"La grata popularidad de sus películas en todo el mundo la explica, más que el azar, el arte infalible de Minnelli para divertir a todos los públicos: él ha sustituido a Walt Disney como embajador at large del cine americano.
Todo está bien si bien acaba
Puedo recordar un axioma atribuido comúnmente a Walt Whitman: "El genio es un monstruo mitad mujer y mitad hombre" o "El genio es un monstruo con alma de mujer", o algo así, no recuerdo. Vincente Minnelli es, sin duda, un hombre genial, ingenioso: cuando sus películas nos hacen llorar lo consiguen por una simpatía cálida, en una nostalgia apresurada, con un supremo buen gusto. Sus filmes son de mujeres, hechos para hacer llorar y para hacer reir a toda la familia.
Vincente Minnelli parece sentir una atracción vertiginosa por las parties, por esas reuniones maníaco-depresivas que ha inventado la ciudad como antídoto ineficaz contra la soledad y el tedio. En todas sus películas, como una rúbrica neurótica, aparece un party obsesivo, recurrente. Aún en "The cobweb", en un hospital para enfermos mentales -y quizá precisamente por ello-, hay una fiesta llena de sonidos y de furias que no significa nada. ¿Serán para Minnelli esos parties el símbolo del gran festín de la vida?
Vincente Minnelli, este doctor Pangloss del cine, parece querer decir, en cada final feliz o provechoso, que vivimos en el mejor de los mundos posibles, mientras en el mundo sea posible esta felicidad creída, esta fingida buenaventura del cine.
Ya saben ustedes lo que es un entertainer. Una persona que se aburre divirtiendo a personas que se aburren. Bien, Vincente Minnelli es un entertainer y no hay hombre más aburrido en el mundo.
¿Hay un problema más que un tema común en las diferentes películas de Vincente Minnelli? Sí, ese problema se llama familia.
Tengo a manos varias biografías verídicas, por no decir veraces, de Vincente Minnelli. Así puedo decidirme por un texto apocrifo, escrito por un maestro del fraude, de la calumnia y de la mentira, antaño guionista de los hermanos Marx, el único escritor que no merece el premio nobel, el autor de la difamada novela El hijo de los hermanos Karamazov, el literato que, como dijo él mismo una véz, "se las ha arreglado para vomitar una serie de libros, cada uno menos distinguido que su predecesor".
Ahora quiero dilucidar otro problema con toda facilidad, Antes cederé la imágen de Minnelli a ese hijo de la gran chacota, a ese ingenio de moler reputaciones, a ese maestro sin discípulos:
a S. J. Perelman, que me ha escrito una carta con estas frases de doble o ningún sentido. Comienzo a citar:
"Timado amigo, aquí te mando un decálogo no llega a los diez mandamientos, pero no importa: llámalo decálogo o llámalo catálogo o llámalo deseo. No soy yo el padre de mi hijo, si eres tú quien va a bautizarlo en español. Las aguas de tus palabras convertirán mis epotegmas en papel mojado. Allá va esto:
Todo está bien si bien acaba
Puedo recordar un axioma atribuido comúnmente a Walt Whitman: "El genio es un monstruo mitad mujer y mitad hombre" o "El genio es un monstruo con alma de mujer", o algo así, no recuerdo. Vincente Minnelli es, sin duda, un hombre genial, ingenioso: cuando sus películas nos hacen llorar lo consiguen por una simpatía cálida, en una nostalgia apresurada, con un supremo buen gusto. Sus filmes son de mujeres, hechos para hacer llorar y para hacer reir a toda la familia.
Vincente Minnelli parece sentir una atracción vertiginosa por las parties, por esas reuniones maníaco-depresivas que ha inventado la ciudad como antídoto ineficaz contra la soledad y el tedio. En todas sus películas, como una rúbrica neurótica, aparece un party obsesivo, recurrente. Aún en "The cobweb", en un hospital para enfermos mentales -y quizá precisamente por ello-, hay una fiesta llena de sonidos y de furias que no significa nada. ¿Serán para Minnelli esos parties el símbolo del gran festín de la vida?
Vincente Minnelli, este doctor Pangloss del cine, parece querer decir, en cada final feliz o provechoso, que vivimos en el mejor de los mundos posibles, mientras en el mundo sea posible esta felicidad creída, esta fingida buenaventura del cine.
Ya saben ustedes lo que es un entertainer. Una persona que se aburre divirtiendo a personas que se aburren. Bien, Vincente Minnelli es un entertainer y no hay hombre más aburrido en el mundo.
¿Hay un problema más que un tema común en las diferentes películas de Vincente Minnelli? Sí, ese problema se llama familia.
Tengo a manos varias biografías verídicas, por no decir veraces, de Vincente Minnelli. Así puedo decidirme por un texto apocrifo, escrito por un maestro del fraude, de la calumnia y de la mentira, antaño guionista de los hermanos Marx, el único escritor que no merece el premio nobel, el autor de la difamada novela El hijo de los hermanos Karamazov, el literato que, como dijo él mismo una véz, "se las ha arreglado para vomitar una serie de libros, cada uno menos distinguido que su predecesor".
Ahora quiero dilucidar otro problema con toda facilidad, Antes cederé la imágen de Minnelli a ese hijo de la gran chacota, a ese ingenio de moler reputaciones, a ese maestro sin discípulos:
a S. J. Perelman, que me ha escrito una carta con estas frases de doble o ningún sentido. Comienzo a citar:
"Timado amigo, aquí te mando un decálogo no llega a los diez mandamientos, pero no importa: llámalo decálogo o llámalo catálogo o llámalo deseo. No soy yo el padre de mi hijo, si eres tú quien va a bautizarlo en español. Las aguas de tus palabras convertirán mis epotegmas en papel mojado. Allá va esto:
COMO VER UNA PELÍCULA DE VINCENTE MINNELLI
1. No pague la entrada. Diga que es hijo de Minnelli. Si esto falla, diga que es hijo de Gene Kelly. Si esto falla, diga que es hijo de Manuel de Falla. Si falla Falla, no sea tacaño y pague la entrada. Recuerde que una película de Minnelli vale por dos, por dos centavos.
2. Llegue tarde. Todas las películas de Vincente Minelli comienzan igual: con un león rugiendo.
3. Siéntese cómodo: va a ver como le hacen larga una historia corta.
4. Si trae chaperona, espere antes de operar a que apaguen las luces: Minnelli hace unas películas capaces de dormir a un búho de noche. En cuanto a la tercera en concordia comience a roncar, ése es su momento para comenzar a pensar cómo contar el argumento al salir.
5. Si la película está cortada o salta o sale del cuadro, no le grite cojo al proyeccionista*. Grítele tuerto a Minnelli: él hace sus películas con un solo ojo.
6. Si tiene las piernas largas, póngalas en el asiento delantero, cuidando de que el espectador de delante tenga la cabeza blanda, pues hay cráneos capaces de romper juanetes.
7. Tosa, grite y escupa si la película no le gusta. Después de todo a Minnelli le tiene sin cuidado: él vive en el Limbo, California.
8. Cuéntele la película a los que tiene a los lados si ya la vió: de todas maneras no habrá sorpresas, pues Minnelli no sólo es capaz de robarle un argumento a María Santísima, sino también a Fellini, a Rosselini, a Fetuccini. Todas sus películas recuerdan a otras películas. A veces llegan a recordar a otras películas futuras.
9. Al salir, diga que le ha gustado: no hay hombre más vanidoso que Minnelli y a veces va a los cines de incógnito. Es más, va de incógnito a todos los espectáculos, huyéndoles a los acreedores y a los enanos atropellados y a las mujeres encinta. Si al salir usted vé un hombre calvo, gordito, de nariz de pepino, dé por seguro que ése es Alfred Hitchcock. Entonces váyase a casa corriendo, pues cuando Hitch anda cerca siempre conunden a un hombre por otro y esto es terrible: recuerde que pueden confundirlo con el conde Drácula o con Jack el destripador o con Adolf Hitler. O lo que es peor: pueden confundirlo con Vincente Minnelli.
10. Si no le gustó la película, pida que le devuelvan la entrada. Pida también un jamón. Si sale ileso del trance, celebre su cumpleaños en esa fecha, porque usted nació ese día."
Dice Huizinga en El hombre es un animal que juega, citando a Platón, sobre las fiestas dionid¡siacas: "(...) las criaturas jóvenes no pueden mantener en reposo los cuerpos ni sus voces, como se mueven por gusto y tienen que hacer ruido, saltar, danzar y emitir toda clase de sonidos". A mí me gusta creer que el sabio antiguo y el moderno intelectual prefiguran, en su conversación a través de los siglos, una suerte de dialogo imperecedero de la comedia musical.
Este elogio quiero remitirlo a Vincente Minnelli, que con media docena de comedias musicales ha demostrado ser un mago para hacer baile, canción, diversiones practicamente de la nada, sacados todos estos bulliciosos conejos musicales de la inagotable chistera que es su cabeza.
Yo por mi parte, termino diciendo que rechazo esta filosofía naturalista, simple y romántica de Vincente Minnelli".
* Una vieja tradición de espectadores habanera exigía que, cada vez que la proyección de una película se viera interrumpida, fuera por la causa que fuera, álguien del público (preferentemente del gallinero) gritara: "cojo, suelta la botella". Quién fué este mítico proyeccionista cojo y amante del buen trago, nadie lo sabe, ni lo supo nunca en La Habana.
Fragmentos de la conferencia sobre Vincente Minnelli del libro: "Arcadia todas las noches" de Guillermo Cabrera Infante. Recopilación de oncle Jules, quién está de acuerdo en todo.
Dice Huizinga en El hombre es un animal que juega, citando a Platón, sobre las fiestas dionid¡siacas: "(...) las criaturas jóvenes no pueden mantener en reposo los cuerpos ni sus voces, como se mueven por gusto y tienen que hacer ruido, saltar, danzar y emitir toda clase de sonidos". A mí me gusta creer que el sabio antiguo y el moderno intelectual prefiguran, en su conversación a través de los siglos, una suerte de dialogo imperecedero de la comedia musical.
Este elogio quiero remitirlo a Vincente Minnelli, que con media docena de comedias musicales ha demostrado ser un mago para hacer baile, canción, diversiones practicamente de la nada, sacados todos estos bulliciosos conejos musicales de la inagotable chistera que es su cabeza.
Yo por mi parte, termino diciendo que rechazo esta filosofía naturalista, simple y romántica de Vincente Minnelli".
* Una vieja tradición de espectadores habanera exigía que, cada vez que la proyección de una película se viera interrumpida, fuera por la causa que fuera, álguien del público (preferentemente del gallinero) gritara: "cojo, suelta la botella". Quién fué este mítico proyeccionista cojo y amante del buen trago, nadie lo sabe, ni lo supo nunca en La Habana.
Fragmentos de la conferencia sobre Vincente Minnelli del libro: "Arcadia todas las noches" de Guillermo Cabrera Infante. Recopilación de oncle Jules, quién está de acuerdo en todo.
Guillermo Cabrera Infante nacido en Gibara (1.929). Durante los primeros años del castrismo ocupó cargos culturales. Posteriormente rompió con la revolución y se expatrió. En 1.960 publicó un libro de cuentos inspirados en la represión del período Batista: Así en la paz como en la guerra, y en 1.966 Tres tristes tigres, su mejor novela. Es autor de La Habana para un infante difunto (1.979), y de Arcadia todas las noches (1.978), sobre unas conferencias donde su autor tanto homenajeó como disecó a las figuras fundamentales del cine americano: Orson Welles, Alfred Hitchcock, John Huston y Vincente Minnelli.