo que se prolongan durante diez minutos sin un corte, lo mismo ocurre con Eddie Bracken, desde la escena de apertura del bar. Una secuéncia memorable que comienza con el sargento Heppelfinger (Willian Demarest) tratando de conseguir bebidas a cámbio de una colección de reliquias de la guerra, sólo que el propietario del café resulta ser quién más suministra tales baratijas sin valor a todo el ejercito de los Estados Unidos.



El reparto:

 
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Algunas de las mejores frases y diálogos de: "Hail the conquering hero"

Woodrow Lafayette Pershing Truesmith: [a la multitud, tratando de rechazar su nombramiento para la alcaldía]: Os conozco a todos de toda la vida. He cortado vuestro césped. He repartido la leche de vuestros bebés. Incluso conozco a cada perro y a cada gato de este pueblo.

Magistrado Dennis: [a un lado del Doc Bissell y del Rev. Upperman] La parte de los bebés y la leche es muy buena.

Rev. Upperman: ¡Después de eso, él podría ser el próximo presidente!

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Alcalde D. Everett Noble: [dictando su discurso de aceptación a su hijo, Forrest]: Yo acepto la responsabilidad con un sentido de humildad, satisfacción y gratitud.

Forrest Noble: No se puede decir "tanto con humildad, como con satisfacción y con gratitud". "Tanto con" significa dos, y usted tiene la "humildad, la satisfacción y la gratitud". Eso son tres cosas.

Alcalde D. Everett Noble: ¿No puedo decirlo?

Forrest Noble: No, no se puede.

Alcalde D. Everett Noble: ¡Pero si lo he estado diciendo durante años!

Forrest Noble: Pues no es gramaticalmente correcto.

Alcalde D. Everett Noble: No estoy aspirando a una plaza para académico de la léngua.

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Jefe político: [diciéndole al alcalde que Woodrow será un candidato electo]: Este es un país libre. Pueden votar a quién les guste.

Alcalde D. Everett Noble: ¡Pero, eso es vergonzoso!

Jefe político: Lo sé, pero así es como es, -y sea como sea-, nosotros no lo tenemos bién.

Alcalde D. Everett Noble: ¿Quieres decir que realmente tiene una probabilidad de ser elegido?

Jefe político: ¿Una probabilidad?, ¿has visto nunca un alud?

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Tía Libby: [reconfortando a Libby, quien está llorando por el regreso de Woodrow]: Bueno, eso es la guerra para nosotras. Siempre es difícil para las mujeres. O bien se lleva a nuestros hombres y no los devuelve, o los manda de vuelta inesperadamente sólo para crear una situación embarazosa. No tiene ninguna consideración en absoluto.
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Alcalde D. Everett Noble: Este problema no es local, es nacional. En pocos años, si la guerra continúa - Dios no lo quiera-, uno no será capaz de lanzar un gato por los aires sin derribar un par de héroes. Ahora ... vamos a ser gobernados por hombres jóvenes, - hombres muy jóvenes -, por muy bien intencionados o patrióticos que sean, cuyo principal talento consiste en saltar dentro y fuera de unos hoyos ...

Jefe político: trincheras.

Alcalde D. Everett Noble: ¿Eh?

Jefe político: Se llaman trincheras.

Alcalde D. Everett Noble: ... cuyo talento consiste en saltar dentro y fuera de las trincheras y en matar a cientos de enemigos con un solo golpe de sus espadas. O bien... vamos a ser gobernados por respetables líderes cívicos de edad madura que no buscan el nombramiento, pero lo aceptan como un deber cívico. Me refiero a hombres como..., eh, bueno..., yo mismo.

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La señora Noble: Everett, tengo la sensación de que vamos a hacer el ridículo y yo voy a fingir que no te conozco.

Alcalde D. Everett Noble: ¡Me gustaría que no tuvieras que fingirlo!

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Doc. Bissell: [explicando a Woodrow que la ciudad todavía lo quiere para alcalde]: La política es una cosa muy peculiar, Woodrow. Si te quieren, te quieren. No necesitan más razones..., encuentran sus propias razones. Es como cuando una chica quiere a un hombre.

Libby: Eso es. No se necesitan razones. A pesar de que probablemente existen.




http://www.rottentomatoes.com/m/hail_the_conquering_hero/

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4 SONADOS PINCHAZOS EN TAQUILLA CONSECUTIVOS




Título original THE SIN OF HAROLD DIDDLEBOCK  (MAD WEDNESDAY)

AÑO 1947
DURACIÓN 89 min.
PAÍS USA
DIRECTOR Y GUIÓN Preston Sturges
MÚSICA Werner R. Heymann
FOTOGRAFÍA Robert Pittack y Curtis Courant (B/N)
REPARTO Harold Lloyd, Jimmy Conlin, Raymond Walburn, Rudy Vallee, Edgar Kennedy, Arline Judge, Franklin Pangborn, Lionel Stander, Robert Greig, Margaret Hamilton, Jack Norton, Robert Dudley, Arthur Hoyt, Frances Ramsden y Jackie el león. 
PRODUCTORA California Pictures
GÉNERO Comedia


La trama de la película es una continuación de "El estudiante de primer año", 1925, una de las películas más famosas y exitosas de la época gloriosa de Harold Lloyd.



El pecado de Harold Diddlebock fue el primer proyecto de Sturges después de salir de la Paramount Pictures, donde había hecho sus mejores y más populares películas, pero la película no tuvo éxito en su lanzamiento inicial. Se retiró rápidamente de la distribución por el productor Howard Hughes que se tomó casi cuatro años para volver a rodar algunas escenas y editar de nuevo la película, finalmente, volvió a lanzar el film en 1950 con un nuevo título "Mad Wedensday" - pero, en general, la recepción del público no fue mejor la segunda vez. La película está generalmente considerada como un producto menor de Sturges y Lloyd, cuyas carreras evidenciaban un franco declive.



Lloyd fue nominado para un Globo de Oro al "mejor interprete en una película cómica", y la película fue nominada al Gran Premio en el Festival de Cine de Cannes, los premios de ambas categorías fueron otorgados en 1951. Harold Lloyd, sin embargo, nunca actuó en otra película, decantándose hacia la producción, compilación, presentación y difusión de las películas de su obra anterior durante el cine mudo.




Sinopsis: Veintitrés años después de anotar el 'touchdown' ganador para su equipo de fútbol americano (como se cuenta en "El estudiante de primer año") afable Harold Diddlebock (Harold Lloyd), que ha estado estancado en un trabajo aburrido y sin salida en teneduría de libros durante años, es despedido por su pomposo jefe, el magnate de la publicidad J. E. Waggleberry (Raymond Walburn), que contrató a este antiguo astro del fútbol americano como consecuéncia de un estado es euforia y excesos alcohólicos, y ya casi ni se acuerda de él después de tantos años-; le echa con buenas maneras y con nada más que una pensión pequeña, -muy mermada tras el crack del 29-.


Él se despide de la chica del mostrador del pasillo, Miss Otis (Frances Ramsden), con quien había esperado casarse -tal como había esperado casarse con sus cinco hermanas mayores antes de que con ella, recibiendo calabazas siempre con buenas maneras-; Harold vaga sin rumbo por las calles con los ahorros de su vida en la mano cuando conoce a Wormy (Jimmy Conlin) un pícaro callejero, un apostador y un vago, casi octogenario, que trata de darle un sablazo y le lleva hasta un bar. Cuando Harold le dice al camarero (Edgar Kennedy) que él nunca ha tomado un trago en su vida, el camarero crea un potente cóctel al que llama "El Diddlebock", un sorbo de este mejunge es suficiente para liberar Harold de todas sus inhibiciones, borracho perdido, se lanza a la calle y se corre una juerga que dura día y medio; invirtiendo su finiquito en hipodromos, -dónde apuesta por dos caballos que tienen los mismos nombres que su madre y su tía-; sorprendente gana una fortuna, pero pronto se la funde por todos los clubes y cabarets.


Cuando su avinagrada hermana solterona Flora (Margaret Hamilton), -de un parecido clónico con Harold-, lo despierta, este descubre que tiene una resaca fenomenal, pero también que tiene un guardarropa nuevo, (muy chillón), un sombrero de diez galones, un coche de caballos con conductor, y la propiedad de un circo en bancarrota.

Tratando de vender el circo Harold y Wormy visitan al banquero de Wall Street Lynn Sargent (Rudy Vallee), -un amante de los circos que trata de venderles uno en lugar de comprar el que Harold le ofrece-; y, a continuación , al resto de los banqueros de la ciudad. Para eludir a los guardias del banco, Harold lleva consigo a Jackie el León, que incita al pánico general. Harold, Wormy y el león terminan en la cornisa de un rascacielos, (en un homenaje a "El hombre mosca", 1923); tras evitar una muerte segura los tres son detenidos y encarcelados, pero la publicidad ha atraído a una multitud de banqueros que quieren comprar el circo; un representante del circo de los hermanos Ringling sobrepuja la última oferta. Harold celebra la venta con otro "Diddlebock" y pierde en conocimiento; al despertar descubre que recibió 175.000 dólares por el circo, que ahora es un ejecutivo de la agencia Waggleberry, y que él y Miss Otis se casaron durante su primera borrachera.


Esta película 'maldita' se anuncia como una comedia enloquecida, pero la historia ofrece pocos motivos para reír. En su lugar la película dramatiza la situación de los trabajadores que trabajan durante años en la oscuridad absoluta, enterrados vivos en enormes burocracias, como mano de obra, y luego son descartados como una mercancía sin valor. Eso no es divertido, aunque sea interpretada por Harold Loyd en el papel principal y dirigida por Preston Sturges Sturges. Al principio la película parece ser poco más que una producción barata, casi amateur. Pero después de un tiempo se hace evidente que la película contiene un mensaje subliminal sobre la condición humana y cómo la gente tiene que hacer casi una locura con el fin de romper los grilletes que asfixian su individualidad y su creatividad. Este tema no dá risa. No obstante, quiero reivindicarla. Lloyd demuestra que él debería era una estrella tan grande en la era de sonido como lo fue en la era muda. Su actuación es maravillosamente sutil y conmovedora, así como hilarante. Los secundarios de primer nivel un gran soporte a la trama. Sturges dota a película de grandes momentos, impregnados de una gran dulzura y comprensión, y su dirección adquiere el tono de farsa tragicómica y de gran ballet burlesco. Es ingeniosa, muy divertida, -si entras en la historia-, y agradable. No es un tumulto de risas, pero es muy entretenida.


Esta comedia romántica de tintes tristes empieza con un drama plasmado con toda su autenticidad: El jefe despidiendo con consejos y agradecimientos al compungido empleado que acepta su negro destino con cara de paisaje.


Donde acabó "El estudiante de primer año", que dio el triunfo a su equipo de fútbol americano, sigue ésta con la narración, ya hablada pero con los mismos y efectivos logros que tienen su cumbre cuando el león arrastra con la correa al pobre Harold por la repisa del rascacielos, y de repente su compañero de fatigas se queda colgado con él cuando intenta ayudarle.



La historia de amor con la publicista complementa perfectamente la acción, y en la explicación de las ocasiones que estuvo enamorado de todas sus hermanas, Harold evoca sus recuerdos con mucho patetismo, ternura, absurdidad y comicidad.


"El pecado…" no es una colección de gags visuales como otras obras anteriores del señor Lloyd; con el sonido el argumento se apoya también en los brillantes diálogos.


Un más que digno homenaje a Harold Lloyd, que era un excepcional actor; -mi cómico mudo favorito, Buster Keaton, no tuvo tanta suerte con el cine sonoro-; y Preston Sturges era otro genio de la comedia romántica.


En España se la conoce por el infame título de: "¡Oh! Qué miércoles".




Escena del cóctel "Diddlebock"
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Título original: UNFAITHFULLY YOURS

Productor, Guionista y Director: Preston Sturges. Fotografía: Victor Milner (B/N). Montaje: Robert Fritch. Director de Arte: Lyle Wheeler. Decorados: Thomas Little, Paul S. Fox. Sonido: Arthur L. Kirbach, Roger Heman. Música: Alfred Newman, (Gioacchino Rossini, Richard Wagner, Peter Ilyitch Tchaikovsky). Vestuario: Bonnie Cashin. Producción y Distribución: 20th Century-Fox. Estreno: Noviembre 1948. Intérpretes: Rex Harrison, Linda Darnell, Barbara Lawrence, Rudy Vallee, Kurt Kreuger. Comedia negra.

Una comedia sobre el viejo arquetipo de los celos que, años más tarde, contaría con un pálido remake dirigido por Howard Zieff. El film se articula como los diversos tempos de una sinfonía musical y consigue unos resultados realmente brillantes. Fue la última obra importante de Preston Sturges, que pronto se vería condenado a un injusto olvido. Film inédito en España.


Con sus estilos de narrar absolutamente contrapuestos, hay que señalar que realizadores significados por su aportación a la comedia norteamericana, apostaron por la creación de títulos en su vertiente negra y cínica. Me estoy refiriendo a ejemplos como el de Frank Capra ARSENIC AND OLD LACE (Arsénico por compasión, 1944) o Charles Chaplin (MONSIEUR VERDOUX, 1947). Creo que habría que citar precisamente al admirable film de Chaplin como puede que el referente que animó a Preston Sturges a dar vida UNFAITHFULLY YOURS (Infielmente tuya, 1948), con la que inició su accidentada colaboración en la 20th Century Fox tras su triunfal contrato con la Paramount. Creo que en su conjunto, estos tres ejemplos aportan un pequeño aparte en la trayectoria de un género que necesitaba apuestas como estas para renovar unas estructuras que estaban próximas al anquilosamiento. También en Inglaterra llegaría desde los estudios Ealing la que para mí es la mejor comedia que produjeron hasta la fecha KIND HEARTS AND CORONETS (Ocho Sentencias de muerte, 1949) de Robert Hamer. En aquellos convulsos tiempos de postguerra la comedia se teñiría de negro.


De cualquier forma al parecer Sturges ya tenía en mente años atrás la idea de esta película, que llegó a ofrecer a Ernst Lubitsch, a quien encantó la idea pero no aceptó realizar. Y bien es cierto que la estructura y la propia ambientación de la película conserva un inequívoco aire lubitschiano, pese a que en ella se reconozca tanto la narrativa de Sturges como su querencia fundamentalmente dada en los personajes de conjunto o su inclinación al splastick –en este caso a su vez para lo mejor y para lo peor-. En su conjunto, creo que UNFAITHFULLY YOURS demuestra las facultades que aún conservaba Sturges como realizador y guionista, y al propio tiempo resulta una propuesta claramente arriesgada y quizá adelantada a su tiempo, pero que en su conjunto alberga cierta irregularidad y no puede catalogarse -pese a sus indudables cualidades- entre sus títulos más logrados.

Sinopsis: Desde el primer compás de la película –nunca mejor dicho-, podemos comprobar que UNFAITHFULLY... reviste una notable personalidad. Sobre los títulos de crédito que nos muestran la dirección de una orquesta a cargo del impetuoso protagonista –Sir Alfred De Carter (un magnífico Rex Harrison)-, se va cerrando el cuadro hasta mostrarnos el crédito de Sturges –de quien se mencionan todos su créditos de forma simultanea- sobre el fondo negro que forma la espalda del compositor. El famoso director de orquesta ha llegado al aeropuerto tras un vuelo accidentado a la dirección de un concierto, y ciertos detalles aparentemente poco consistentes le hacen concluir en la sospecha de que su esposa –Daphne (Linda Darnell)- le ha sido infiel con su secretario personal, el apuesto Tony (Kurt Kreuger). Antes de dirigir el concierto, Sir Alfred visitará al detective que ha formulado la investigación que inicia la sospecha, y recreará el concierto con sendas piezas musicales que nos mostrarán los pensamientos que este alberga de cara a decidir su reacción a la hora de asumir esta infidelidad. La primera de ellas será la más terrible, ideando un tan complejo como divertido plan que le llevará a degollar a su esposa y lograr culpar de esta muerte a Tony. El segundo planteamiento le mostrará como magnánimo esposo que perdona a su esposa y la ayuda económicamente de forma altruísta. Mientras tanto, la tercera y última posibilidad le lleva a reunirse con Daphne y Tony y plantear el juego de los tres a la ruleta rusa, lo que concluirá en su propio suicidio. (Estas escenas me recuerdan el film de Luís Buñuel "ENSAYO DE UN CRIMEN", 1955).

El concierto culmina con un clamoroso éxito pero el director huye del teatro, planificando con una enorme cantidad de cómicos contratiempos la primera de las opciones. En cualquier caso la llegada de su esposa le llevará poner en practica igualmente de forma fallida las otras dos posibilidades. Sin embargo, de forma casual y con la sinceridad que siempre le ha brindado su esposa, este descubrirá que la infidelidad que tanto le atormentaba estaba absolutamente infundada, decidiendo el director musical proseguir en la veneración de su esposa y dejar a un lado sus sospechas.

Lo primero que cabe resaltar una vez uno contempla esta película, es la extraña sensación de incomodidad que preside en todo momento. Lo arriesgado de su planteamiento, la propia configuración de la misma como una comedia negra, la acritud generalizada que demuestra el personaje que encarna Rex Harrison, de alguna manera chocan con las incursiones que su argumento mantiene con el splastick –por ejemplo, al quemar el informe de los detectives en el que se insertan los detalles de la infidelidad de Daphne provocan un incendio en la habitación del hotel donde está alojado el director musical-. Son detalles que nos retrotraen al Sturges más conocido pero que quizá en este caso no tienen la misma adecuación que en otras de sus comedias. Quizá la intención de comedia negra que recorren sus fotogramas no tienen la adecuada aplicación con estos detalles de comedia física. Y es lo que tiene un peso excesivo a la hora de plasmar esa excesivamente dilatada secuencia en la que Sir Alfred afronta mil y un contratiempos cuando quiere iniciar los detalles para el asesinato real de su esposa. Quizá el realizador se la planteó como un reto personal –ciertamente lo es- pero en pantalla resulta por momentos hilarante y cargante al mismo tiempo, y quizá demuestre que el sentido del timming que tanto le había acompañado previamente, en esta ocasión no era su mejor aliado. Un Quijote enfrentado por su dama a sus propias sospechas, a sus pretenciosos cuñados y a un sinfín de objetos maléficos.


Pese a esta clara limitación, es innegable señalar que UNFAITHFULLY YOURS tiene otras cualidades que de alguna manera están relacionados con su propia e insólita configuración. Desde la forma en la que nos introducimos literalmente en la mente del protagonista cuando imagina de qué forma va a reaccionar al afrontar la infidelidad de su esposa –la cámara efectúa sendos travellings hasta acercarse al ojo de Harrison; técnicamente se trata de una opción muy atrevida y al mismo tiempo bien resuelta-, hasta los gags que se plantean desde el palco desde donde a su esposa se le caen diversos objetos a la madura espectadora que se encuentra en el patio de butacas, quizá lo mejor de esta película venga por la eterna querencia del realizador por los singulares personajes secundarios. Algo que no se puede decir del poco aprovechamiento que se ofrece de Rudy Vallee,-en un personaje despachado con grotescos trazos gruesos, ya desde el guión-, pero que sí tiene como representantes a un joven Lionel Stander, o a otros con menor representación, como el intérprete de los platillos en la orquesta que dirige nuestro protagonista y que afirma su desprecio por la vulgaridad cuando el director le pide que toque con mayor fuerza, hasta que este despliega unos instrumentos de dimensiones colosales.


Pero si algo resulta memorable en esta película –y que puede describirse sin lugar a duda como uno de los mejores fragmentos jamás filmados por Preston Sturges en toda su carrera-, se da cita en la secuencia del encuentro de Sir Alfred con el detective que ha investigado la infidelidad de su esposa. Este está interpretado de forma memorable por el ya veterano actor cómico Edgar Kennedy, erigiéndose por derecho propio en lugar de preferencia dentro de la galería de ilustres secundarios manejados por el realizador; ¿recuerdan al vendedor de limonada de DUCK SOUP (Sopa de ganso, 1933. Leo McCarey)?- y logra calmar con su entusiasmo la iracundia del músico al manifestarle en primer lugar la sincera admiración a su trabajo, conmoviéndole posteriormente al confesarle que el mismo arruinó su vida al descubrir la mismo situación en su mujer. Un fragmento absolutamente deslumbrante por la sinceridad que destila y la perfecta integración de elementos cómicos, la utilización del sonido –el chirriante sonido de la puerta de la oficina- o el sentido humanístico que despliega, claramente definible como una de las set-pieces más admirables del cine del realizador, y que tendrá su continuidad cuando el veterano detective acuda acompañado por el vecino de oficina al concierto con las entrada que este les ha regalado, propiciando en el recinto situaciones francamente divertidas y entrañables.


Si en todo el metraje de UNFAITHFULLY YOURS se hubiera registrado las mismas asombrosas cualidades que en este fragmento, nos encontraríamos con una de las cumbres de la historia de la comedia.


El hecho de que el cuñado de Sir Alfred sea tan rico y tacaño -como poco sútil es Sturges mostrando su tacañería-, y de que su cuñada (Barbara Lawrence), una paleta ignorante, se aburra tan mortalmente con su marido que utilice la humillación pública constante contra él, desvela el final de la trama, casi, desde que estos personajes aparecen por primera vez. En cualquier caso y pese a sus desequilibrios, el film de Preston Sturges merece ser considerado como una propuesta lo suficientemente inteligente –la utilización de las diferentes piezas de música clásica-, venenosa y atractiva como para hacerla destacar en ese océano de mediocridad que en aquellos años inundaría la comedia cinematográfica norteamericana.



El director de fotografía Victor Milner comenzó su carrera en la industria cinematográfica como asistente de laboratorio a los 15 años. Luego trabajó como proyeccionista y como camara de noticiarios hasta 1914, año en el que se convirtió en un director de fotografía de pleno derecho. Durante su carrera, Milner iluminó decenas de películas mudas y de principios del cine sonoro, aunque trabajó con muchos grandes estudios, su base se cimentó realemente trabajando en algunas de las primeras películas sonoras de Ernst Lubitsch. época en que comenzó a trabajar para Cecil B. De Mille en producciones donde Milner fue responsable en gran medida del aspecto opulento de los espectaculos épicos de este director. En 1934, ganó un Oscar por su trabajo en Cleopatra de De Mille. En UNFAITHFULLY YOURS, Milner que ya había trabajado con anterioridad para Sturges en cuatro películas maravillosas: ("Navidades en Julio","Las tres noches de Eva", "Un marido rico" y "El gran momento"), realiza uno de sus trabajos más creativos y personales, prueba de ello son los tres travellings que entran por un ojo de Rex Harrison.


 

Escena del detective privado fan de Händel
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LA TÍMIDA RUBIA DE BELLAS CURVAS  The Beautiful Blonde from Bashful Bend (1949) 77 minutos


Dirigida por Preston Sturges
Producida por Preston Sturges
Escrita por Preston Sturges, sobre una historia de Earl Felton
Musica de Cyril J. Mockridge
Fotografía de Harry Jackson (C.)
Distribuida por Twentieth-Century Fox


Reparto: Betty Grable (Winifred "Freddie" Jones); César Romero (Blackie Jobero); Rudy Vallee (Charles Hingleman); Olga San Juan (Conchita); Porter Hall (Juez Alfalfa J. O'Toole); Hugh Herbert (Doctor); Al Bridge (Sheriff Ambrose); El Brendel (Mr. Jorgensen); Sterling Holloway (Chico Basserman 1); Dan Jackson (Chico Basserman 2); Emory Parnell (Mr. Julius Hingleman); Pati Behrs (Ruleta).


Mediocre film de Preston Sturges. Demente y vulgar... ¡Vaya, no está tan mal!

No resulta sorprendente que este film disperso y, en ocasiones, francamente demencial fuera considerado como un desastre que instantáneamente vaporizó la carrera de Preston Sturges en Hollywood. Supongo que este tipo de parodia desmelenada hizo que el director se sintiera libre rodando, pero los espectadores de 1949 pensaron que ellos no tenían la culpa.


Evidentemente esta cinta es muy floja, hay una acumulación de ideas que raya en la hipertrofia y muchas escenas parecen haber sido inventadas sobre la marcha; Esto puede dar a uno la impresión de que la película podría haber sido de otro modo si se hubiera pulido más todo el material que se fué añadiendo a la débil trama, pero no es tan mala como a simple vista parece. Hay destellos de originalidad en todas partes y si bien nunca llega a buen puerto, esto sigue siendo Sturges y es muy superior a un buen número de comedias mansas, espumas amables que surgieron alrededor de esta época.


No es este el caso de la comedia que nos ocupa, pero ciertamente parece que muchos de los actores tenían una gran libertad durante el rodaje, en particular César Romero. Ver la escena dónde áquel está interrogando a algunos paletos locales acerca del paradero de Betty Grable, su amada. Él apenas puede mantener un semblante serio, y felizmente le permite a este actor de carácter robar la escena a un gracioso, un tonto actor de reparto. Betty Grable hizo un buen trabajo también y mostró un timing cómico bastante justo, auque me pregunto si Sturges no pensó en otra Betty (la Hutton) para este papel y no la pudo tener por razones económicas -ámbas lúcen el mismo pelo de caniche-. Sturges permite a los dos hermanos freaky (uno de los cuales es Sterling Holloway) llevar las cosas demasiado lejos, -fuman y beben whisky en una clase con niños presentes, estoy seguro de que mucha gente se fué de la sala de cine al ver esta escena y como se desarrolla-, estos dos payasos enloquecidos con rostros lunares ni siquiera son reconocibles como seres humanos, pues sólo hacen animaladas y emiten incómodos sonidos dígnos de una jaula de monos. Estoy seguro de que el boca a boca fué muy negativo para este film.


Una de esas películas que tras verla una sola vez no deseas volver a ver de nuevo. Es una farsa con momentos demasiado dolorosos de ver, para mi gusto. Los hermanos campesinos y subnormales resultan un poco marcianos, y el ejemplo que dá la profesora usando armas en clase para humillar a sus dos descerebrados alumnos al estilo Guillermo Tell -con tinteros en lugar de manzanas- es sencillamente terrible, incluso para una comedia loca con ínfulas de sátira de la libre circulación de armas de fuego en los Estados Unidos; El espectro de la doble moral yanqui hace -una vez más en Sturges- su fatal aparición, con esa defensa abobinable de la humillación al débil, la Ley del Talión y el "ojo por ojo"; Y la deleznable decisión de tomarse la justicia por cuenta propia.


El actor de reparto Stanley Holloway, especializado en interpretar a campesinos subnormales, tuvo papeles mejores dentro de su especialidad, en "Recuerdo de un noche" (1940) de Mitchell Leisen -con guión de P. Sturges- y en "Juan Nadie" (1941) de Frank Capra, que aquí. Pues pisa el acelerador a fondo en esta comedia y acaba dando verdadero asco su actuación, parece una burla hacia los deficientes mentales, con esos patéticos aullidos que lanza como de coyote apaleado.



Terriblemente extraño 'western de palo' cómico y musical. Película insatisfactoria, pero que se deja ver. Exaltación del libre albedrío de la creación artística. Nunca resulta aburrida pues mana a borbotones ese famoso diálogo ágil de Sturges.



Este film fué alrededor de 60 años por delante de su tiempo y resulta tan grosero y tonto como si fuera una comedia de las que se hacen hoy mismo. En este sentido es muy moderno -dicho en el sentido peyorativo-. Toda grosería está permitida y asumida, parece algo hecho en el 2011, no en 1949. Con mucha grosería tejana a lo "Arizona Baby" de los Coen Bros. ... en fin, como ya dicho es muy moderno, vulgar y tonto. A finales de los años 50 se rodaron comedias similares como de dibujos animados interpretados por actores de carne y hueso, como "Li'l Abner"; Sturges mete cosas con calzador, con la intención de fastidiar a la censura, que revientan un poco (por ejemplo: Esa chica mejicana desnuda y tapada con una toalla, y las dos bellas chicas de la película en corsé anticipan el destape setentero); De hecho la película se adelanta a "Sillas de montar calientes" de Mel Brooks de los 70. Estamos en ese territorio, amigos.

 

No me entiendan mal, no le reprocho en absoluto a Sturges el haber hecho que las preciosas Betty Grable y Olga San Juan posaran ligeritas de ropa, ¡por exigencias del guión, claro!



Cuando leés el nombre de Preston Sturges esperas grandes cosas, pero este no es uno de sus mejores esfuerzos. Betty Grable usa en el filme una serie de corsés mientras encarna a una pseudo Annie Oakley, pero este no es el mejor vehículo ni para Rudy Vallee ni para Stanley Holloway.

Sinopsis: ¿Trama? casi no hay. Betty Grable tiene una relación intermitente con César Romero, y en ocasiones trata de acabar con ella utilizando un arma de fuego; Dos veces el culo del juez (Porter Hall) se interpone entre la bala y César Romero. Ella huye a la carrera con su amiga mejicana y se hace pasar por una maestra de escuela. Y eso es todo.


Hay un par de canciones, pero los (probados) talentos musicales de Grable y Vallee parecen haberse evaporado como por arte de mágia, y la fuerza única de esta película reside en el hecho de que está rodada en Technicolor. Lo que tampoco es mucho al tratarse de una función de segundo órden. El film parece un cómic de Al Capp, sin su gracia. E incluso resulta extraño ver a Betty Grable aquí.


Sólo hay tres cosas que están mal en esta película, en comparación con el resto de la producción del director:

1) No tiene por qué aparecer Bill Demarest en ella.

2) No tienen por qué aparecer tres cómicos caducos del cine mudo como Chester Conklin, Hank Mann y 'Snub' Pollard en ella; El homenaje a Chaplin no tiene lugar aquí.

3) No es graciosa.


Betty Grable siempre fué muy hermosa. Realmente prefiero cualquier otra película de Betty Grable antes que esta, -y ella opinaba lo mismo-; me gusta mucho Preston Sturges y lamento decir esto con toda mi alma, pero: "Cómo casarse con un millonario" (1953) de Jean Negulesco es mucho más agradable y divertida que este filme.


Rudy Vallee no aprovecha suficientemente la oportunidad de brillar con su suavidad habitual, -como le ocurre en otras películas de Sturges en las que intervino, exceptuando "The Palm Beach Story"-. Del insufrible Hugh Herbert (como un cirujano miope) yá ni hablo.




Escena políticamente incorrecta en: "LA TÍMIDA RUBIA DE BELLAS CURVAS", armas en clase   http://youtu.be/qkKa9JmDd2Q


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El fracaso de su cada vez más caro teatro-restaurante; las onerosas ayudas financieras que concedía a amigos y antiguas esposas, y el constante rechazo que su obstinación producía entre los ejecutivos de los estudios de producción, se combinaron para obligar a Preston Sturges a un prolongado y autoimpuesto exilio en Francia.


"Los franceses son una raza divertida"/"Los trofeos del Mayor Thompson".
("The French, They Are a Funny Race"/"Les Carnets du Mayor Thompson", 1955)

Dirigida por Preston Sturges.
Producida por Alain Poiré, Paul Wagner.
Escrita por Preston Sturges sobre la novela de Pierre Daninos "Les Carnets du Mayor Thompson".

Protagonizada por: Jack Buchanan (Mayor Thompson), Martine Carol (Martine), Noël-Noël (Monsieur Taupin), Totti Truman Taylor (Miss Fyfyth, la enfermera), Catherine Boyl (Ursula), André Luguet (Monsieur Fusillard, el editor), Geneviève Brunet (La secretaria), Paulette Dubost (Mme. Taupin).

Música: Georges Van Parys.
Fotografía: Maurice Barry, Jean Lallier y Christian Matras (B/N).
Distribuida por: Dist. Continental.

Duración: 105 minutos.



"Les Carnets du Mayor Thompson" se basó en una novela de Pierre Daninos que fue un best-seller en Francia en la década de 1950. la traducción literal del título es "Los trofeos del Mayor Thompson", la palabra "trofeos" tiene un doble sentido sexual. La novela narra las aventuras de un confundido inglés que vive en Francia, tratando de adaptarse a las formas francesas y que se enamora de una francesa. El inglés (Mayor Thompson) es el blanco de todos los tiros humorísticos, por esta razón esta novela fue tan popular en Francia: A pesar de estar situada en Francia se burla de los ingleses.



La versión cinematográfica de esta obra fue dirigida por Preston Sturges, quién tras haber sido repudiado por Hollywood estaba viviendo en el exilio en París. Sturges hablaba francés con fluidez, había vivido en París durante su infancia. (La madre de Preston Sturges fue la artista que confeccionó y le entregó la célebre bufanda a Isidora Duncan, ¡la misma bufanda larga pintada a mano que causó la muerte legendaria de la Duncan por estrangulación!) Pero la francofilia de Sturges es el único factor destacable de esta película terrible. Su talento había pasado de largo en esta ocasión, lo mismo que su energía. La trama de "Major Thompson" es muy episódica (al igual que la novela de origen), y la película se tambalea de una escena a otra débilmente. El fade-out que sirve como mordaza argumental se revela penoso y sin gracia, como el resto de la película.


El "Mayor Thompson" está interpretado por Jack Buchanan, un escocés que se ajustaba a la concepción estadounidense del tópico del "inglés" de avanzada edad, mucho mejor que la mayoría de los ingleses genuinos. Buchanan dió excelentes resultados en varias películas anteriores, pero se estaba muriendo de cáncer cuando se fue a Francia a rodar esta película, y se nota. Es un muerto caminando.



La única escena de esta película que aún resulta vagamente divertida tiene lugar cuando Thompson y su amante, una amazona francesa, salen a dar un paseo a caballo. Sus caballos no se quedan quietos delante de las cámaras, y siguen vagando con sus jinetes galopando en contra de la voluntad de estos. A Buchanan se le vé realmente perplejo cuando su caballo se obstina en llevarlo lejos del objetivo de la cámara. Esta escena funciona tan bien (en contraste con el resto de la película) porque es espontánea; No creo que se estuviera previsto este contratiempo. Creo que los caballos estaban realmente mal entrenados, y Sturges tuvo el buen sentido de dejar a los caballos robar la escena "ad libitum".



Noël-Noël, un cómico francés, con una cara bastante cómica (a quien nunca he encontrado divertido en otra película) tiene un breve papel. Destaco cuando está bebiendo Byrrh (una mezcla de vino tinto y quinina o agua tónica, popular a modo de aperitivo en la Francia de la época) en un café al aire libre. Realmente no hace nada divertido aquí, aparte de mirar directamente a la cámara... cosa que en su caso es válido para una risa rápida.


Sinopsis: El Mayor Thompson (Jack Buchanan) es un oficial de costas inglés de mediana edad, jubilado y viudo que vive en París, mientras trata de adaptarse a la forma de vida francesa se enamora de la frívola y seductora Martine (Martine Carol), con la que se casa. La gran pregunta que se hace es: ¿Su hijo debe ser educado como buen inglés, como francés; O pivotar entre las dos culturas?


La película que nunca existió: "Cuarenta millones de franceses".

Yo ansiaba ver la última película de Preston Sturges "Los trofeos del Mayor Thompson" -también conocida como "Los diarios del Mayor Thompson", también conocida como "Los franceses son una raza divertida"- desde hacía mucho tiempo, aunque sabía que la experiencia tenía pocas probabilidades de resultar edificante. Una película que está descrita como "casi desafiante y sin gracia" no inspira mucha confianza de entrada, y lo peor es que nadie había encontrado nunca una opinión que negara esta posibilidad.



Ahora he visto la película, y puedo decir que no es tan terrible para ningunearla como muchos críticos han hecho, pero tampoco puedo ir más lejos. La pregunta del millón es si los defectos de la película son totalmente responsabilidad de Preston Sturges -durante mucho tiempo ha sido considerado como una estrella fugaz que se había quemado, esta suposición facil vino avalada por el alcoholismo que arrastraba en los últimos años, cosa que convirtió en inviable el retorno por la puerta grande que él tanto ansiaba-. Pero la historia no es tan simple. Su larga carrera como guionista -escribiendo guiones para directores como William Wyler y Mitchell Leisen- más su carrera con cuatro años de trabajo muy productivos dedicandose a la escritura y a la dirección en los estudios Paramount, en los que hizo ocho películas que justamente podrían ser calificadas como obras maestras de la comedia; Hasta que sucumbió a los hechizos de Howard Hughes y la 20th Century Fox estas grandes obras le avalaban hasta entonces.



Su declive se cree que comenzó el film bisagra "El gran momento" (o "Triunfo sin gloria"), que fué cortado por la Paramount para reducir los puntos más graves de una historia esencialmente trágica sobre un gran benefactor de la humanidad que murió en la pobreza, vilipendiado por la gente que él había tratado de ayudar (sin darse cuenta Sturges estaba siendo profético consigo mismo, filmando una autobiografía, tal vez). Los críticos se apresuran a destacar de la película su tonalidad genérica confusa y en última instancia se estrenó sin éxito, pero él ya había llevado a cabo vertiginosos cambios tonales en muchas de sus películas anteriores. A pesar de ello, este fracaso fué tenido muy en cuenta por los productores de la Paramount.



De las películas post-Paramount "Infielmente tuyo" ahora aparece considerada como una obra maestra madura, pero incluso con las payasadas prolongadas y dolorosas del tercer acto, con un determinado valor perverso: No es exactamente un film divertido ni para todos los gustos, por su repetitiva estructura, desesperadamente lenta, ese torpe y frustrante galimatías del asesino teórico puede ser la mejor evocación en el cine del colapso mental causado por los celos sexuales haciendo mella en una mente sensible. Esa película tiene hoy un montón de defensores, y es claramente otra obra autobiográfica, la historia es la de un artista temperamental naufragando en su propia neurosis.




"La tímida rubia de bellas curvas" es un film más problemático a la hora de ser analizado, y en gran medida un trabajo puramente alimenticio de Sturges -iniciado para ganarse el favor de Darryl Zanuck-. Se vé obstaculizado por un exceso de slapstick, demasiado poco romance, y mucho, mucho Hugh Herbert; una carga terrible para cualquier película con pretensiones humorísticas. Sin embargo, resulta muy divertida, y es interesante ver una película en color de Sturges, ambientada en el entorno del salvaje oeste, y con Betty Grable. Además, la primera escena, -en la que un pequeño muñeco, (increíblemente bonito) de una niña, recibe varias ráfagas de disparos en un principio destinados a una ristra de botellas-, tiene un toque blasfemo, y analiza el excesivo amor por las armas de fuego de los habitantes de los Estados Unidos, yá desde pequeños. Aunque el conjunto sea "tu me dás un golpe/yo te lo devuelvo".


"El pecado de Harold Diddlebock" es excelente, incluso si fué la consecuéncia de un problemático rodaje: Harold Lloyd y Preston Sturges no pudieron ponerse de acuerdo sobre si el ingenio visual o el verbal debía prevalecer en el film, y a pesar de que el intento de recrear un clásico de la secuencia Lloydiana: la suspensión de un hombre en lo alto de la cornisa de un rascacielos, fué rodado en estudio y con unas transparencias algo planas, es un film muy destacable. Me gusta de esta escena su conclusión: La manera en que Harold se despierta gritando por el stress post-traumático que le provoca recordar el incidente.




Así que en realidad el descenso a los infierno parece que se basa más en la circunstancia (una série de 'pinchazos' consecutivos le alejaron de los principales estudios americanos) que en una reducción en la capacidad de Sturges para embarcarse en proyectos arriesgados. Y luego, seis años más tarde, llegamos a su última película. Su única producción europea.

Jack Buchanan


Si no hubiera sido privado de la estabilidad de un confortable estudio de Hollywood, Sturges había resuelto el problema muy bien, pero al afrontar esta película los productores americanos le habían dejado cruelmente desamparado. El film no cuenta con estrellas americanas conocidas, y tampoco cuenta con los veteranos y canosos actores de reparto de sus grandes obras: ni Eric Blore, ni Torben Mayer, ni Bill Demarest, ni Franklin Pangborn, y eso le pesa como una losa. Y poco esfuerzo parece haber sido llevado a cabo para reemplazar estos actores, auténticos animales escénicos, robaescenas y fueras de série insustituibles, con sus equivalentes continentales, en caso de que tal cosa fuera posible. La falta de técnicos de Hollywood no tiene por qué ser tan perjudicial contando con un operador como Christian Matras, pero la falta del idioma EE.UU. fué muy problemático, pues Sturges fue uno de los grandes poetas de la jerga estadounidense, tejía tapices lingüísticos de increíble fuerza utilizando la prosa del folletín elevado más genuïno, para desinflar las explosiones de la vulgaridad vernácula. Y aquí se ha visto obligado a trabajar en idioma francés y con franceses.

Para empeorar las cosas, estaba obligado a hacer su película en francés y en Inglés, lo que plantea dos problemas: la calidad de la escritura. Sturges era íntimo de René Clair, al que había producido (y co-escrito) "Me casé con una bruja", Clair le señaló que su francés era el de un pre-escolar de antes de la Primera Guerra Mundial: Aquí fue cuando Sturges se puso las pilas y aprendió un académico francés. Los actores supuestamente bilingües contratados para la película, el escocés Jack Buchanan, antiguo astro en comedias musicales (visto en "Montecarlo" de E. Lubitsch y en "Melodías de Broadway" de V. Minnelli), y la glamurosa dama francesa Martine Carol ("Lola Montes" de Max Ophüls), respectivamente hablaban la lengua de su compañero tan mal que no podían entenderse entre sí, Así se perdió toda frescura, muchos momentos quedan fracturados de gravedad, y la química entre ámbos -importantisima en la esencia cómica- se fue al garete. Y para colmo de males el pobre Buchanan sufría de un cáncer de la espina dorsal que finalmente lo mataría.

Martine Carol

Nada es menos divertido que el cáncer en la columna vertebral, salvo esta película, del mismo modo que Laurel y Hardy ("Utopía") y Buster Keaton ("El Rey de los Campos Elíseos"), a Sturges parecía que le había sido cortada la fuente de la que manaba su comedia, y se vió obligado a trabajar con los colaboradores adecuados en un entorno inadecuado. No es de extrañar que él luchara. Rodar le resultó un poco difícil, ya que el estudio francés no tenía las instalaciones a las que Sturges estaba acostumbrado. James Curtis reprodujo un extracto de una entrevista que Sturges concedió para la BBC: "El sistema en Francia se llama 'debrouillard' -que significa "La cámara ahora está encuadrando el plano, ahora abandona la escena. Ahora se termina de rematar la escena con un montaje absolutamente espantoso..."- Todo el mundo se ríó de lo que contaba el director, pero este no contó para su película con nada más que lo que finalmente obtuvo en la pantalla.

Sturges escribió en su autobiografía inconclusa (cuyo título,"Eventos que condujeron a mi muerte", fue abandonado; En realidad murió después de la redacción del último párrafo) que escribió un guión para sus productores mediante la columna de un popular periódico de historietas, "Los diarios del mayor Thompson", como un trampolín para una historia original, que tituló "Cuarenta millones de franceses". En este hilo argumental, el autor francés de los diarios de ficción Pierre Daninos, es abordado por un hombre que afirma ser el actual comandante. Esta presunción pirandelliana sería resuelta gracias al descubrimiento de que el llamado "Major Thompson" es un héroe de guerra traumatizado y con amnesia, y el autor generosamente concede al soldado sin nombre la nueva identidad que él tanto desea. Este tipo de milagroso final feliz, cuya irrealidad es tan sencilla que lleva una espiga de melancolía, es Sturges clásico, y el proyecto parecía muy prometedor.

 Paulette Dubost

Pero a continuación, los elogiosos artículos críticos recogidos acerca de la obra literaria "Mayor Thompson" la convirtieron en un best-seller, y los productores amablemente le dijeron a Sturges que requierían algo más que el estilo de la columna de cómics. Así Sturges se vio obligado a escribir una nueva versión de 'Thompson', en la que dictaba los ensayos de las escenas mientras interactuaba con su esposa y la niñera de su hijo, existen gags fotografiados que representan el contenido de estos ensayos populares; Y no son muy divertidos.

Quizás sea la falta de un guión más consistente, pero cuando Buchanan y Carol argumentan, la película muestra algunos involuntarios signos de animación: Sturges fue siempre muy grande tratando el tema de la guerra de sexos, pero entre un hombre y una mujer no entre dos lenguados; Su protagonista es a veces difícil de entender, y los dos actores principales juntos parecen mantener una relación distante no solo en el film, también en la vida real. Esto puede provocar algunas risas, o en todo caso audibles sonrisas, más de las que deberían haber. El actor francés Noël -Noël interpreta su personaje como un típico mimo francés, ni siquiera es como Marcel Marceau (ya quisiera Noël -Noël), mientras que Buchanan simplemente recita el texto, un retorno a la forma patentada de la voz en off "narratage", que Sturges había desplegado en "El poder y la gloria" -guión que escribió para la película de 1933-. Así que el film no carece de interés, incluso si las escenas son tan divertidas como un vertido de petróleo en el oceano.


André Luguet

Un par de errores terribles de juicio desmerecen mucho, en particular, la secuencia de la muerte de la primera esposa del mayor, no es ni divertida ni trágica sólo groseramente inadecuada e inútil. El equilibrio del film se vé seriamente afectado debido al poco interés de Sturges a la hora de abordar un nuevo autorretrato suyo: Un escritor humorístico que no se considera gracioso en la vida real.

Si la película resultó verdaderamente terrible, y si los defectos son atribuibles claramente a los errores cometidos deliberadamente por su guionista y director, entonces podríamos usarlo como una lápida para el talento de Sturges y decir que él mismo llevaba a cabo una lucha suicida contra la maquinaria de Hollywood, o su talento se había agotado, o había matado su creatividad con la autoindulgencia. La verdad detrás de esta debilidad, el esfuerzo moderado y anónimo es en realidad mucho más triste: Es muy posible que Sturges todavía fuera un genio al final de su vida, capaz de darnos películas tan inolvidables, divertidas y generosas como son "The Lady Eve", "The Palm Beach Story" y "El milagro de Morgan´s Creek", pero nadie se lo permitió.

Noël-Noël


No sé si los franceses son una gente divertida, pero también tenemos que tener en cuenta que hay dos versiones de la película -la versión francesa es, al parecer, 25 minutos más larga que la versión americana de 80 minutos. ¿Es divertida esta versión? Me gustaría saberlo. También me gustaría saber por qué la versión francesa ni siquiera ha sido lanzada en DVD en Francia. En cualquier caso, creo que en cuanto a persecuciones es una película mejor que "LA BELLA RUBIA..."; Encuentro muy inadecuada a la muy bella Martine Carol, que parece que esté arando en el mar, a diferencia de Buchanan, cuya voz cálida y agradable parece insuperable en la versión americana que he visto. Noël- Noël es muy gracioso, sobre todo cuando se trata de navegar por la oficina de arquitectura en una escena; Junto con el personaje principal, Thompson, son realmente los personajes que tienen las partes más graciosas de la película -no confundir "gracioso" con "divertido"-. (La escena de la película más verdaderamente aburrida es la parte con los franceses quejandose de los trenes). Más allá de los gags, la película también es fascinante por su condición literal y prototípica con su carácter acusado de película de ensayo, una cuestión a destacar es el "narratage" utilizado (el uso de la voz en off cose las escenas elegantemente) y sirve para acentuar la distancia cada vez mayor que existe entre dos culturas, y para resaltar la melancolía del Mayor Thompson, convertida en sensación desarraigo, de sentirse atrapado entre dos culturas, es Preston Sturges quien parece hablar en off, que sin duda se identifica con el Mayor Thompson. El aislamiento no le ha hecho esta película ningún favor, merece ser exhibida y editada en DVD.




Yo deseaba que esta película me gustara mucho, porque soy un fan de Preston Sturges y de Jack Buchanan: esta fue su única colaboración, y la última película de ambos. Pero es un "canto de cisne" triste y sin gracia.







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